La cara B. Aprueba usted la ampliación de los derechos políticos de las venezolanas y los venezolanos...

Mirando más allá de "SÍ" y "NO" en el último referendo en Venezuela

Chávez en acto electoral en el vecindario caraqueño de Catia (fotografía de Comando Electoral del Sí, fuente: ipsnoticias.net)

"¿Aprueba usted la ampliación de los derechos políticos de las venezolanas y los venezolanos en los términos contemplados en la enmienda de los artículos 230, 160, 174, 192 y 162 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, tramitada por la Asamblea Nacional, al permitirse la postulación para todos los cargos de elección popular de modo que su elección sea expresión exclusiva del voto del pueblo?"

Ante la anterior cuestión todo demócrata convencido respondería "sí", al tratarse de una "ampliación de derechos políticos". Sin embargo, la imparcialidad y claridad de quien pregunta deja mucho que desear. No se sabe la intencionalidad política que se esconde tras el nada convencional orden en que aparecen citados los números de los artículos enmendados: por ejemplo, aparece el 230 antes del 160, y el 162 después del 192. Se incluye también en la pregunta la interpretación jurídica de la enmienda: "todos los cargos de elección popular [...] que su elección sea expresión exclusiva del voto del pueblo". Y la interpretación política: "ampliación de los derechos políticos". Esto es, antes de que el ciudadano se pronuncie, ya se le está vendiendo la enmienda como una ampliación de sus derechos.

Pero vayamos más allá de cuestiones de procedimiento. Toda pregunta absoluta admite como respuestas sólo dos: afirmativa y negativa. Es fácil pues concluir que la ciudadanía que acude a votar el referendo está dividida en dos posturas irreconciliables. Es como decir, por ejemplo, que la sociedad gallega está dividida en tres posturas: PSdG, PP-G, BNG. Se confunden así las reducidas opciones de voto con la mayor diversidad de posturas políticas de los votantes.

Para el presidente venezolano, que perdió un referendo similar en 2007 con el apoyo del 49%, y que felicitaba a los venezolanos por haberle concedido esta victoria con la que "comienza un nuevo ciclo de la revolución bolivariana hasta el 2019", "la única manera de tener patria es tener una patria socialista". Tal afirmación sería ideológicamente correcta si no fuera porque no va seguida de la existencia en Venezuela de amplias capas de población que vivan y actúen realmente siguiendo las premisas socialistas. La fecha de 2019 aparece en el horizonte venezolano, más que como un llamado a la realización de la utopía socialista, como una profecía apocalíptica que anunciara el fin del mundo a los venezolanos si no mantienen a Chávez en el poder hasta ese año. Y Chávez parece ignorar que ninguna patria socialista podrá construirse con un mensaje como el suyo que divide y enfrenta en vez de integrar e incluir.

Los actores políticos que no están con Hugo Chávez (todos los demás, todo es oposición) dejaron en manos del activismo de los universitarios la campaña por el no y los ruegos de mayor transparencia y neutralidad del organismo electoral. El mayor problema de esta oposición es que, aunque más mal que bien, muchos venezolanos sienten que Chávez es el único presidente que se ha ocupado de los pobres del país. Y a su favor, los opositores cuentan con una ligera caída de la popularidad de Hugo Chávez, pues no hay que olvidar que éste fue reelegido en 2006 con un 64% de  votos y que ahora sólo ha apoyado su referendo un 54%, diez puntos menos. Sin embargo, aunque la oposición intenta presentarse ante los venezolanos como "un proyecto distinto al totalitario del presidente Chávez", la verdad es que no acaban de convencer a la mayoría ni de desvincularse de un pasado donde también hubo corrupción y una escandalosa injerencia externa en los asuntos del país.

Tal vez con el sector de votantes con el que mejor se puede trabajar para coordinar una alternativa real a Chávez sea ese 32,95% de abstencionistas que a pesar de la enorme campaña oficial por el sí y el del constante hormigueo estudiantil por el no decidieron no participar en esta división en dos de la patria.

Y es que el plan de una revolución socialista en Venezuela siguiendo el modelo de Cuba puede estar estrellándose con la realidad social venezolana a pesar del empeño de Hugo Chávez por aparecer ante el mundo como el ejemplo de socialismo para el siglo XXI. Para no perdernos entre estudios sociológicos y datos económicos nos conformaremos con un análisis algo detenido de la fotografía que acompaña a este artículo (y que aquí puedes ver en mayor tamaño para observar mejor todos los detalles)

Miremos la fotografía de atrás hacia adelante, y de izquierda a derecha. Una casa, en mejores o peores condiciones de habitabilidad, luce dos anuncios: "se vende esta casa", por el estilo de la casa y el cartón y la escritura a mano del anuncio sabemos que se trata de un particular de clase media baja, por lo que está reconocida no sólo la propiedad privada sino el derecho a comprar y  vender inmuebles sin intervención del Gobierno. Así, conviven las actuaciones especulativas con los llamados "barrios Chávez", es decir, viviendas de protección construidas por el Estado. Frente a esto, en Cuba el derecho a la compraventa de inmuebles está fuertemente limitado por la consideración de la vivienda como un bien colectivo y no una propiedad privada. Más adelante vemos una cámara de televisión que graba las aclamaciones al líder. En primer plano tenemos al líder, no arriba ni abajo sino a la misma altura del pueblo, mezclado con él, un signo más del populismo de Hugo Chávez. La consecuencia de este populismo es que la legitimación del Gobierno depende de la popularidad del líder y no de las medidas que se tomen. Sobre la mesa se ve un aparato de radio o una grabadora. Todos los medios se hacen eco de todos los actos del líder.  Y a la derecha se ve la masa saludando al líder y haciéndole fotografías con sus cámaras y teléfonos móviles.

De esta escena podemos extraer un socialismo que no es más que capitalismo de Estado. Es con una gasolina a precio muy barato cómo Caracas y otras grandes ciudades de Venezuela se llenan de más y más coches conducidos por la clase media baja que antes viajaba apretada en los autobuses. Es esa gasolina barata la que deja a "los pobres del país" dinero sobrante para adquirir lo último en tecnología: cámaras digitales, móviles, mp3s...

Pero, ¿quién paga todo esto?, ¿el narcotráfico?, ¿cómo medir el precio real de los productos subvencionados por el Estado? La inflación real, sólo en los alimentos, era del 31% en 2007 y del 47% en 2008. Pero es una inflación que Chávez oculta a "los pobres del país" que compran a precio de saldo en la cadena estatal de supermercados.

En Venezuela nunca existió una masa obrera que, desde la base, exigiera una revolución socialista, sino un golpista frustrado que finalmente alcanzó el poder democráticamente más por el desmérito de los gobiernos neoliberales que por sus propias virtudes. Para comprobar esta inexistencia de clase obrera basta con observar el  bajo índice de inmigrantes venezolanos en el Estado español. Boris Izaguirre o Ivonne Reyes no son de extracción obrera precisamente. Y no hay asistentas o cuidadoras venezolanas, sino abogadas, médicos, profesionales en fundaciones y universidades privadas... 

Entonces, ¿estamos sólo ante un capitalismo de Estado frente a un capitalismo de mercado?, ¿ante una revolución ciudadana que sólo quiere gasolina barata? Lo sabremos si ahora que baja el precio del petróleo también baja el peso político de Chávez en la comunidad internacional.