Homenaje a Hillary: ¡salvemos el Everest!

Hillary representa a la perfección el espíritu de un época de filantropía y aventura. Su nombre se asocia al de los grandes conquistadores: Roald Amundsen y su desembarco en el Polo Sur, en 1911, o Charles A. Lindbergh y su primer vuelo transatlántico y sin escalas, en 1927. A día de hoy, la misma fecha en que Hillary ha muerto, también asistimos a cómo la masificación pone en peligro el espíritu de estos grandes aventureros, al tiempo que supone un grave riesgo para el propio Everest.

(EFE)

Sir Edmund Hillary.

Son habituales las quejas sobre la pérdida de atractivo del Everest. Ya lo hacía el propio Sir Edmund Hillary en el prólogo de un libro sobre la mítica cima: "Me alegro de haber escalado el Everest en los días de la inocencia (...) Lo siento por los escaladores de hoy, siempre en busca de algo nuevo e interesante para hacer en las montañas, algo que al mismo tiempo les proporcione la atención del público y el respeto de sus camaradas. Subir y bajar la montaña en 24 horas, una carrera hasta la cumbre... ¿qué inventarán después?".

Además de que su mística se ha banalizado, los grupos ecologistas piden una clausura temporal de la montaña o, cuanto menos, limitar las expediciones profesionales y prohibir los viajes comerciales. El motivo es que las necesidades de los turistas adinerados han modificado y deteriorado el paisaje y la situación ambiental, como ya advirtió un equipo de geólogos, patrocinado por las Naciones Unidas.

El geógrafo español Eduardo Martínez de Pisón, que ha estado en tres ocasiones en el Everest, ha visto con sus propios ojos esta situación. Según nos cuenta, en el campo base de la zona nepalí comprobó que había "un exceso de carga humana", con lo que ello conlleva: hasta el agua de los glaciares estaba contaminada.

Martínez de Pisón reconoce la necesidad de tomar medidas: "Las montañas han dejado de ser marginales y ahora deberían regularse, pues el aforo es limitado, igual que sucede en los conciertos y en otros eventos". El catedrático apuesta por nombrar la montaña como "Parque Universal" o "Montaña del Mundo". Este hecho supondría dar el salto de una protección de carácter regional o nacional hacia la implicación de la comunidad internacional.

¿Qué podría destacar de Sir Edmund Hillary? Martínez de Pisón es tajante: "Es una figura excelente en todos los órdenes, con categoría y discreción. Nunca se valorará del todo su gran prestación humanitaria y su nobleza".

El director de la asociación Amigos de la Tierra Nepal también habló a The Guardian sobre los problemas de la masificación: "La región de Khumbu y la ciudad de Katmandú pueden acoger cómodamente a 40.000 personas. Durante la temporada turística puede llegar a haber cerca de 700.000". El director denunció que no hay infraestructura suficiente para asumir la polución que ello genera, y que la zona "se ha convertido en el vertedero más alto del mundo".

Pero no hay que olvidar que estos viajeros son el principal sustento de los sherpas que viven en la zona. Y la situación de los sherpas fue una de las grandes preocupaciones de Sir Edmund Hillary. Un guía local que sube el Everest puede llegar a recaudar más de 2.000 euros por 60 días de trabajo, una cifra que podría sustentar a toda una población de la zona, según un 'sherpa' declaró a The Guardian.

Tampoco se debe minusvalorar el riesgo que encierra la montaña para las vidas humanas. Uno de los relatos más escalofriantes sobre este asunto es el que firma Jon Krakauer bajo el título de 'Mal de altura'. Allí narra su propia experiencia personal subiendo el Everest, en una expedición en la que murieron cinco personas al desatender las condiciones climáticas adversas.