¿El fin de la crisis?

Se acabó la crisis, o al menos queda aparcada por unos días. No, no estamos hablando de la crisis económica que amenaza el estado del bienestar de nuestra civilización occidental. Eso lo dejamos para Zapatero y sus colegas del G-20. Aquí trataremos sobre la otra gran crisis de la que se ha hablado durante los últimos días, la del Real Madrid.

Un respiro momentaneo para Schuster y Plaza (EFE)

Las ocho de la tarde del sábado era la hora de la verdad para el club que dirige Calderón. A esa hora las dos secciones del Real Madrid (fútbol y baloncesto) iniciaban sendos decisivos encuentros tras una trayectoria errática durante las últimas semanas. La película pudo tener un final trágico para Calderón, Mijatovic y compañía. Al filo de las nueve y media de la noche el Málaga se adelantaba en el Bernabéu (2-3) tras transformar Apoño un penalti. La situación era delicada, pues el equipo de Schuster jugaba con uno menos desde el minuto 43 por la expulsión de Sergio Ramos. Mientras, en Badalona, el Joventut se iba de 18 puntos a los dos minutos de iniciarse el último cuarto. Negros nubarrones se cernían sobre el futuro madridista pero, como si de una convencional película de Hollywood se tratara, en el último acto se resuelven los enredos, el galán (¿Calderón? ¿Mijatovic? pensemos mejor en Higuaín para el papel) se queda con  la chica y se termina con happy end. Fueron felices y comieron perdices. La pregunta es ¿hasta cuando?

Más espíritu que fútbol

La gran actuación de Higuaín y la épica victoria madridista no puede esconder las carencias de un Madrid que cuesta adivinar a qué intenta jugar. El equipo, lejos de tener un estilo definido, fía sus aspiraciones a las genialidades individuales y a la garra de sus jugadores. Un pase de Guti por aquí, un tiro libre de Sneijder o Van der Vaart por allá, la fiabilidad ante el gol de Van Nistelrooy e Higuaín siempre... pero fútbol, muy poco. A falta de fluidez y continuidad en el juego, el equipo se mueve a impulsos. Un arreón de vez en cuando le suele bastar para resolver los partidos.

Todo lo anterior, que puede ser suficiente en Liga, no lo es para pasearse por Europa. A la vista está: el Juventus, primer equipo decente (no grande, sólo decente) que se ha encontrado en el camino, ha dejado al descubierto todas sus miserias. El primer problema del Madrid es la confección de la plantilla. Calderón y Mijatovic se durmieron durante el verano en espera del sí de Ronaldo. El no final del portugués y la marcha de Robinho dejaron un equipo cojo. Para colmo Schuster tampoco da con la tecla. No es sólo que no haya encontrado su once ideal (los entrenadores justifican esto hoy en día con las sacrosantas rotaciones), es que ni tan siquiera parece tener claro el estilo de juego. Las comparaciones son odiosas pero también inevitables, aunque duelan: todo el mundo sabe a qué juega el Barcelona aunque Guardiola introduzca rotaciones en el equipo. Lo mismo es aplicable a Villarreal, Arsenal, Inter, ...

Los próximos dos meses van a ser decisivos para calibrar las opciones madridistas. El 10 de diciembre se juega continuar en la Champions en un duelo a cara o cruz con el Zenit en el Bernabéu (la victoria contra el modesto BATE se supone). Las consecuencias de una eliminación en la fase de grupos es preferible no imaginarlas. En Liga no se puede permitir fallo si quiere seguir el ritmo de crucero que ha impuesto el Barcelona. Y la cuesta de diciembre (Sevilla, Barcelona, Valencia y Villarreal) asusta. Pero lo peor de todo es que tendrá que afrontar esta fase clave de la temporada sin sus dos jugadores más importantes, no sólo por su indiscutible calidad, sino por carecer de sustitutos. Nadie en la plantilla (salvo que Higuaín se siga empeñando en demostrar lo contrario) tiene el gol de Van Nistelrooy. Aún más difícil parece sustituir a Robben, cuyo regate y capacidad de desborde es inédita en el Madrid.

Bola extra para Plaza

Si la situación de la sección de  fútbol es delicada, la de baloncesto está aún peor. Se presentaba en Badalona con el pobre balance de 3 victorias y 5 derrotas en esta temporada (entre ACB y Euroliga) y persistentes rumores de que el puesto de Joan Plaza estaba en peligro pese a (o quizás debido a) haber sido confirmado por la directiva. Durante más de 30 minutos dio la sensación de que el Madrid iba a anotarse otra derrota en su casillero. Sólo un extraordinario parcial de 0-20 en los últimos minutos otorga unos días de tranquilidad a Plaza. A pesar de los fichajes realizados esta campaña, en el último cuarto el técnico madridista confió los minutos claves al bloque que ganó el título de Liga hace dos temporadas y éste respondió a la perfección. La magistral dirección de Raül López, el acierto anotador de Bullock y la garra de Hervelle y Felipe Reyes bajo los aros fueron claves para el triunfo.

Pero lo cierto es que, pese a ese último gran cuarto, el equipo no termina de funcionar. Tres derrotas en la ACB a estas alturas (sólo cinco encajó en Madrid en toda la liga regular el pasado año) se antojan excesivas. Desde el club se atribuye el bajo nivel del equipo a un cambio en la preparación con la finalidad de llegar al último y decisivo tramo de la temporada en plenitud y evitar así el bajón que le alejó de los títulos el año anterior. Es posible que así sea pero el primer objetivo del Madrid -la clasificación para la Copa- no está tan lejano.

No es buen síntoma que los minutos decisivos los jueguen los de siempre. Las nuevas incorporaciones no acaban de entrar en la dinámica de juego del equipo. Ni Massey, ni Hosley, ni el desdibujado Pepe Sánchez encuentran su lugar. Labor de Plaza es lograr la integración. La de Lazaros Papadopoulos ya parece imposible. El Madrid no encontró comprador para el griego en el verano debido a su alta ficha y el entrenador cada vez cuenta menos con él. Las buenas sensaciones de la pretemporada se han diluido definitivamente. Ayer no jugó un sólo minuto y Plaza parece reservarlo únicamente para jugar contra rivales europeos con pívots de más de 2.15 en sus plantillas.

Parece evidente, como sucede con el equipo de fútbol, que el cuadro madridista no posee equipo para luchar con los grandes de Europa. Para la competición doméstica le puede bastar, pero Europa es otra cosa. Las bajas de Tunceri y Smith dejan toda la responsabilidad del tiro exterior  -a la espera de la recuperación de Marko Tomas- a un Louis Bullock cada vez más veterano. Pero es sobre todo la carencia de un 5 de garantías (el Lazaros que jugaba en el Dynamo Moscu podría valer) lo que lastra las opciones madridistas. Hasta ahora la única buena noticia es la confirmación de Sergio Llul como el gran jugador que se intuía.

En definitiva, pese a las dos épicas victorias logradas este fin de semana, el Real Madrid (tanto en fútbol como en baloncesto) despierta más dudas que certezas a estas alturas de temporada.