Jesús Vázquez y otros presentadores multiusos

Parece que cuando un canal de televisión encuentra esa especie de piedra filosofal que convierte el plomo en oro, en este caso a un presentador mediático en comodín para llevar rentablemente las riendas de cualquier programa de la cadena, lo exprime hasta que la última gota de su popularidad se evapora entre el olvido.

El último en sufrir la sobrecarga laboral ha sido Jesús Vázquez, que se ha quejado de que se le han juntado tres programas a la vez, Supervivientes, Operación Triunfo y La guerra de los sesos, y el hombre está algo frustrado y triste, a pesar sus abultados ingresos. Pero como el tío tiene muchos seguidores y Telecinco ahora mismo cuentan que tiene una importante caída de la audiencia, pues tiran de la artillería pesada para intentar mantener a las tropas en algún frente.

Gracias a esta estrategia, Jesús Vázquez se convertiría en otro de los presentadores que la audiencia al final ve hasta en la sopa, como antaño sucedió por ejemplo con el todopoderoso presidente de La Sexta, Emilio Aragón, alias Milikito. Empezó tocando el cencerro en las actuaciones familiares, después creó un mítico programa llamado Ni en vivo ni en directo –con el que llego a ser nominado para algún EMI-, y dio el salto a la fama con aquel tercemundista programa llamado Saque Bola, donde por cierto descubriría a Mané, uno de sus posteriores colaboradores. Pero sin duda su ataque mediático se llevó a cabo gracias al VIP Noche, al VIP Guay, al Juego de la Oca, hasta romper después con Médico de Familia. Posteriormente su estrella artística se fue apagando mientras que se encendía la empresarial, donde de momento brilla con fuerza en el firmamento televisivo.

Otro presentador plasta es el bueno de Carlos Sobera, que abandonó su cargo de profesor de Derecho de la Publicidad en la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad del País Vasco para darnos las brasa primero como padre enrollado en Al Salir de Clase, después en el bodrio Quítate tú pa ponerme yo, y ya, el cielo, con ¿Quieres ser millonario? 50 por 15 de Telecinco, en Antena 3 después con el mismo programa, al que seguirían El gran test, el Invento del siglo y ahora por último, en la primera, con otra birria digna de nuestros tiempos, Los mejores años de nuestra vida.

Ramón García, otro que tal baila. De presentador en No te rías que es peor –programa para eruditos- a ¿Qué apostamos?, del que nunca sabré como pudo tener tanto éxito, de ahí a convertirse en el sempiterno pesado de las campanadas de fin de año, presentador del cutre Grand Prix y terminar su época de afamado guía de grandes programas con ¿Sabes más que un niño de primaria?

Ha habido más, y habrá, tan sólo hace falta tener un número importante de seguidores para ser rentable, y estar dispuesto a echar horas y horas de un programa a otro sin saber de donde vienes ni a donde vas, siguiendo como un sonámbulo los dictámenes de la cadena que te paga las lentejas. Igual también estarán hartos Paula Vázquez con sus múltiples programas de Supervivientes –aunque con esos bikinis que gasta, por mí que siga mucho tiempo-, o ahora en Cuatro con Pekín Express o Fama, o el bueno de Carlos Lozano cuando pilló la buena época de Operación Triunfo y desde entonces lo utilizaron para todo hasta que lo quemaron.