La selección genética ya no pertenece al ámbito de la ciencia ficción. Partos controlados genéticamente, técnicas de fecundación in Vitro o selección de embriones 'sanos' son algunas de sus aplicaciones
La selección de embriones puede evitar que los niños sufran enfermedades genéticas.
Siempre que se habla de 'selección genética' la gente suele escandalizarse. Recuerda los genocidios en masa que cometieron los nazis hace años con el pretexto de crear una raza superior, una «purificación genética», como lo llamaban. Lo ven como jugar a ser dioses, dejándonos llevar por nuestra prepotencia.
Es la búsqueda de la perfección la que, según ellos, lleva irremediablemente a la pérdida de valores, a la perdición de la humanidad o de ambos. Temen que nuestro juego se convierta en travesura y que terminemos por pagar las consecuencias.
Pero ante todo, la mayoría lo ve como algo lejano. Y se equivocan. La selección genética ya hace años que empezó. De forma sutil, casi imperceptible, pero está ahí.
Basta con ser un poco observador y darse cuenta de que esas sutilezas son el comienzo. Que son irremediablemente progresivas y que ya no hay marcha atrás. A veces, el principio de un hecho importante pasa desapercibido. Y no porque le asignemos menos importancia de la que tiene, sino porque no reflexionamos sobre las consecuencias que tiene la pequeña chispa que prende la cuerda.
Hay una película que recomiendo, llamada Gattaca. Fue un film que pasó por los cines sin pena ni gloria, pero estoy convencida de que conforme pasen los años, se convertirá en una película de culto. En ella ya se vislumbran cuestiones y dilemas sobre la selección genética que están por llegar.
Para quien piense que la selección genética es todavía cosa de laboratorios y totalmente experimental, aquí van algunos ejemplos:
Todos los partos con vigilancia médica son sometidos a estudios de probabilidades de malformaciones de causa genética y diversos síndromes genéticos (síndrome de Down, síndrome de Edwards, fibrosis quística…).
Si las probabilidades son muy altas, se procede a hacer una amniocentesis, es decir, una pequeña toma del líquido amniótico para realizar un análisis del cariotipo, de nuestros cromosomas. El análisis confirmará si hay posibilidad de que aparezca una enfermedad o síndrome genético.
El médico tiene entonces la obligación de hablar con los padres para informarles de que pueden continuar con el embarazo o abortar (el aborto por estas causas es legal hasta la 22-23 semana de embarazo en Estados Unidos, Europa y Canadá).
A la larga veremos una disminución considerable de los síndromes genéticos por la selección de los cromosomas. Puede que al final se conviertan en algo extremadamente raro.
Según los comentarios de algunos médicos, la gente, ante la triste noticia, suele decidirse por un aborto en la mayoría de los casos, lo que podría suscitar un polémico debate en España, dada la gran tradición católica.
Éste es un ejemplo de selección genética: los más desfavorecidos, los que genéticamente están destinados a sufrir una enfermedad o un síndrome no llegarán a nacer. A la larga veremos una disminución considerable de estos síndromes por esta razón. Y puede que al final, sean algo extremadamente raro.
El primer caso de amniocentesis con fines diagnósticos fue en 1967 para el diagnóstico de Síndrome de Down, la galactosemia y la mucopolisacaridosis.
En 1973, se produjo la primera legalización del aborto terapeútico en EE.UU.
Cada día que pasa, hay más personas con problemas de esterilidad. En la FIV se extraen los óvulos de la madre, se fecundan in vitro (en el laboratorio) con los espermatozoides del padre y se obtienen una serie de embriones. Entre dos y cuatro embriones seleccionados del total, se transferirán a la madre para que resulten en un embarazo.
Se congelan los embriones no ya por el sólo hecho de tener una enfermedad genética, sino por la probabilidad teórica de poder tenerla.
El resto se congelarán y se guardarán para volver a ser utilizados si la FIV no tuviera éxito por primera vez. Si no es así, estos embriones quedarán disponibles para lo que la ley en ese momento permita. Aunque en todo esto de los embriones, células madre, etc. hay mucho vacío y jaleo legal, porque está el panorama cambiando continuamente.
Bien, los óvulos fecundados que se eligen son los que no sufren enfermedades genéticas detectables. Son además, los que mayor probabilidad tienen de desarrollarse sanos. Anteriormente, también se han elegido los mejores óvulos y espermatozoides para que se fecunden entre sí.
De nuevo, entra en juego la selección genética: se congelan los embriones no ya por el sólo hecho de tener una enfermedad genética, sino por la probabilidad teórica de poder tenerla. Y los mejores son los que al final llegan a implantarse para que nazcan como un embarazo en apariencia normal.
Ya no nos guiamos por hechos determinantes en la selección como en el caso uno, sino por probabilidades.
El primer caso de FIV tuvo lugar en julio de 1978, con la mal llamada "primera niña probeta".
En ellos, entre otras cosas, se estudian las probabilidades que existen de que una determinada enfermedad genética se transmita de los padres a los hijos. Si sabemos que tanto el padre como la madre tienen una probabilidad relativamente alta de tener una descendencia con problemas por los antecedentes familiares, se procede a la FIV para seleccionar aquellos embriones que sepamos que no los van a poseer.
Conforme el conocimiento de nuestro genoma vaya en aumento, la cantidad de enfermedades genéticas que se tratarán de evitar será cada vez mayor
Eso puede hacerse de diversas formas, en los casos en los que es posible, la más simple es elegir el sexo del embrión en enfermedades ligadas al sexo. En otras más complicadas, se analiza si existe el gen anómalo, en caso de que sea conocido, para descartar ese embrión.
El primer caso tuvo lugar en Noviembre del 2004, con una prevención de un cáncer colorrectal.
Estos tres casos son aplicados a enfermedades genéticas lo suficientemente estudiadas como para conocer el factor desencadenante, ya sea la deleción, adición o traslocación de uno o varios genes, la supresión o adición de un cromosoma, etc.
Nos centramos sólo en las enfermedades. Estamos en la primera fase de selección genética. Conforme el conocimiento de nuestro genoma vaya en aumento, la cantidad de enfermedades genéticas que se tratarán de evitar será cada vez mayor.
El paso siguiente consistirá en intentar disminuir al máximo la probabilidad de sufrir un cáncer o una enfermedad cardiaca. El paso de las enfermedades multifactoriales, aquellas que se ven influidas tanto por el ambiente como por la genética. Se tratará de controlar el factor genético: es la segunda fase de selección genética. Aún mayor selección.
El último paso de la selección genética será la obtención de mejores carácteres: más inteligencia, mayor rapidez, más altura, unos ojos de color determinado.
El último paso será la selección genética para la obtención de mejores carácteres: más inteligencia, mayor rapidez, más altura, unos ojos de color determinado. Aunque dudo si se dará por los dilemas éticos que desencadena.
Existiría otra fase más de selección genética, pero a diferencia de las tres anteriores, que son graduales, ésta sería radical e inhumana. La selección a través de la muerte de los individuos más débiles genéticamente. La que practicaban los nazis con los deficientes mentales.
La selección genética es un continuo entramado de dilemas.
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