Los re(s)tos de la profesión

Tú que estás leyendo esto, arquitecto, si estás dentro de la horquilla que va desde los recién titulados hasta los 35, tú, compañero, amigos todos: Sois la primera generación de arquitectos que realmente va a saber lo que es el paro.

Este año se celebrará en Valencia, si nadie lo remedia, un Congreso de Arquitectos de España. Se desconoce si entre los asistentes mediará una suerte de Battle Royal (con Carlos Hernández Pezzi en el papel de Takeshi Kitano), con un proyectito de los de la época de las vacas gordas como premio final, esto es: con un modificado del 56%, el aumento de honorarios pertinente (esa costumbre recientemente implantada de, ya que uno se va del presupuesto, encima pide más dinero) y por supuesto, dada la presencia del CSCAE, y como accesit complementario para el ganador, una furibunda y ciega defensa por parte de Pezzi y la nutrida selección de los abajo firmantes de siempre.

Bromas (ejem) aparte, el tema del congreso es “El futuro de la profesión”, aunque Pezzi prefiere llamarlo “Los retos de la profesión”. El enlace de descarga del *.*pdf del artículo, seguramente melifluo y soporífero a partes iguales, no funciona. No es mal oxímoron para comenzar: el reto de futuro no sabemos cuál es, pero el del presente es ese. No funcionar. Sin tan siquiera haber leído el articulo, el titulo se antoja engañoso: ¿el reto?. Cuesta hablar de reto cuando el objetivo de la gran mayoría de profesiones es SOBREVIVIR: “Vamos a ver si comemos este mes, y los retos ya, si eso…. Luego mañana, ya vamos viendo.”

La profesión de arquitecto va camino de un brusco cambio. Los técnicos de los ICCP se llaman Ingenieros Técnicos de Obras Publicas. No se llaman Ingenieros Técnicos de Caminos, no. En Arquitectura…, no es solo que haya Arquitectos Técnicos, es que hay Arquitectos de Interiores, Arquitectos de Sistemas y un largo etcétera. Resumiendo, no se ha defendido el propio terreno o, tal vez, otros lo han hecho mejor. Pero cuando esos otros son la competencia, algo pinta mal.

Siendo francos. Tú que estás leyendo esto, arquitecto, si estás dentro de la horquilla que va desde los recién titulados hasta los 35, tú, compañero, amigos todos: Sois la primera generación de arquitectos que realmente va a saber lo que es el paro. Así, como lo leen. Olvídense del “prestigio social del arquitecto”. Tan crudo como suena.

Los arquitectos nunca piensan que están en paro. Si no están concursando, están con la reforma del baño de alguien, o colaborando (sin cobrar, claro) en algún estudio. Pero como la cosa siga como va, con los estudios haciendo degollina y la vivienda en caída libre, ustedes se van al paro. Y un paro fastuoso, que gracias a la situación de “falsos autónomos” de la mayor parte de la profesión, viene sin subsidio de desempleo. Genial, ¿eh?.

Bueno, siempre quedaran los concursos, pensarán ustedes. La obra pública. Donde uno siempre podrá confiar en su capacidad para obtener un trabajo apoyándose únicamente en su valía. Pues tampoco. El mismo hambre que tienen ustedes, arquitectos que no salen en el HOLA, tienen los que si salen. Más incluso, porque el traje casual de Prada está por las nubes. Ellos también se presentan, y además con ventaja.

Steve Martin en Bowfinger (El pícaro) utilizaba un sistema de reclutamiento “baratito” para su equipo de rodaje: se iba a la frontera con el Río Grande en plena estampida de espaldas mojadas y abría la puerta de atrás de la furgoneta, a ver qué entraba. Pues lo mismo, pero aquí basta con ser un profesor henchido de divismo y abrir la puerta del patio de cualquier Escuela de Arquitectura española. No parece muy ético eso de valerte de un puesto público en una Universidad para reclutar, por coste cero,  mano de obra para tus concursos.

Con todo y con eso, ustedes aún confían en sus posibilidades. Desengáñense. Cuando no hay concurso en dos fases con “estrellas invitadas”, hay un “a dedo” directo para que lo haga una estrella de relumbrón (sin que nadie proteste lo mas mínimo en ninguna revista del ramo, que luego no los invitan a las fiestas). O peor aún, hay quien pone siempre el mismo monigote para que sus camaradas del jurado sepan quién debe ganar. Soberbio. Perdón, podrido.

Y para terminar de cuadrar el círculo, el tan manido plan Bolonia, que finalmente, ya está aqui. Ya se veía venir que la estrategia del CSCAE de “Nononononono, aaaaaaaa, noteoigoooo…” no era lo que se dice sólida-sólida. Los aparejadores, que después fueron Arquitectos Técnicos, son ahora Ingenieros de la Construcción. Ustedes, arquitectos de planes de estudios antiguos, que se chuparon una caterva de años estudiando más el fin de carrera y que ya tienen su titulo, van a pasar a ser Graduados en Arquitectura. Y no olviden que los ingenieros de caminos, los de ahora, sus competidores, quienes comparten ciertas competencias con ustedes, la otra cara de la moneda, pasan a ser: Master en Ingeniería. Graduado…. Master… ¿A alguien le parece que se la están colando por toda la escuadra?

