Un 11-S pasado por agua

 La lluvia y el frío roban protagonismo a la ceremonia conmemorativa de los atentados en Nueva York

NUEVA YORK.- El clima quiso sumarse al melancólico ambiente que reinó ayer en la Gran Manzana. Una lluvia incesante, fuertes ráfagas de viento y un cielo completamente encapotado acompañaron a los familiares que un año más –y ya van ocho— se acercaron al abismo del antiguo World Trade Center (WTC) para recordar a los fallecidos en el atentado terrorista del 11 de septiembre.

Los actos oficiales del día fueron poco multitudinarios debido a las inclemencias del tiempo. Durante la mañana, personalidades de la política norteamericana como el alcalde Michael Bloomberg, Rudolph Giuliani (resposable político de la ciudad durante los atentados) o el vicepresidente Joe Biden se turnaron con los familiares en  la tradicional lectura de los nombres de los desaparecidos. Zucotti Park, el parque que se encuentra a pocos metros de la Zona Cero, fue el lugar elegido el solemne encuentro.

A lo largo del día, familiares, curiosos y otros tantos turistas se acercaron a Liberty Street para observar los murales y centros de flores que recordaban a cada una de las víctimas de los atentados. Muchas cámaras de fotos protegidas bajo paraguas interrumpían con descaro la intimidad de los familiares y afectados que lloraban mientras escribían despedidas o colocaban flores junto a las fotografías de sus seres queridos. Encabezando la lista de los centenares de nombres, una cita de la carta que Abraham Lincoln escribió a Mrs. Brixby en 1864, una mujer que perdió a sus cinco hijos en la guerra.

Los bomberos: los héroes

Uno de los murales llamaba la atención por encima de los demás: escoltado por dos guardias de expresión inalterable, un “We Will Never Forget” cicatrizado en bronce agradecía la inestimable tarea de los bomberos durante los atentados -343 pagaron con el “sacrificio supremo”, como reza el panel. En la misma calle, un grupo de estos héroes recibía los agradecimientos y apretones de manos de los transeúntes en un garaje del cuerpo. Algunos de ellos, fuertes y atractivos, no dudaban en posar ante dos de los camiones utilizados durante el rescate en 2001 y una Harley Davisdson para el placer de los turistas.

A pocos pasos se encuentra el Tribute WTC Visitor Center, una especie de museo del 11-S que ofrece visitas guiadas a 10$ para conocer de cerca las historias que se hundieron el verano de 2001. Junto a la entrada, la tienda de regalos del centro había puesto en primera fila unos prácticos chubasqueros.

La riada de gente que avanzaba junto a las vallas que esconden el abismo del World Trade Center no se detenía. Muchos curiosos se sumaban a ella sin saber muy bien por qué. Pocos eran los que llevaban flores, ganaban con diferencia los que cargaban con bolsas del Century 21, el inmenso outlet que se alza en la acera de enfrente. Pronto la mayoría se perdía escaleras abajo en la estación de tren todavía a medio construir que domina la esquina noreste del campo de batalla que todavía es la Zona Cero. Es 11 de septiembre, pero en Nueva York el tiempo es simplemente demasiado valioso.

Las secuelas interminables

En el interior de los trenes, unos anuncios despiertan la curiosidad: “Lived there? Worked there? You deserve care.” (Viviste allí? Trabajaste allí? Mereces tratamiento). Es la propaganda del WTC Environmental Health Center, un servicio hospitalario público que ofrece todo tipo de diagnosis y cuidados para las personas que todavía ahora sufren las secuelas de haber vivido de cerca los atentados. Residentes, estudiantes, trabajadores o simples transeúntes que durante ese día y los posteriores estuvieron en la zona sur de Manhattan pueden solicitar los servicios de este centro sin coste alguno. Muchas veces nos olvidamos, pero más allá de las víctimas directas que los atentados del 11-S provocaron, hay miles de personas que desde entonces padecen enfermedades respiratorias, desórdenes post-traumáticos, depresión, etc. Ocho años después, y a pesar del ritmo frenético de la capital del mundo, las cicatrices no sanadas de los atentados del 11-S no sólo son externas, sino también internas.