Cuando el fútbol lo pagamos todos

Desde que Florentino Pérez volvió al Real Madrid y abrió su cartera se ha generado un interesante debate sobre si es ético o no que los clubes de fútbol paguen cantidades astronómicas por los servicios de un sólo jugador cuando en España hay cuatro millones de parados. Parece lógico zanjar la discusión con el argumento de que los clubes son empresas privadas, y que por lo tanto, pueden hacer lo que quieran con sus respectivos presupuestos. Hasta aquí este es un razonamiento totalmente lógico, pero ¿qué pasa cuando los clubes reciben favores de las administraciones públicas? Si alguna vez los clubes se han aprovechado en cierta manera del dinero de todos, ¿no tenemos derecho a juzgar su modelo de negocio? Tal vez es necesario que hagamos un breve repaso por la historia reciente de nuestros clubes para arrojar algo de luz sobre el debate.

Barberá, Soler y Camps destapan la maqueta del nuevo Mestalla

En 1985 y en 1990 los clubes se beneficiaron de planes de saneamiento puestos en marcha por el Estado. La ley del deporte de 1990 establecía que la Liga de Fútbol Profesional  se hiciera cargo de la deuda “pública” que tenían con Hacienda, la Seguridad Social y el Banco Hipotecario. Está visto que esta ley, que nació con el fin de que sean los administradores de los equipos los que en última instancia se hagan cargo de la deuda del club con su patrimonio personal, no ha conseguido frenar el nivel de endeudamiento que mostraban los clubes ya hace veinte años. La última década ha caracterizado por un despilfarro de dinero alentado por las recalificaciones urbanísticas realizadas al amparo de las administraciones públicas.

La recalificación de la ciudad deportiva del Real Madrid

En 1960 el Ayuntamiento de Madrid expropió una parcela de 141000 metros cuadrados para que el Real Madrid tuviera un campo de entrenamiento. Presidentes como Mendoza o Lorenzo Sanz intentaron recalificarlos. El Ayuntamiento no cedió pero junto a la Comunidad de Madrid, ambas del PP,  le  compraron al club 30000 metros por valor de 4500 millones de pesetas para aliviar su deuda. Con la llega de Florentino Pérez las puertas el Ayuntamiento se  abrieron. El Madrid consiguió la recalificación. En el barrio la edificabilidad  permitida era de 0,3 pisos por cada metro cuadrado de suelo, al club se le permitió edificar 1,7 pisos por cada metro cuadrado. El proyecto siguió adelante sin apenas criticas. El club reconoció haber ganado más de 500 millones de euros con la operación.

Un nuevo estadio para el Valencia

El Ayuntamiento de Valencia cedió hace unos años a las peticiones del Valencia C.F. y modificó el PGOU (Plan General de Ordenación Urbana) para permitir edificar en los terrenos de Mestalla, que dejarían de ser suelo de uso deportivo privado para convertirse en suelo de  uso residencial y terciario. Pero el ámbito de actuación urbanística no se limitó a la parcela que ocupa el estadio, unos 31.000 metros cuadrados, sino que incluyó calles adyacentes al estadio y edificaciones consolidadas, terreno municipal del que se beneficiaría el club y acabaría diseñado al gusto de éste. 

Con el dinero conseguido con la venta de Mestalla se financiaría el nuevo estadio y se liquidaría parte de la deuda del club, pero ni lo uno ni lo otro se ha conseguido. Las obras del nuevo estadio están paradas y el club está al borde de la bancarrota. El caso Mestalla ha vuelto a las portadas de los periódicos ya que un informe de la Fiscalía de Valencia ve indicios de malversación de caudales públicos y prevaricación en la actuación del ayuntamiento. Resulta que éste cedió al Valencia el solar donde se ubicará el nuevo Mestalla por 45 millones de euros, ahora la Agencia Tributaria cifra el valor de solar en 75 millones de euros. Además la cesión se realizó a cambio de unos solares y unos 17 millones de euros de los que nada se sabe.

Con el nivel de endeudamiento de los equipos de fútbol en claro aumento me temo que no está lejos el día que se produzca un rescate público de estas empresas del mismo modo que se hizo con los bancos. En este hipotético orden natural de rescates -primero los bancos, luego el fútbol-, ¿cuándo les tocaría el turno a los trabajadores?