Mi familia bien, gracias

Pese a las apocalípticas diatribas lanzadas por el cardenal Rouco en la plaza de Colón, y sus equívocas directrices sobre el modelo de familia, la mía se encuentra bien, tanto de salud como de libertad de pensamiento.

Ayer domingo, mi esposa, al regresar del centro de la ciudad, comentó que debía pasar algo, porque había encontrado muchas calles valladas y cerradas al tráfico por la policía municipal.  Descartado que fuera a causa de una prueba deportiva, maratón o carrera ciclista, mi hija cayó en la cuenta: “Debe ser por esa manifestación que han convocado los obispos en la plaza de Colón”. Como luego comprobaríamos, se trababa de una cita organizada por el arzobispado de Madrid y los movimientos eclesiales, bajo el lema La familia, gracia de Dios.

Debo disculpar esta imprecisión de mi hija ya que no está muy ducha en la terminología de la curia eclesial, ya que sus progenitores no la hemos obligado a recibir ninguno de los sacramentos que, por su edad, le corresponderían en caso de obedecer los mandatos de la Iglesia católica. En esta casa seguimos principios liberales y dejamos que cada uno elija, libremente y sin coacciones por parte de ninguna institución, las opciones ideológicas que cada cual prefiera. Un rasgo de libertad que, nosotros, sus padres, por haber nacido en los tiempos en que la Iglesia caminaba mano a mano con la Dictadura, a cuyo máximo jefe le otorgó el honor de salir bajo palio, no pudimos disfrutar. Ahora, mi hija, entre otras opciones, puede elegir entre meterse a monja en un convento o estudiar ingeniería. De momento, parece que en uso de su libre albedrío, le tira más lo segundo.

De todas formas, al confundir una multitudinaria Eucaristía –como la definieron sus convocantes-, con una manifestación de signo político, mi hija no andaba muy descaminada. Desde el altar, el cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal Antonio María Rouco se dirigió a la muchedumbre allí convocada: “Estremece el hecho y el número de los que son sacrificados por la sobrecogedora crueldad de una de las lacras más terribles de nuestro tiempo tan orgulloso de sí mismo y de su progreso”. En esos momentos, el ejército israelí vomitaba torrentes de fuego sobre Gaza sembrando el terror y la muerte sobre la población palestina, pero Rouco contra lo que arremetía era contra la práctica del aborto. Que en España, como en la mayoría de países democráticos, está regulada legalmente.

Con el pretexto de señalar que “la familia es la principal agencia de paz” el acto religioso ha servido para expresar la protesta de la jerarquía católica contra la legalización del matrimonio homosexual, la despenalización del aborto y la entrada en vigor de la asignatura Educación para la Ciudadanía. En su homilía, Rouco Varela a rechazado otros modelos familiares presentes en la sociedad actual, insistiendo en que el modelo de vivir en familia debe ser el descrito en la Biblia, el de la Sagrada Familia de Nazareth.

Lo cual no deja de resultar sorprendente, pues los que hemos sido instruidos en los rudimentos elementales de la religión cristiana conocemos bien ese modelo de familia integrado por María, una mujer que ha concebido un hijo fuera del matrimonio, José, un modesto carpintero que acepta resignado su papel de padre putativo y un niño que, al hacerse mayor, predicó una doctrina bien distinta a la que sostenían  los sacerdotes del templo. Motivo por el que fue ejecutado en el vil madero.

"Las religiones han sido la causa de las peores desgracias sociales", advertía ya  Lucrecio, en el siglo I antes de la era cristiana. Hoy, con la que está cayendo, es una suerte poder decir que, en medio de esta tremenda crisis económica y social que afecta al mundo, pese a los talibanes islámicos y a los integristas católicos, pese a los fundamentalistas del neoliberalismo económico que predican la desprotección social por parte del Estado, mi familia se encuentra bien, gracias.