Imagino que muchos de ustedes ni siquiera se habrán planteado esa pregunta. Que no votarán en las próximas elecciones y que lo único que recordarán de la Unión Europea serán esas ayudas del fondo social o de la PAC que tanto han contribuido al bienestar económico de este país y que por cierto, pronto terminarán para distribuirse entre nuevos socios más necesitados. El mayor sentimiento que Europa despierta en los tiempos que corren es el desinterés.
Banderas en la sede del Parlamento europeo en Estrasburgo
Quizás el olvido de Europa se deba a que a lo largo de la historia de la integración europea la creación de un mercado común ha ganado importancia sobre la unión política de los estados miembros véase el estado actual de estancamiento en el que se encuentra el Tratado de Lisboa, la constitución de la UE . Sin embargo, sí que se ha intentado de forma creciente dotar de una identidad común a todos los ciudadanos de la unión, aunque sin conseguir muy buenos resultados.
La identidad colectiva comprende todo aquellos que los miembros individuales comparten de la misma manera. ¿Y qué lo que compartimos los europeos? La identidad europea no puede ser la de una civilización basada en la religión, en la historia pasada o en un conjunto de valores occidentales supuestamente superiores. En primer lugar, la separación Iglesia-Estado y la pluralidad de confesiones de los inmigrantes impiden situar al cristianismo como la religión de Europa. Por otro lado, compartimos una historia común marcada por las hostilidades y las guerras. Y la lengua, importante fuente de identidad cultural, también queda excluida (la UE tiene 23 lenguas oficiales).
Por estas razones parece existir un consenso entre aquellos que han reflexionado sobre la idea de Europa. Se coincide en situar en el ámbito de los valores las semillas de la identidad europea. Un conjunto de valores capaces de proporcionar un significado compartido a la mayoría de los ciudadanos europeos: democracia, solidaridad, justicia social, derechos, libertad, igualdad, etc. La tendencia es orientar los componentes identitarios hacia las ideas de democracia y ciudadanía para salvar las barreras que supondrían los elementos multiculturales, multiétnicos y multirreligiosos que encontramos en los países europeos, acentuados en la actualidad por el fenómeno de la inmigración.
A lo largo de los años se han llevado a cabo una serie de procesos, sociales e institucionales, orientados a construir la identidad europea. Los símbolos no parecen haber penetrado demasiado en el imaginario popular europeo: la bandera, el himno de la alegría, el día de la unión, etc. Sin embargo, sí que se está apostando fuerte por la educación. El polémico Plan Bolonia prentende unificar la enseñanza superior europea, facilitando así la movilidad de los futuros trabajadores y estudiantes. Aunque realmente para eso ya estaban unas becas Erasmus que en muchos casos no dan ni para pagar la vivienda y que son concebidas más como una oportunidad para "ir de fiesta" que para cultivar el sentimiento de pertenencia a Europa.
El sistema educativo es una importante herramienta para difundir unos elementos comunes entre los países miembros y su eficacia ya ha sido probada en otros intentos de crear un sentimiento nacional. La identidad se forma por oposición al extraño y por esta razón sería necesario que Europa actuara en bloque en el contexto mundial, defendiendo los valores e intereses que lleva asociados. Pero a tenor de los hechos es evidente que en esto la UE ha fracasado, véase por ejemplo la divergencia de posturas durante la guerra de Irak o la dificultad para consensuar unas medidas comunes frente a la crisis.
Pero la verdadera asignatura pendiente de la UE es acercar las instituciones comunitarias a los ciudadanos. ¿Quién va a votar en las elecciones europeas si no sabe que efectos tendrá su voto en la práctica? Nadie va a sentirse parte de una comunidad política que funciona a sus espaldas. Además muchos piensan que la euroburocracia es un gasto inútil.¿Quién les convencerá de lo contrario?
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Citar este verso de Machado no puede ser más ocurrente al hablar de Mariano Rajoy. Tras la renuncia de Zapatero y las voces que señalan que la estrategia popular podría verse dañada, es necesario preguntarse algo. ¿Ha hecho camino Rajoy? ¿Se ha preparado para ser presidente? Quizás la respuesta sorprenda.
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“Algunos luchamos por tener los pies en suelo.” Lo decía ayer en su Twitter Raül Romeva, uno de los cuatro eurodiputados españoles (Oriol Junqueras, de ERC, Ramon Tremosa, de CiU, Rosa Estarás del PP y él, de ICV) que apoyaron la enmienda para evitar que el presupuesto comunitario de 2012 contemple los vuelos en primera clase de los parlamentarios europeos. No era una excepción. Lo escribía ahí porque es lo que hace siempre: ser transparente.
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Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o diez. Lo importante es el concepto. La idea de tener unos días para llevar a cabo la transición desde la oposición al gobierno. Del banquillo, a llevar el dorsal titular. Nunca tendremos una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión. Veamos su importancia.
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“Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.” De esta manera, Zapatero ha puesto las primarias en el punto de mira tras anunciar que no será candidato a la reelección. Tras este anuncio, observamos algunas reflexiones sobre el proceso
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