Vuelve el Gran Hermano

En 1948 Orwell escribió 1984, que resultó ser un fiel retrato de la sociedad en que vivimos en la actualidad. Los que la hayan leído recordarán que la aportación más emblemática de la novela es la del Gran Hermano, metáfora del vigilante omnipresente e inevitable que controla y manipula la sociedad de Orwell.

Fuente: Flickr. Daquella Manera.

En los últimos años los gobiernos occidentales (con Estados Unidos a la cabeza) han desarrollado una política de vigilancia que mantienen paralelismos con la trazada por Orwell. En las campañas de vigilancia más recientes los confidentes han sido una parte muy importante, y poco a poco también las pantallas están entrando en los hogares de todo el mundo. Ignacio Ramonet alude a estas formas de control en el último editorial de Le Monde diplomatique.

Ramonet habla de “batallones de confidentes voluntarios civiles” que informan de las acciones y conversaciones de la población. Aunque sin duda la medida más orwelliana fue la Operación TIPS (Información Terrorista y Sistema de Prevención) de la administración Bush, que pretendía que los ciudadanos se convirtiesen en espías y se delatasen unos a otros. Pero eso ya es historia, ahora se llevan métodos más modernos, procedimientos que se basan en el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para vigilar a la población.

El vínculo entre sociedad y nuevas tecnologías es cada vez más estrecho, y el límite que se traza entre estos dos elementos se está convirtiendo en una línea muy difusa. El aspecto más inquietante de las nuevas tecnologías es la pérdida de privacidad que experimenta el usuario: lejos de significar mayor libertad de acción, el uso de nuevas tecnologías simboliza una nueva forma de control.

Muchos programas informáticos requieren información personal del usuario, información que aparentemente es inofensiva, pero que en algunas plataformas informáticas se utiliza para crear bases de datos para un uso desconocido (es lo que algunos piensan de Facebook, o los programas espía).

Algunos intelectuales como Howard Rheingold han augurado una revolución social impulsada por el uso de las nuevas tecnologías, sin embargo el control que están haciendo de esas nuevas tecnologías los gobiernos y las grandes empresas va orientado a  limitar la libertad de la población. El último caso es el de las cámaras en la frontera de Texas donde “cada ciudadano, instalado en su casa frente a su ordenador, puede espiar las áreas desérticas texanas. Si ve pasar a algún emigrante clandestino puede denunciarlo con un simple correo electrónico”. Unos tres millones de individuos ya actúan como espías para la administración texana. Y esto no es un reality.