La carrera de los actores se labra en muchos terrenos, pero el que ha marcado el adiestramiento gestual e interpretativo del grupo "La Calaña del tío Tom" ha sido el café teatro, un formato de pequeño teatro en el que el humor es imprescindible.
David Nácher, en uno de sus múltiples personajes
El café-teatro, comparado con el teatro convencional, está en auge. O eso dicen. Preguntado por la causa, el actor valenciano David Nácher, miembro de la compañía Desgarro Teatral, se escabulle con una broma: Estaba en auge, pero cuando nos fuimos nosotros dejó de estarlo. Seguro de sí mismo, David habla de su polifacética carrera como artista mientras intenta alcanzar la hora conveniente para terminar de cenar. Esta noche actúa, y ya van veinte minutos de retraso. En la mesa le acompañan otros miembros de la compañía Desgarro Teatral, que en 2006 ganó el premio Circuito Café Teatro San Miguel con la obra La Calaña del tío Tom. El humor resulta indispensable unos minutos antes de calzarse las medias de rejilla y empezar a transpirar purpurina. Tú pon que yo no soy gay, que lo hago para ligar con las chicas, dice mientras engulle un par de patatas fritas.
David estudió teatro en la Escuela del Actor de Valencia, pero desde entonces ha picado de otros platos. Además de actuar en adaptaciones de teatro clásico hasta formatos tan novedosos como el café teatro, ha sido actor de cámara oculta y guionista ocasional de obras y series como Autoindefinits, de Canal 9. Incluso ha hecho un curso de presentador. Ahora está estudiando reporterismo en un curso subvencionado por el Servef. Soy el único actor, pero me da igual, comenta orgulloso. Aún así, reconoce que él es más de teatro.
- ¿Cómo surgió el proyecto de crear una compañía de Teatro?
- Se nos ocurrió la idea de hacer un cabaret. La idea era hacer un cabaret de travestis con situaciones cotidianas pero sacadas de contexto. La condición era que todas tuvieran en común el travestismo. Creamos la compañía Desgarro Teatral para desarrollar la obra, pero de manera provisional.
- ¿Y el nombre?
- ¿La Calaña del tío Tom? Se me ocurrió un día que estaba inspirado.
- ¿Intentábais hacer una similitud entre la homofobia y la esclavitud, tema principal de la novela La cabaña de tío Tom?
- No, no te comas la cabeza. Ya nos han preguntado otras veces si intentamos hacer una denuncia de la homofobia. La obra está pensada para divertirse y reírse de todo. Pensé en calaña como gentuza, gente gamberra.
La Calaña del tío Tom es la obra perfecta para ser representada en el formato café teatro mientras el público bebe unas copas. Son escenas salteadas en las que los actores, travestidos, se convierten en fanáticas que intentan tocar el manto a la cheperudeta o en activistas que cantan el himno travestino. Todo es risible cuando se trata de tópicos bien asentados. Buscamos lo divertido, porque lo travesti descontextualiza y suaviza cuando entras en política; lo hace más divertido y no es tan agresivo. Lo camufla, explica David.
Sin embargo, David Nácher no oculta su afinidad política. Ni él, ni sus compañeros de escenario, Ferrán Gadea y Carlos Amador. Juntos, en nombre de la compañía, ayudaron en la campaña de Carmen Alborch de las pasadas elecciones participando en una serie de monólogos que denunciaban aspectos sociales tras la cabecera La ciudad de la comedia. También actuaron en un video musical titulado Qué bonita es mi Valencia, del que se repartieron 30.000 ejemplares y en el que se ironizaba sobre la marginación, los solares sin edificar o los problemas de aparcamiento. Ferrán, que además interpreta el personaje de Tonet en la serie valenciana L´Alquería Blanca, apoyó al candidato Jorge Alarte en su campaña para liderar el Partido Socialista valenciano. Pero en lo que se refiere a actuaciones, David Nácher aclara: no hacemos mitin, hacemos teatro.
El actor valenciano habla y se mueve rápido, domina el espacio físico y aéreo. Bromea, engaña con la palabra: es todo un profesional del humor. Este verano me voy a Boston, a trabajar con los grandes. ¿Has visto la película Matrix? La capa la cosí yo.
Las escenas de la obra de La Calaña critican aspectos relacionados con el conservadurismo y el Partido Popular valenciano. Como traído en postal, un comentario de Ferrán Gadea se escucha entre sorbo y sorbo: Básicamente queríamos meternos un poco con esta Valencia fascista de hoy. Preguntado por la confluencia ideológica de la compañía, David sonríe: Todos coincidimos en meternos con Rita.
- ¿Las críticas políticas no repercuten en vuestra carrera?
- La ha visto gente del PP a la que le ha encantado. Hemos actuado en pueblos del PP y no han tenido ningún problema, se han reído mucho.
- ¿Y a la hora de trabajar en la televisión valenciana?
- Una vez nos llamaron del programa L´escenari, de Punt2. Es un programa de teatro y querían que hiciéramos una obra allí, pero nos pidieron que no salieran temas sexuales ni políticos ni relacionados con la Iglesia. Y dijimos: ¿entonces, de qué hacemos la obra?. Después estaba el tema del dinero, porque para Canal 9, gratis, nada.
- Pues parece que tenéis un lobby en Canal 9...
- ¡Tienen [Ferrán y Carlos], porque a mí no me llaman! Ferrán y Carlos son nuestras estrellas mediáticas, yo actúo más en la sombra.
