Los náufragos franceses dicen que le deben la vida a un "milagro"

Avilés.-  Los náufragos franceses rescatados por un mercante tras nueve días en una balsa a la deriva por el Cantábrico han declarado hoy en el Hospital San Agustín de Avilés que le deben la vida a un "milagro" ya que habían perdido toda esperanza.

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(EFE)

Frederique Boeuf, de 37, y Francois Cvinet (i), de 27 años, los dos náufragos de nacionalidad francesa que fueron rescatados ayer por el mercante panameño "Nena A" cuando se hallaban a setenta millas del Cabo Peñas.

Frederique Boeuf, de 37 años, y Francois Cvinet, de 27, ambos marinos de profesión, se recuperan en el hospital avilesino de San Agustín una hipotermia y de las heridas producidas por congelación en los pies donde permanecerán todavía dos o tres días en observación antes de regresar a su país.

Ambos permanecerán varios días más en observación y luego se irán a Francia con sus respectivas novias y familiares, con tiempo de celebrar un fin de año al que llegaron a pensar que nunca llegarían

Los náufragos relataron hoy que partieron hace diez días de Gijón con destino a La Rochelle a bordo de un velero de dos palos que tenían el encargo de entregar a su dueño en Francia.

A las pocas horas de su partida, a varias millas de la costa asturiana, un golpe de mar les hizo volcar y les obligó a refugiarse en un bote salvavidas de tres metros de diámetro cubierto de una carpa de color naranja y provisto de víveres para 22 días.

"Vino una ola más grande que las otras y, no sé por qué, nos empezamos a hundir", ha explicado Cvinet a los periodistas antes de recordar que, tras el naufragio, constató que el móvil vía satélite que llevaba en un bolsillo se le había caído al mar.

Durante los días que siguieron apenas pudieron dormir diez o quince minutos con el objetivo de estar vigilantes ante el posible paso de barcos, una tarea "inútil" ya que no fueron avistados por ningún barco, ni siquiera una pequeña embarcación que pasó cerca de su balsa pero con cuya tripulación no lograron contactar.

El sábado pasado pudieron ver alguno de los aviones que hicieron el rastreo, pero, posiblemente debido al mal estado del mar, no llegaron a ser visibles desde el cielo.

Otro de los momentos más duros fue, según Cvinet, que hoy se emocionaba al recordarlo, fue cuando al pequeño bote se le abrió una vía por la que peligrosamente entraba el agua del mar.

"Ya pensábamos que íbamos a morir cuando vimos el barco que nos rescató (el buque panameño "Nena A"). Me pareció un milagro", ha relatado Francois Cvinet, que fue el primero en avistarlo y avisó a su compañero que en ese momento estaba desfallecido en el bote.

Según su compañero de travesía, Frederique Boeuf, al principio ambos tenían moral, pero a medida que pasaban los días empezaron a pensar que morirían en el mar.

"El agua que entraba en la pequeña embarcación estaba muy fría, pero ahora me encuentro vivo, y eso es lo más importante, la vida es maravillosa", ha añadido el más veterano de los dos náufragos.