Michael Jackson y el saco roto de los famosos

Ni se les pasó por la cabeza. Pensaban que la ruina era un término acuñado para economías débiles, constituidas por curritos y pobres diablos que llevaban tal estigma monetario marcado a fuego en su destino. Un estrato social, por cierto, del que la mayoría de ellos salieron, y que cual San Pedros contemporáneos, reniegan no una, sino cincuenta veces, temerosos quizá de volver a sus filas tras una mala tarde, de esas que tiene cualquiera. El último en sufrir una de estas tardes ha sido Michael Jackson, que tendrá que aligerarse de quincallería lentejuelera para pagar las facturas del gas y del Círculo de Lectores.

Otros dos entrampados

Pues sí, al exitoso y superventas Michael Jackson, no le ha quedado más remedio que poner en venta parte de sus bienes más preciados para poder solventar algunos problemillas económicos acrecentados en los últimos años. Importantes tienen que ser para desprenderse de su mítico guante de brillantes o incluso de la metálica puerta de su rancho Neverland, famoso parque de atracciones privado que cual Terra Mítica o Isla Mágica, ha dado más disgustos que beneficios. La vida, como las norias que le gustan a Michael, da muchas vueltas, y esta vez el final de recorrido de tan amada atracción en lugar de ingresos le ha traído facturas, que tampoco son mancas. Pero el amigo Michael no es el único que ha sufrido reveses debido a una mala gestión. Aquí tenemos algunos ejemplos más de famosos manirrotos.

Si nos vamos atrás, tenemos al bueno de William F. Cody, más conocido como Búfalo Bill. Este antiguo jinete del Pony Express, soldado explorador confederado, mata indios y caza búfalos experimentado que abastecía de carne a los trabajadores del ferrocarril –una especie de matarife de la renfe yanki-, montó un espectáculo circense sobre el salvaje oeste, contratando hasta a Toro Sentando –lo que es la vida-, se compró un rancho en Nebraska y fundó una ciudad, Cody, en Wyoming. Pero el que tanto abarca poco aprieta, que dice el refrán, y se arruinó más que Ángel Cristo, por lo que pasó los últimos años de su vida trabajando por cuenta ajena y sin el prestigio que había gozado antaño.

Abraham Lincoln también sufrió de mal de monedero, al perder todo en 1833, tras fracasar su intento de poner un negocio. Menos mal que se recuperó y treinta años después llegó a ser presidente de su país.

Ya más en nuestros días, tenemos a Kim Basinger, que se declaró en quiebra en 1993 cuando un juez le ordenó pagar 8 millones de dólares a una productora con la que se comprometió verbalmente a rodar una película. Vamos, como cuando un torero pega la espantá y se niega a torear porque el bisho le da malaje, solo que con bastantes más dólares por medio. Para poder hacer frente a todo, no le quedó más remedio que vender un pueblo de Georgia que se compró en Sepu, de rebajas, allá por 1989, con otra joyita como es Alec Baldwin, su entonces marido.

Mick Fleetwood, de los Feetwood Mac, se arruinó a mediados de los ochenta debido a su aficción a los polvos blancos que suben por la nariz, aunque según él era debido a que había invertido demasiado en el ladrillo, estilo Martinsa Fadesa. Francis Ford Coppola, es un caso curioso pues pese a ser un reconocido director, con grandes éxitos cinematográficos, también ha pasado por esta terrible situación de romper la hucha del cerdito y no tener suficiente para afrontar pagos, sin embargo, se suele recuperar, o por lo menos reunir lo suficiente para su siguiente proyecto. Otro que tal baila, o toca el piano en este caso, es Elton John, uno de los músicos más despilfarradores, que cree que con dar unas limosnas para los pobres negritos o para la lucha contra el sida ya tiene limpia su conciencia para una buena temporada. Pues resulta que el hombre tuvo que vender veinte de sus automóviles de lujo tras perder un multimillonario pleito judicial contra sus antiguos contables y su ex representante, aunque según era porque al no estar en casa pues no los utilizaba, e igual digo yo que se les descargaba la batería y era una lata. La lista es larga, y hay un blog en internet que cuenta la lista de famosos, creo que sesenta y tantos que han sufrido mal de pecunio. En fin, haberlos haylos, como las meigas.