Quién dijo que la televisión no podía ser educativa. Gracias al programa CQC que emite La Sexta, muchos espectadores -algunos incluso votamos- pudimos conocer de primera mano hasta qué punto es ignorante la clase política española.
Con perdón para los burros
Verbigracia: Trillo, ex ministro de Defensa y conquistador de Perejil y Soraya Sáez de Santamaría, figura emergente del nuevo PP de Rajoy, no saben ni en qué continente está Lesotho; Leire Pajín, actual número 3 del PSOE, desconoce quién es el presidente de Rusia; Gaspar Llamazares, número 1 de la IU del siglo XXI -así les ha ido- no ha escuchado hablar de Joe Biden, vicepresidente electo de Estados Unidos; Elena Espinosa, ministra de Medio Ambiente, José Antonio Alonso, ex ministro del Interior y portavoz del PSOE en el congreso y Esteban González Pons, responsable de comunicación del PP, no tienen ni idea de en cuánto está el salario mínimo, y otro diputado del PSOE, de cuyo nombre no puedo acordarme -aunque mando recuerdos a toda su familia- asegura que asciende a 800 gracias, claro, a la buena gestión socialista.
Hasta ahora, algunos pensaban que esto era cosa de sociedades analfabetas como la estadounidense. Qué gracia nos hacían sus estudiantes pensando que España se encontraba al sur del Río Grande, o su Sarah Palin confundiendo África con un país. Para partirse. Ahora, ya nos ha quedado claro que zoquetes los hay en todas partes, pero que los nuestros son de campeonato.
Nuestra clase política representa el fracaso de toda la sociedad en su conjunto y de los planes educativos de este país desde que Franco era alférez. Aquí no vale echarle la culpa a ningún gobierno concreto, ni a la LOU, la LODE, la LOGSE, la LOCE o LAMADREQUELOSPARIOATÓS. Nuestros políticos nos devuelven nuestra propia imagen. Y ésta tira para atrás, como la que vemos en el espejo a la mañana siguiente de haber cogido una cogorza de anís seco (y sé de lo que hablo).
Nuestra mentalidad de nuevos ricos no puede ser por más tiempo disfrazada. Nos creíamos los reyes del mambo porque después de haber dejado atrás una dictadura de cuarenta años -sin pensar nunca cómo demonios pudimos mantener un régimen autoritario en Europa occidental durante décadas sin que se nos cayera literalmente la cara al suelo de vergüenza-, y tras haber chupado de la teta de la UE hasta dejarla exhausta, nos habíamos convertido en una potencia mundial. ¿Acaso fue gracias a nuestra sólida cultura científica y humanista? No, qué va. Fue a causa del turismo, primero, y después de un boom inmobiliario de proporciones bíblicas que nos ha hecho mundialmente célebres y nos ha situado en la zona alta de las listas de deterioro medioambiental.
Ahora, esta España campeona de la libertad, faro de Occidente, perla del Oriente -como Al Qaeda no se cansa de repetir- que surgió de la nada, ha alcanzado las más altas cotas de la miseria, que dijera el otro. Y todo, opinan sesudos analistas, por contar con tres millones de parados. Como si tener sólo dos millones en los mejores e idílicos tiempos -esto es, el año pasado- fuese la jodida Utopía de Moro, la Ciudad del Sol de Campanella y la República de Platón, todo en uno, pero corregido y aumentado.
No, el problema no es que España fuese un gigante con pies de barro. Es que nunca hemos sido tan grandes. Sólo nos hemos crecido porque no podíamos haber salido desde más abajo y hemos olvidado que un país que ha sido incapaz de revisar su historia reciente con dignidad; en el que no se ha consumado la separación real entre Iglesia y Estado; y en el que el terrorismo etno-izquierdista de ETA sigue resultando decisivo en el tablero político, no puede ir pavoneándose por ahí dándose aires de inflada grandeza.
Aunque, no sé de qué me quejo. Para qué queremos politicos formados si podemos ganar la Davis.
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Citar este verso de Machado no puede ser más ocurrente al hablar de Mariano Rajoy. Tras la renuncia de Zapatero y las voces que señalan que la estrategia popular podría verse dañada, es necesario preguntarse algo. ¿Ha hecho camino Rajoy? ¿Se ha preparado para ser presidente? Quizás la respuesta sorprenda.
En: E-Campany@
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“Algunos luchamos por tener los pies en suelo.” Lo decía ayer en su Twitter Raül Romeva, uno de los cuatro eurodiputados españoles (Oriol Junqueras, de ERC, Ramon Tremosa, de CiU, Rosa Estarás del PP y él, de ICV) que apoyaron la enmienda para evitar que el presupuesto comunitario de 2012 contemple los vuelos en primera clase de los parlamentarios europeos. No era una excepción. Lo escribía ahí porque es lo que hace siempre: ser transparente.
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Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o diez. Lo importante es el concepto. La idea de tener unos días para llevar a cabo la transición desde la oposición al gobierno. Del banquillo, a llevar el dorsal titular. Nunca tendremos una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión. Veamos su importancia.
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“Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.” De esta manera, Zapatero ha puesto las primarias en el punto de mira tras anunciar que no será candidato a la reelección. Tras este anuncio, observamos algunas reflexiones sobre el proceso
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