Y, a todo esto, ¿Y nuestras queridas, magnificas y dignísimas instituciones?

¿Que hace el Consejo Superior de Arquitectos? A Carlos Hernández Pezzi, lo de los “graduados”, se ve que no le preocupa mucho, dado que ha estado apagando fuegos con lo de Bolonia hace bastante tiempo. Reduciendo la información que llegaba a los colegiados y, hablando en plata, tocándose la pera limonera.

Pezzi se reúne con un director general, que le engaña, no una ni dos, sino hasta tres veces. ¿Le engaña o alguien se deja engañar? Sin embargo, el decano de los ICCP se reúne con el Ministro. Los arquitectos a graduarse y los ICCP a masterizarse. Y la Tomasa, (Carlos) en los Títeres. Pintando menos que nada.

¿Y los Colegios? Algunos protestan (honrosísimas excepciones), otros no y a otros por lo visto todo les da lo mismo. Por ahondar un poco más en el tema, la Asamblea reparte los asambleístas proporcionalmente al número de colegiados,  pero en el Pleno de Consejeros vale lo mismo el voto del Colegio de Melilla que el voto del Colegio de Madrid. Fantabuloso. Aún más, el Colegio que más metros cuadrados visa de España, Málaga, no se sienta en el Pleno. Lo hace el Consejo Andaluz. Que ni visa, ni siente, ni padece.

¿Quieren reirse? Vayan TODOS en masa a la sede del CSCAE (Castellana, al lado del Embassy) y pidan por escrito y con registro de entrada el presupuesto completo del Consejo. Sueldos incluidos. Ustedes lo pagan. No está mal que lo conozcan. Pídanlo, para que cuando en su titulo lean GRADUADO y se presenten a un concurso en el que tengan que competir con un MASTER, recuerden qué les cuesta la graduación, y las magnificas labores de aquellos a quien se la deben.

Del tema de los concursos y de la desestructurada situación profesional, ni saben ni les preocupa. Sobre lo primero, ninguna novedad, hay Colegios que respaldan concursos con ¡Estrella Invitada! ¿Les cobran más colegiación a las estrellas del galáctico firmamento de los divinos? Sobre lo segundo, desestructurada o no, la profesión ha estado visando proyectos a todo tren durante unos 5 o 6 años. A nadie le ha preocupado que los estudios tuvieran la capacidad de aguante de un papel de fumar o que hubiera 100 oficinas de medio pelo (que ha redundado en la calidad del trabajo, no lo duden) donde en condiciones normales había trabajo para dos bien organizadas.

De la prensa especializada tampoco puede esperarse nada. Está alejada del debate y siquiera considera salir de la camarilla de amiguetes que “nos publicamos, juzgamos y nos la medimos a ver quien la tiene más larga”. De la generalista menos aún. Quienes escriben en la canallesca sobre arquitectura son, o unos chaqueteros amantes de la leche melaminada, o unas cursis a las que más les valdría ver una obra, alguna vez en su vida, para saber de lo que hablan. Es imposible encontrar una sola publicación seria donde se analice en profundidad cualquiera esto mismo que contamos.

La crisis que vivimos no está sólo relacionada con el modelo de negocio de estos años de abundancia. Es una crisis general. De nuestra profesión, de la forma de encararla, de lo que entendemos por ella, y, sobre todo, de nuestras instituciones con el CSCAE a la cabeza. Así que vayan a Valencia. Pero no vayan a escuchar. Vayan a demandar. Vayan a exigir. Vayan a aportar soluciones. Hagan que les escuchen. Se las deben a ustedes. Nos las deben a todos.

Si a alguien se le ocurre empezar una conferencia sobre “lo bonitas que son las cosas que yo hago, que además son sostenibles y mis amiguetes me las publican en el Hola” abuchéenlo hasta echarlo del escenario. Habrá tiempo para eso. Mas adelante. Pero ahora, no. Ahora estemos a lo que estamos. A sobrevivir. Sería insultante que hubiera ponentes cobrando bolos de verano. Esto es un congreso para ver cómo salimos del hoyo. Es impropio e indigno, que mientras en el publico se sientan jóvenes que están en el paro del falso autónomo –es decir sin nada-, pero aun así han ido a Valencia por que quieren participar, un divino de los de siempre, un amiguete, un maldito goodfellas, se lo esté llevando crudo por hacerse una manola en público.

Estamos ante una oportunidad para buscar soluciones, para encontrar la forma de redefinir una profesión digna, de profesionales dignos, con contratos dignos, con jurados dignos y sobre todo, con unas instituciones dignas. Y lo demás, es inutilidad en el mejor caso y repugnante politiqueo en el peor.

PD: Este artículo viene con plantillas de camisetas. Son libres y de uso publico dejando el enlace pequeñito de abajo. Háganse unas, estas o las que quieran, y pónganselas. Y que les vean y les oigan. QUE NOS OIGAN!!!!