El señor Gumersindo, que es el jefe de todo esto, me tiene manía. Nada, que me comí unos membrillos que eran suyos. Muy liberal, el señor Gumersindo, pero le tocas los membrillos y se pone como una fiera. Yo creo que los españoles son así, muy de calentón, muy de subirse al globo por una tontería. ¿Se han fijado en lo del conejo? Va uno y dice, ojo, que el conejo es bueno y barato. Pues todos cabreados. Que no, que no quieren conejo, que quieren langostinos cada día.
Los españoles querrán poner el 'cañón digital' en la Plaza de Colón.
O como la especulación inmobiliaria, que es más o menos mi ramo, modestamente, a nivel de andamio, digamos: todos quejándose, dónde vamos a ir a parar, es el fin del mundo, una vergüenza, hasta que los precios empiezan a pararse, y entonces se quejan aún más.
Yo siempre aviso a mis paisanos: cuidado con estos, que no son mala gente, pero van de nuevos ricos. Estaba la otra noche acabando algunas cosillas en el palacete del soitu.es y, como no había nadie, me puse un rato a mirar mozas por internet (no se enfade, señor Gumersindo, que fue un arrebato, como lo del membrillo) y, visto que hay que manejarse con el análisis fino y la cultura de masas, a enterarme de los problemas de España.
Eché una ojeada al CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas (nivel científico, amiguitos) y ¿qué dicen los españoles cuando les preguntan en confianza? Pues que les preocupa el paro, la vivienda, la inmigración (será por otros, que uno es muy decente) y el terrorismo. Lo normal. Miras la prensa, en cambio, ¿y qué ves? Pues que si España se rompe, que si los catalanes tienen desapego, que si no sé qué de cuando la guerra y que si un cañón digital, que ignoro en qué consiste, pero lo querrán poner en la plaza de Colón, al pie de la bandera, supongo. Y venga discutir.
Es lo que digo: que les gusta angustiarse por la vía metafísica, por darse aires austrohúngaros y por cabrearse gratis. Si cobras pensión de viuda, o no sales del paro, o llevas veinte años de mileurista, qué menos que soliviantarse. Pero esos, pobrecillos, son los que menos pían. Se quejan los otros, por la crispación. En mi país, crispación es lo que te da con el bazurka, la bebida nacional, 57 grados metílicos. Además es alta en nicotina, y así matas dos pájaros de un tiro. Ay, el bazurka. Tengo que regalarle una botella al señor Gumersindo, a ver si se olvida de los membrillos.
Anatoli es extranjero y célibe. Está dotado de una poderosa ignorancia, lo que le convierte en un polemista temible. Le gustan el fútbol, los membrillos y los sucesos truculentos. Nunca ha escrito un blog. Parece improbable que le permitan intentarlo de nuevo.
¿Pero han bajado los pisos de verdad, Anatoli, dime tú que eres del sector?