Robótica de pasarela

MADRID.-  Recientemente, Toyota nos presentó un robot humanoide que es capaz de tocar el violín. Es el último de una serie de 'robots de compañía' que está desarrollando la empresa japonesa.
El caso es que anoche, haciendo zapping, me encontré a Ara Malikian en la tele. Hacía tiempo que no le veía. Está más gordo, pero cómo toca el condenado. Y me pregunté: ¿con cuál de los dos me quedo? Afortunadamente no habrá que elegir. Ara Malikian es un auténtico maestro del violín. Un genio. Además es un tío inteligente, simpático y un cachondo mental. Es uno de esos músicos que se han empeñado en popularizar la música clásica, intentando acercarla un poco más al público en general.

El humanoide violinista y el humano violinista (Ara Malikian)

Este año lo intentó en el metro de Madrid, emulando la experiencia de Joshua Bell en Washington (aquí podéis ver el vídeo). Después de 35 minutos de darle al arco, este hombre que llena salas de concierto por todo el Mundo, consiguió sacarse 5,35 euros. Suficiente para un desayuno con propina de ministro...

¿Qué pensará Ara de este recién nacido, que nada más abrir los ojos ya interpreta Pompa y Circunstancia sin pestañear siquiera? Pues lo mismo que yo. Primero que es normal, porque el robot no tiene pestañas. Segundo, que puede estar tranquilo, porque su puesto de trabajo no se ve amenazado. Y tercero, que ¡cómo mola!

Porque ¿alguien cree que el objetivo de Toyota era crear un robot violinista? Yo creo que no. Son demasiado listos como para eso. No en vano, encabeza la lista de empresas que más vienen invirtiendo en I+D, y este año ha superado a la mismísima General Motors, pasando a ser el primer fabricante de automóviles (en la revista Spectrum tienen un reportaje muy interesante sobre los cuartos que se gastan las empresas en investigación, y un gráfico interactivo la mar de chulo).

Esto es robótica de pasarela. Aquí se muestra 'de qué es capaz el robot'. Y es ciertamente impresionante. Este humanoide está dotado de un total de 17 articulaciones en cada una de sus extremidades superiores, y ello le otorga una destreza fuera de lo común, si es que hablamos de robots. Porque hacer una mano no es fácil; hay poco espacio para meter los actuadores y las transmisiones, son sistemas con muchos grados de libertad y el control es complejo. Además se está buscando que sean capaces de realizar tareas cada vez más delicadas. Y pulsar con precisión las cuerdas de un violín, o mover con ligereza el arco ciertamente lo son. Quien haya intentado alguna vez tocar un violín me comprenderá.

Lo que Toyota consigue con esto es atraer a mucha prensa, salir en los medios, que yo hable hoy de ello aquí y, en un futuro vender robots, que al final es lo que interesa a una empresa. Porque esta serie de robots de compañía no ha sido pensada para formar una orquesta (con la que sacarían menos que Ara en el metro), sino para asistir a ancianos y discapacitados, y realizar otras tareas domésticas. Puede que cuando sea viejo, sea uno de éstos el que me saque las flemas y me limpie el culo. Pero si aún me queda algo de oído, que me dejen disfrutar con un buen disco (o lo que haya entonces) del maestro Malikian.

La robótica ha avanzado mucho en los últimos tiempos, y el gran boom se acerca con paso lento pero firme. Sin embargo, aún no hemos sido capaces de sintetizar el alma usando simples chips y código C. Yo casi me alegro por ello.