¿Está perdiendo el Manchester City su identidad?

“Tomaron a mi amor, a la que Shinawatra convirtió en una prostituta, la envolvieron con el mejor vestido de seda y la rociaron con la más seductora de las fragancias árabes. Puede parecer hermosa pero está corrupta hasta la médula”. El pasado lunes, Colin Shindler, escritor inglés y die-hard fan del Manchester City que ha alcanzado cierta notoriedad por escribir varios libritos de amor incondicional por el club, amenizó el desayuno de la esperanzada parroquia citizen con un artículo en el Daily Mail titulado “Le han arrancado el corazón al club que he amado durante 50 años”.

Chaquetero es la palabra que buscas

  Muchos escupieron sus huevos revueltos. Shindler viene a decir que este no es su equipo, no señor, que se lo han cambiado. Que los refuerzos de campanillas a cuenta de los potentados del turbante han devorado el alma del viejo City.  En mi opinión es pura nostalgia pajera engalanada con cuatro trucos de literato gruñón pero es cierto que da pie a la reflexión. Como todo lo que rodea al Manchester Ciy últimamente.

Me gusta el City desde mi adolescencia. La elegancia de vestir en celeste, el regate mágico de Kinki Kinkladze y la colchonerísima querencia del club por ofrecer  a sus numerosos y fieles aficionados, año si año también, un viaje en montaña rusa sin destino conocido, fueron bastante para adoptar a los celestes como mi equipo inglés para siempre. Eso si, tampoco oculto que me enganchó el City porque, a diferencia del United, era un perdedor con gracia y por eso entiendo, sólo en parte, el amargor de Shindler. Sin embargo, que el petrodólar amenaze con fulminar las características miserias del pasado, las mismas que hacen trempar al aficionado cerril que se jacta de estar con el club a las duras y a las maduras, no me preocupa lo más mínimo. Al contrario, celebro que haya llegado esta nueva época. Al menos el club ha dejado de ser el hazmerreír de la Premier y genera más expectación que en los últimos 50 años. Imagino que cualquier aficionado cabal querría lo mismo para su equipo.

Porque esa es otra. El City es un candidato real al título y eso molesta a muchos. Recela Wenger, protesta Ferguson, patalea Benítez y hasta el apuntador tira con bala cuando se trata de analizar los métodos del Manchester City. Ni siquiera el Chelsea, cuando ofreció a Abrahamovic el perfecto escenario donde amplificar su vena tycoon más desbocada, recibió tantas críticas. ¿Es el de los árabes el único club que acumula buenos cromos a golpe de talonario? United, Liverpool, Arsenal, el propio Chelsea y practicamente todos los equipos que han llegado a ser algo en el concierto europeo han construido su andamiaje con piezas de oro y a nadie le extraña. Lo que si es evidente es que el pobre Manchester City ha decidido entrar en la partida de los grandes y apostar fuerte por que el famoso top four pase a ser un top five en toda regla . Esto, en la competición que presume de ser el paraiso del fair play, debería ser motivo de alegría incluso para los rivales y no de suspicacias. Y por supuesto, por más que a algún sadomasoquista old school le pueda la nostalgia, no debería suponer más que alegría para la suficientemente castigada parroquia citizen.