Joseph Conrad, de Apocalypse now al Corazón de las tinieblas

Creí que era una aventura y en realidad era la vida J.Conrad

Hay gente que, de bien pequeña, tiene que enfrentarse al mundo. Ellos mismos lo saben. Ellos mismos escriben sobre ello: Vivimos como soñamos, solos. El autor de esta frase es de origen ucraniano, sí sí u-c-r-a-n-i-a-n-o, Joseph Conrad. Aquél que fue marino ucranio pero nunca llegó a ver el mar negro, sus miras llegaban más lejos que sus pies. Precisamente por eso decidió leer y por eso mismo decidió navegar, para afrontar el mundo sin parpadear ni un segundo encima de una ola. Del mismo modo, fue un honorable escritor de la Gran Bretaña imperial que nunca recibió nada de ella, sí lo hizo Rudyard Kipling. La diferencia es que uno alabó el imperio y el otro alabó a su manera al ser humano. El primero lo recibió todo, el segundo murió en 1924. Nadie es profeta en su Tierra, dicen. Y para comprobarlo sólo tenemos que echar un ojo a nuestro propio patio trasero, tanto científico como cultural. En la patria que nos limita, la anterior “una, grande y libre”, para ser reconocido hay que venir de fuera.

Volvamos a Conrad, un apátrida. Su apellido polaco y su prosa victoriana lo describen como hombre de mundo(s). Su vida fue una búsqueda constante, con muchos más destinos que puertos. Concebiendo la escritura como una efermedad, de la que solo salía al poner el último punto detrás de cada coma. Abrazó hábilmente la interioridad romántica al tiempo que indagó entre el carbón y el viento húmedo por las respuestas del ser humano. Tanto corrió, persiguiendo respuestas, que superó incluso el rodillo de la historia y habló de Panamá cuando aún no existía. Fue en su novela Nostromo, algunos dirán que su obra maestra, y lo llamó Sulaco.

Vivió entre la realidad y la ficción, si es que alguien se atreve a marcar la delgada línea entre ambos lugares, si es que son algún lugar y no algún destino. Pero nunca dejó atrás la realidad y su obra exploró las dos partes del ser humano, la vulnerabilidad y la inestabilidad moral de cada uno. Conrad escribía acerca de lo que conocía pues debía deshacerse de las tormentas que lo obligaron a vivir en una ola: nunca quieto, nunca ausente y siempre allanando los caminos que conducen a casa. De aquél que considera el mar un camino de agua, nada diferente podría esperarse.

Magnífica obra de arte, de brillantísima prosa, donde consigue recorrer el camino inverso al viaje que narra, es su Corazón de las tinieblas. En esta narración autobiográfica, Conrad se hace llamar Marlow y con él viajamos a los dominios de uno de los mayores asesinos de la historia –otro, europeo para más señas- al tiempo que uno de los más ricos prohombresdel s.XIX autoproclamados iluminadores de los mapas en blanco. Africa,bestiis et serpentibus plena…

A África y al Sur en general -allá donde Conrad creyó hallar sus respuestas- las describió como algo no terrenal. Lejos de la domesticación y las respuestas previas a la pregunta. En el sur Conrad quisó ver algo monstruoso y libre. Exactamente la esencia humana enfrentada a su propia imagen, la imagen de lo que podríamos haber sido: libres. Quizá Conrad, tuvo miedo, quizá urgó demasiado hondo. Fue su trabajo el que lo llevó a soñar y vivir sólo. Quizá fue la forma más rápida que encontró para ser libre. Y aun así, hoy surge la pregunta ¿Cuántos Conrad hacen falta para enfrentarse a este mundo?

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Apocalypse now de Francis Ford Coppola se basó en el mundo creado por Conrad en el Corazón de las tinieblas

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Algunas de sus obras [en inglés] en Google Books

Heart of Darkness (El corazón de las tinieblas)

Lord Jim 

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Ahora que estás preparado, prueba con este cuestionario sobre J.Conrad

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