Cuando se trata de criticar la política valenciana, David no duda en citar a Xavi Castillo, con quien actuó en Iuventus Day, una sátira política y religiosa presentada en el Teatro Micalet. Como dice Xavi Castillo, a mí me gustaría criticar al PSOE, pero es que el PP ya me hace el sketch. Ellos mismos son los guionistas del café teatro.
El formato café teatro es una variante del pequeño teatro que triunfa como opción de ocio local. En lugar de hacerse hueco en los escenarios teatrales, coloniza pubs y bares, con la ventaja de que estos dos últimos son vírgenes todavía en lo que se refiere a actos escénicos. Además, este cambio de escenarios ha coincidido con la disminución de salas teatrales en Valencia. El antiguo Teatro Princesa, abandonado durante veinte años, representa la decadencia del teatro valenciano: en febrero de este año dejó de lucir su degradada fachada a causa de incendio que destruyó el edificio por completo. El pasado mayo cerró la pequeña Sala de Teatro Off por orden municipal al no tener licencia de actividad ante la nueva ordenanza de contaminación acústica. La sala independiente Carme Teatre, en el barrio del Carmen, también está amenazada por un Plan General de Ordenación Urbana sin posibilidad de realojo; y la Generalitat ha retirado las ayudas a la sala L´altre Espai.
El Circuito Café Teatro nació en 2001 gracias a una asociación sin ánimo de lucro. Un año después, tras el éxito, la marca de cervezas San Miguel se unió al proyecto. Ahora el café teatro es un formato consolidado en el ocio valenciano. David Nácher se embarcó en el proyecto de Desgarro Teatral porque has de hacerlo todo tú mismo. Tuvieron mucho éxito enseguida, comenta con una mirada cómplice Marino Muñoz, el sustituto puntual de Carlos Amador durante esta noche. El tercero de los calañeros trabaja en la serie de sketchs valenciana Socarrats, y la grabación le quita tiempo. Ferrán tampoco puede quedarse esta noche más allá de lo que dure el espectáculo. Ha amanecido en Valencia, ha estado grabando en Alicante, ha tenido dos actuaciones y ha llegado hace una hora escasa a Benagéber. El duro trabajo del artista. Yo de ti me iría a casa, aconseja David. Al Tonet de l´Alqueria Blanca le quedan todavía tres horas de viaje hasta llegar de nuevo a Alicante.
- ¿Qué diferencias hay entre el café teatro y el teatro clásico?
- Todas. En el café teatro has de improvisar con el público y con la gente. Es un formato más distendido, son personajes más superficiales y puedes soltar animalás.
- ¿Tienes algún proyecto de café teatro a largo plazo?
- Esto es un hobby, no lo hago pensando en ello como primera opción... Un actor vive de esto y de muchas más cosas.
- ¿Se gana dinero con el café teatro?
- Sí. Se gana dinero que sirve para complementar el sueldo de un actor.
La entrada al café teatro con el Circuito San Miguel cuesta cinco euros, de los que se extrae una cantidad para la consumición y otra para el artista. Pero sin carteles que quiten protagonismo al biombo rosa y dorado de sus actuaciones, el grupo cobra tres mil euros. Es el precio más alto de todo el Catálogo de Programas de Difusión, un boletín donde se ofertan espectáculos para el ámbito valenciano y que distribuye la Diputación de Valencia a través del SARC (Servicio de Asistencia y Actos Culturales). Este servicio pretende asistir a los municipios valencianos en materia cultural, sobre todo a los pueblos con menor número de habitantes o con menos recursos económicos, como Benagéber. Esta noche, el pase para ver la actuación es gratis. El aforo está completo: unos 120 asistentes de los 166 habitantes del municipio de Benagéber, reconstruido en un término abrupto y montañoso tras desaparecer bajo el pantano que lleva su nombre. El SARC nos envía aquí..., comenta entre dientes Marino Muñoz. Mientras, el camarero del único bar que hay en el pueblo llega para que pidan ya el postre. El alcalde ha avisado: se pasan más de media hora. Piden unos cafés mientras repasan la rutina de caracterización: Y ahora los tacones, ya verás..., dice David lamentando la falta de tiempo. ¡Es que es media hora de arreglarse!.
Sesenta y cinco minutos más tarde de la hora prevista, las luces rojas se encienden. El pequeño escenario muta, se estira, es tan flexible como su piel. Un biombo en medio del improvisado escenario permite a los actores transformarse en limpiadoras, adolescentes y cabareteras. Los tres hombres, enfundados en medias de rejilla rotas y transpirando purpurina, se mueven por el escenario como peces en acuario. Todo está adaptado a la estética travesti, al léxico travesti: me embraga la emoción, le dice una fanática valenciana de la verge a otra.
Entre bambalinas se respira feminidad. El camerino es una de las salas del Ayuntamiento de Benagéber. No es una excepción: esta noche nada es teatro al uso, sino puro pequeño teatro improvisado. Por favor, dejen un pasillito que por aquí tenemos que pasar, había avisado David antes de la actuación a las filas de sillas que se agolpan ante el escenario a ras de suelo. Las hazañas que el grupo ha de hacer para adaptarse tendrán su reconocimiento su final de la obra, cuando un tétrico travestido con acento ruso se dirija al alcalde con sorna: Gracias al Ayuntamiento de Benagéber, a ver si al año que viene volvemos y trabajamos... en un teatro, y no aquí. El público reirá: es broma; obviamente, en la desmitificación del teatro reside la magia del café teatro.
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