Nicole Kidman y los transexuales del séptimo arte 

Hay actrices que siempre logran sorprendernos, y Nicole Kidman suele ser siempre una de ellas. Con una trayectoria que ha ido de menos a más, tanto a nivel interpretativo como físico, pasando de jovenzuela de mofletes sonrosados y roja y ensortijada pelambrera tipo duquesa de Alba, a hermosa princesa de cristal, elegante y fría, y poseedora de una enigmática sonrisa, que uno no sabe si es la de un ángel o la de una diablesa más mala que un rayo. Ahora se aventura en una nueva empresa, la de enfundarse en la piel del primer transexual de la historia, que responde al nombre de Einar Wegener. La peli se titula La chica Danesa.

Lili y Nicole, tanto monta...

Para más inri, Charlize Teron será la coprotagonista de la historia, Greta, una reconocida pintora danesa, que mostraba en público su lesbianismo, dándole la réplica en el papel de esposa de Einar Wegener, así que seremos testigos de un matrimonio entre dos divas que ponen palote a medio mundo y que de repente una de ellas, Nicole, que hasta el momento ejercía de galansote, decide, tras posar para un retrato vestida como mujer, que lo suyo es eso, así que al diablo afther shave y pantalones subidos estilo Julián Muñoz y se pasa a los maquillajes y al viejo taconazo. La historia no tendría tanta importancia hoy en día, pero resulta que tal suceso ocurrió realmente, solo que en los años veinte, donde la sociedad no era tan permisiva como ahora.

Una vuelta más a lo ya visto hasta ahora, donde normalmente se dedicaban películas en tono de humor a temas relacionados con el cambio de sexo. Ahí tenemos ejemplos como Tootsie, de Sidney Pollac, donde el pequeñajo de Dustin Hoffman se traviste de mujer para poder desarrollar un trabajo que no había manera de conseguir como hombre. Es curioso que en el mismo año, 1982, se rodase otra comedia musical con el mismo tema argumental, Víctor o Victoria, de Blake Edwards, donde en este caso es Julie Adrews la que se pasa a la otra acera para convertirse en un célebre travesti que triunfa en la capital francesa. Por supuesto, no me olvido de la predecesora, la gran Con faldas y a lo loco de Billy Wilder, donde Tony Curtis y Jack Lemon se visten de mujeres para huir de unos malos malosos que tuvieron la mala suerte de contemplar el día de la matanza de San Valentín.

En los últimos años han surgido algunas que otras pelis estúpidas de protagonistas que cambian de sexo por alguna razón. Como la Señora Doubfire, donde un pesado Robin Williams se convierte en niñera de sus propios hijos para estar cerca de ellos tras su divorcio. Pero en ninguno de los casos citados hasta el momento, se había producido ni un mínimo corte en el apéndice de la virilidad, ni un incremento siliconero de protuberancias pectorales, hasta que llegó Nicole con las rebajas y dijo que palante como los de Alicante, a rodar una película de transexuales de verdad, donde el/la protagonista pasan por el quirófano, en este caso el de un hospital alemán, donde le estirpan los testículos y el pene y ya de paso se cambia el nombre y se hace llamar Lili Elbe. En 1931 se reune con el Hacedor al cascarla tras una complicada operación, la quinta en su haber, en la que quería transplantarse un útero pues el artista quería ser madre.

Comentar, no obstante, que uno de los que hicieron una de las primeras películas de transexuales fue Ed Wood, el legendario peor director de la historia –algo muy subjetivo-, filmando un guión basado el la biografía de Christine Jorgensen, uno de los primeros transexuales públicos del país del Tío Sam, y que llevaba por título Glen o Glenda. El amigo Wood gustaba de travestirse, y tiene en su haber, algo que muchos heterosexuales de su generación no pueden presumir, el salir vivo del desembarco en la playa de Tarawa, durante la II Guerra Mundial, donde la pelaron 3600 soldados americanos, con un sujetador, un liguero y unas medias debajo del uniforme. En fin, como el sus pelis siempre han sido desprestigiadas, pues ésta de transexuales apenas se conoce.

 La historia de Christine Jorgensen

Para dar el toque español sobre el tema, decir que aquí Vicente Aranda estrenó en 1976 una película llamada Cambio de sexo, donde una jovencísima Victoria Abril interpreta a un adolescente Jose María al que gusta más tirar de rimel y medias de rejilla que patear balones de cuero o fumarse canutos en los billares con los amigotes, y cuyo padre, para deshacer tal entuerto, no tiene otra idea que llevarla a un local de transformistas llamado Starlet para que pierda la virginidad con una antigua amiga suya. El iluminado de su páter sale de Málaga para meterse en Malagón, pues al niño/a ve una actuación de Bibí Andersen, ejerciendo de sí mismo, y decide que eso es lo que quiere ser, soñando con operarse y convertirse en María José. Una película bastante heavy para una época tensa, en la que la transición caminaba sobre una delgada e inestable línea.

 Cambio de Sexo

Para acabar, decir que hace poco Telecinco intentó exprimir los quince minutos de fama de Amor, el transexual de Gran Hermano no se cuantos, vendiéndonos su operación de cambio de sexo bajo la excusa de un programa que hablara sobre el transexualismo y así intentar promocionar y colocar a la cantera de uno de sus programas más rentables.