Slow-food, una alternativa eco-gastronómica al fast-life

Hay quienes piensan que es otra moda culinaria, otros, sin embargo, aseguran que es una vía para asegurar la sostenibilidad, la biodiversidad, la gastronomía tradicional y las economías de pequeña escala. Se trata del Slow-food, un movimiento internacional que reivindica la tradición gastronómica regional frente al fast-food y a los transgénicos.

Uno de los comedores de Posada Nostra

Estamos inmersos en plena era digital, enredados en redes globales, conectados las 24 horas mediante terminales cada vez más portátites, semi-esclavizados por la inmediatez, los plazos y las prisas. Cuando el anhelado tiempo libre llega, en forma de fin de semana o de vacaciones, muchos no logran desconectar y sienten una especie de horror vacui ante la perspectiva de horas por delante sin nada que hacer. Es una de las maldiciones de nuestro tiempo y la asumimos entre resignados y cariacontencidos. Pero ¿podemos vivir de otro modo?. Los más de 83.000 miembros que el movimiento Slow-food tiene en todo el mundo opinan que sí, que se puede y que, de hecho, se debe.

Slow-food se basa en la búsqueda de ritmos vitales más lentos y meditados y en la defensa del placer gastronómico alejado de los malabarismos de las nuevas tendencias y deconstrucciones. Slow-food, cuyo símbolo es el caracol (¿adivinas por qué?) invita a reflexionar sobre el valor de la alimentación y, desde ello, sobre la calidad de nuestras vidas.

Decir Slow-food es decir NO al fast-food, no a las prisas, no a la globalización, no la homogeneización del gusto y no al poder ilimitado de las multinacionales y la industria agrícola. Por contra, es decir SI a la ecología, a la dignidad cultural de la alimentación, a la calidad de los alimentos y a los productos de temporada, al ritmo lento, al placer de compartir una comida, y a un concepto ético del placer. Slow-food une el respeto y el estudio de la cultura enogastronómica con el apoyo a todos aquellos que, en el mundo, defienden la dioversidad agroalimentaria.

Este movimiento nació en 1986. Desde entonces no ha parado de crecer. Actualmente cuenta con 83.000 inscritos, con sedes en Italia (país en el que se fundó esta tendencia), Alemania, Suiza, Estados Unidos, Francia, Japón, y adheridos en 122 países, entre los que se encuentra España. Y, dentro de nuestro país, una de las regiones en las que mejor acogida está teniendo es Extremadura, donde la gastronomía típica regional hace años que cuenta con la declaración de Bien de Interés Cultural.

No en vano, Slow-food, cuyo lema es 'bueno, limpio y justo', fomenta un modelo de agricultura menos intensivo, más limpio y fundado en los conocimientos de las comunidades locales, algo a la orden del día en Extremadura.

Una experiencia slow-food

Una de las experiencias Slow-food más intensas puede vivirse en un hotel rural abierto hace apenas un año en la pequeña población de Ribera del Fresno, en la provincia de Badajoz. Se trata del Posada-Nostra, un restaurante-trattoria abierto por dos miembros de este particular movimiento: Domenico D'Eusanio y Manuel Rodríguez. El primero procede de la región italiana del Abruzzo y el segundo de Huelva, y en Ribera encontraron el lugar ideal en el que hacer realidad su sueño de vivir a más puro estilo slow-food, haciendo posible, además, que otros lo conozcan y disfruten de primera mano.

Cuando uno reserva mesa para comer en Posada Nostra debe saber que no elegirá lo que comerá y que dedicará a ello un tiempo que excede, con mucho, el habitual (unas tres-cuatro horas). Eso sí, todo lo que se llevará a la boca pertenecerá a la más cuidada gastronomía regional extremeña y del Abruzzo y serán, en todo caso, productos de la más exquisita calidad preparados con mimo por dos señoras que conocen a la perfección los secretos de esa cocina típica. Doménico ejerce de metre y dedica unos segundos a explicar a los comensales qué platos degustarán en cada caso. El comensal está obligado a relajarse, a dejarse llevar, a probar lo que le ofrecen y a disfrutar. La sorpresa está asegurada.

Los menús preestablecidos varían cada fin de semana, pero entre los platos que uno puede tener la fortuna de degustar se encuentran los de tradición extremeña (croquetas de carne, verduras escabechadas, sopa de picadillos, guarrito en tapa, o los deliciosos repápalos con leche...) y los de tradición del Abruzzo (croquetas de arroz, minestrone de verduas, parmesana de calabacines, involtini, verduras rellenas al horno, bacalao en salsa de romero...). Todo ello regado con los mejores caldos de ambas regiones y con insólitos licores.

Pero, más allá del comer, Posada Nostra cuenta con varias habitaciones en las que, además de la deliciosa decoración y del mimo con el que se ha rescatado la arquitectura propia de una antigua casa solariega, uno no se verá jamás sobresaltado por el ruido de limpiadoras en el pasillo, ni de vecinos de cuarto molestos. El silencio es un valor que se respeta hasta el punto de haber dotado a las tapas de los inodoros de un sistema de amortiguación que impide que caigan repentinamente provocando un 'susto acústico'.

Otra peculiaridad, a tono con la filosofía slow, es que los huéspedes pueden dormir a pierna suelta hasta bien entrada la mañana sin temor a perder el desayuno. En Posada-Nostra se sirven desayunos hasta poco antes de la hora de la comida. ¿Quién dijo prisas o estrés?

Domenico y Manuel, han convertido este pequeño palacete en su modo de vida, que es la hospitalidad, el calor, la calma y la buena cocina, y en uno de los referentes hosteleros más nítidos del movimiento Slow-food.

Cómo llegar: A Ribera del Fresno se accede a través de la Autovía de la Plata (A-6). Se circunvala Villafranca de los Barros y se toma la dirección de Ribera del Fresno, a apenas cinco minutos de Villafranca por una carretera en perfectas condiciones. Posada-Nostra está en la calle del Cura, a apenas 2 minutos del centro del pueblo.

Qué comer: Aunque este verano crearán una carta de raciones, que igualmente respetará el concepto de Slow-food, los almuerzos y cenas son siempre menús preestablecidos (en los que se elimina cualquier alimento que pudiera no gustar u ocasionar alergias a los comensales). Existen 2 tipos de menús: uno sencillo de 19 euros con entremeses, primer y segundo platos y postre, y un especial (el único que se sirve los fines de semana) que cuesta 32 euros e incluye más entremeses, dos platos primeros, dos segundos y dos postres. Los menús no incluyen el vino, aunque sí agua o refrescos.

Más información:

http://www.slowfood.es/

http://www.posadanostra.com/