El coche de Julio Verne

“Yo creo que algún día el agua será empleada como combustible, y que el hidrógeno y el oxígeno que la constituyen, usados de forma individual o conjunta, originarán una fuente inagotable de luz y calor”; ya lo decía Julio Verne allá por 1874, entonces parecía un futuro muy lejano, pero hoy el hidrógeno puede que esté más cerca de los depósitos de nuestros coches de lo que creemos.

Surtidor de una hidrogenera de las que emplea la red de transportes propulsados por hidrógeno en Europa.

La subida del precio de los combustibles (ahora poco a poco ya está volviendo a bajar) y la alarma social producida por la crisis económica, y ésta unida al cambio climático, han obligado al poder económico y político a buscar nuevas formas de energía alternativas a las que empleamos en la actualidad.

Las grandes multinacionales están disputando una intensa carrera por lograr el éxito en la comercialización de los vehículos propulsados por hidrógeno. En 1986 BMW presentó el primer prototipo de vehículo que funcionaba con hidrógeno, y hasta la actualidad hay más de un centenar de nuevas propuestas.

El precio de los prototipos es escandaloso, y los particulares en contadas ocasiones pueden adquirir un vehículo que funcione con hidrógeno. Hasta ahora lo más destacado es una red europea de transporte metropolitano que funciona con hidrógeno: en Madrid, Barcelona, Amsterdam, Londres o Estocolmo los ciudadanos pueden disfrutar de este servicio.

¿Es una energía limpia?
Aunque parezca que el hidrógeno es una energía que no contamina en absoluto, lo cierto es que algunas formas de obtención de hidrógeno son muy poco respetuosas con el medio ambiente. El hidrógeno se puede obtener por varias vías: por quema de gas natural el precio es de 3 a 5 euros el kilo, mientras que si obtiene de la electrólisis el precio aumenta hasta 12 euros. El primer proceso es muy contaminante, mientras que el segundo es inocuo.

En la cuestión del almacenamiento las propuestas también son muy diversas: desde hidrógeno líquido a cilíndros de gas comprimido son algunas de las posibles formas de almacenamiento, aunque todavía no se ha obtenido una que sea ligera, eficiente y barata. Últimamente los fullerenos (una forma sólida de presentarse el carbono con una estructura muy estable) están ganando peso, pero los problemas derivados del almacenamiento del hidrógeno son todavía muy considerables.

135 años después de que Julio Verne formulase su propuesta, las administraciones públicas y las empresas privadas todavía no han conseguido llevarla a cabo. ¿Lo impide la tecnología o los intereses?