Yo que soy un romántico seguiré considerando a Edward D. Wood Jr. (o Ed Wood, a secas) como el peor director de todos los tiempos. Nos dejó verdaderas joyas cinematográficas cargadas de ingenuidad y diversión; Glen or Glenda, por ejemplo, es una película del año 53 que presenta la idea del travestismo. De hecho, años después de servir en la II Guerra Mundial el propio director reconocería que bajo su uniforme de combate vestía una fínisima lencería femenina. Así era Edward Wood, un tipo contradictorio. Su película más importante, la mejor bajo mi punto de vista, fue Plan 9 del Espacio Exterior: un collage pop que mezclaba un guión escrito en dos semanas, algunos minutos de escenas de Bela Lugosi (aún vivo), metraje de otras producciones Hollywoodienses del momento, una puesta en escena tan torpe como formidable y un calamar gigante y una charca. Y todo en una época en la que lo cutre no era más que eso.
El dedo de Uwe Boll
No tener talento alguno puede ser una buena forma de ganarse la vida. Bien lo sabía Ed Wood y bien lo sabe Uwe Boll, un director de nacionalidad alemana que habita entre dos mundos: el videojuego y el cine.
Los tiempos han cambiado, pero parece que esta clase de genios se hallan atrapados en una dualidad natural sin remedio. Como Edward entre hombre y mujer, Boll entre la ficción del videojuego y la fílmica.
El director alemán ha llevado a cabo hasta ahora siete de estas adaptaciones: House of the Dead, la famosa y entretenida recreativa de la casa Sega; Alone in the Dark, que cuenta la investigación de un hombre -con la ayuda de una científica y un grupo de militares- obsesionado por descubrir el motivo de las pesadillas que le atormentan. Alone in the Dark, así dejaba yo a Boll hasta el fin de los días.
Bloodrayne, se trata de un videojuego poco conocido. Aunque continúa en la línea característica del alemán. Podríamos resumir el argumento así: una vampiresa (¿judía?) que se dedica a matar nazis. En 2007 estrenó su secuela: esta vez la historia se localiza en el lejano oeste y comparte protagonismo con legendarios personajes como Billi "el niño". Sin comentarios; In the Name of the King, adaptación del videojuego Dungeon Siege. He leído por ahí que es una especie de mezcla de más de tres horas de El Señor de los Anillos y Las Crónicas de Narnia y he comenzado a toser frenéticamente. Un reciente informe médico concluye que Uwe Boll es más nocivo que el tabaco.
Además, ha dirigido recientemente Postal -un videojuego sobre actos terroristas, fanatismo y presunta crítica de la sociedad norteamericana y su religiosidad- y le han negado los derechos sobre el mítico World of Warcraft. Gracias Blizzard.
Sin embargo, lo que menos debería importarnos de esta clase de directores, los peores de toda la historia, es su labor cinematográfica. Su figura y su leyenda están por encima de otra consideración creativa. Así Uwe Boll elaboró una lista negra de los críticos que peor le habían tratado estos últimos años y les retó a un combate de boxeo. Tan sólo cinco se atrevieron a luchar: un español (Carlos Palencia) en el Festival de Cine de Terror de Estepona y otros cuatro americanos en Vancouver. Les derrotó sin ningún problema. Uwe Boll es así, un luchador de boxeo que adapta clásicos del videojuego al cine.
Me pregunto si para convertirse en un extravagante creador de tal envergadura hay que poseer un nombre a la altura (Ed Wood; Uwe Boll). Yo he adoptado chicocerilla, por si acaso.
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
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