La moneda local y la economia a pequeña escala.

Una manera diferente de activar la economia, haya o no crisis.

Ocho horas de Ithaca

En tiempos de crisis surgen nuevas soluciones, no impulsadas desde gobiernos o instituciones financieras, sino desde las propias comunidades locales, basadas en la autogestión y que en ocasiones ofrecen excelentes resultados, aunque su difusión es más bien escasa. Este es el caso que nos ocupa: La moneda local y la implementación de economías locales dinámicas, fuertes y menos dependientes de mercados externos que las debilitan y fagocitan.

Para explicar qué significa la moneda local debemos comentar brevemente su origen, que no es otro que los bancos de tiempo, de los que la moneda local no es más que un refinamiento. Los bancos de tiempo son asociaciones en los que sus integrantes intercambian libremente sus habilidades y los resultados de su trabajo, mediante unas reglas previamente fijadas, creando redes de apoyo mutuo basados en una concepción cooperativa de la economía, alejada de la competencia y competitividad propias de los mercados capitalistas a los que estamos acostumbrados, donde se compra y vende en régimen de competencia (imperfecta) bienes de capital, mercancías y fuerza de trabajo. Basicamente, cada miembro ofrece sus habilidades a los demás integrantes de la red del banco de tiempo, anotando el esfuerzo realizado en horas, y por ellas tiene derecho a recibir prestaciones o bienes resultado del trabajo de otros miembros equivalentes al trabajo desarrollado. Es una economía basada por tanto no en la competitividad, sino en el don y el contradon, en la creación de redes solidarias. Existen numerosos bancos de tiempo en España que siguen normativas variadas, pero basadas todas en esta filosofía. Algunos ejemplos son Kroonos, o la Red de Bancos de Tiempo de Madrid

La creación de bancos de tiempo no es reciente. Al margen de las sociedades rurales occidentales existentes en España hasta hace bien poco, donde este tipo de actividades económicas basadas en la solidaridad intergrupal eran comunes, desde el siglo XIX se crearon bancos de tiempo, algunos con resultados muy notables. Uno de los más conocidos es el caso del anarquista estadounidense Josiah Warren y la Cincinnati Time Store.

Ahora bien, ¿donde entra aquí la moneda local?. La moneda local es un sistema de intercambio basado en la misma filosofía, que facilita el intercambio solidario de bienes y servicios. Así, si por ejemplo un individio se dedica a dar clases de música a niños, recibe un dinero que certifica el tiempo invertido en realizar esta labor, que puede intercambiar por actividades con una duración equivalente, o por bienes cuya creación haya supuesto la misma inversión de tiempo. La medida de valor sigue siendo por tanto el tiempo, pero en vez de anotarlo en una pizarra o una página web, se representa mediante esta moneda. Es importante señalar que aunque se le llame moneda, realmente no lo es tal y como la conocemos hoy en día. Esta moneda no puede crearse de la nada, como ocurre con el dinero actual, ya que ninguna institución puede emitirla como se hace hoy en día desde los bancos centrales, y el préstamo no lleva interés ni, por supuesto, existe el multiplicador bancario. Sí que hay instituciones locales que pueden dar préstamos, pero con un coeficiente de caja del 100% y sin interés, por lo que no hay inflacción. De hecho, en uno de los casos más señalados, el de Ithaca y sus Ithaca Hours, esta moneda ya "vale" más que el dólar, pudiendo intercambiarse en instituciones locales creadas al efecto.. Esta moneda tampoco es una mercancía, no puede ser comprada o vendida como tal, y de hecho hay casos en los que caduca al cabo de un tiempo, o pierde su valor, de manera que no puede ser acumulada y capitalizada, distorsionando los intercambios. Por último, la moneda en si no es una mercancía como las monedas actuales, simplemente una medida de valor que facilita el intercambio recíproco. Las diferencias, por tanto, con las monedas actuales son evidentes, aunque existen diferentes fórmulas según los lugares.

La pregunta obvia, una vez llegados a este punto, es: ¿en qué puede esto beneficiar a la economía local?. Para responder esta cuestión podemos remitirnos a las exitosas experiencias en varios lugares del mundo, desde Estados Unidos a Argentina, Uruguai, y algunos lugares de Europa. La implementación de estas monedas ha revitalizado las economías locales, desde la producción de alimentos, a las labores artesanales y la prestación de servicios, creando redes económicas estables y a salvo de los vaivenes económicos creados por los ciclos de la economía capitalista actual, gestados siempre desde fuera del ámbito local, pero que afectan a este de manera determinante. la experiencia actual y mejor conocida, mencionada más arriba, es la de Ithaca, que funciona desde 1991 en el estado de Nueva York, y que se ha extendido por los Estados Unidos y más allá, llamando incluso la atención de los responsables económicos de China. Esta experiencia, y otras más recientes, demuestran la viabilidad de estas iniciativas y la capacidad que tienen de permitir a la gente proveerse de su subsistencia sin depender de mercados inestables, y sobre los que no tienen control alguno. Una realidad que hoy en día sufrimos de manera evidente y muy cruda. Y una solución para permitir que parados de todos los sectores de la economía puedan ganarse la vida dignamente sin tener que recurrir a un mercado de trabajo cada vez más hostil y cruel.

Para finalizar, puede afirmarse sin temor a equivocarse que esta es una opción nada desdeñable para que las propias comunidades locales, desde el trabajo de sus miembros y su libre asociación, puedan organizar su economía de una manera más libre y democrática, algo que nunca está de más y siempre debería ser promovido desde los poderes públicos. Se trata, en definitiva, de liberarse de la mentalidad de mercado y promover otras maneras de vivir y convivir más solidarias y menos competitivas, mejores para todos.