Un símbolo derruído

La cárcel de Carabanchel, símbolo de la represión franquista, sucumbe ante el deterioro del paso de los años, ante la desidia de administraciones y por último ante la negativa de conservar un mínimo atisbo de memoria.

La cárcel de Carabanchel va a ser demolida.

Año 2008. Han pasado 64 años desde que se inauguró la emblemática cárcel de Carabanchel y se empieza a derrumbar un símbolo de la represión franquista. De hecho, la cárcel situada en el barrio madrileño fue creada específicamente para albergar a presos políticos contrarios al régimen.

La cárcel fue la morada de muchos de los presos condenados por el general Francisco Franco a través de juicios sumarísimos. Hoy muchos de nosotros pedimos que el edificio sea conservado con el fin de albergar, de alguna manera, el recuerdo de los que vieron su vida truncada tras los barrotes de Carabanchel. 

El centro penitenciario dará paso a viviendas, un hospital y diversas zonas verdes. Pero ¿es eso sólo lo que importa? Muchos fueron los que se vieron entre esos muros sin tener que hacerlo. Muchos fueron los condenados por ser homosexuales, anarquistas o simple y llanamente críticos con el régimen. De hecho quizá no sea la mejor manera de recordar el alma de los ejecutados a garrote vil o los que pasaron las últimas horas de sus vidas esperando entre esos barrotes la hora en la que un tiro certero de las fuerzas del orden acabaría con sus vidas.

Diversas asociaciones por la memoria han pedido encarecidamente que se conserve aunque sólo fuera la cúpula de la antigua cárcel con el fin de mantener vivo el recuerdo de lo que fue y nunca debería volver a ser. No ha servido de nada el visto bueno de arquitectos y el afán de la población del barrio. La cárcel va a ser destruida vilmente.

Atrás quedan ya en la memoria los motines organizados por la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL) con la mirada puesta en la amnistía y en la reforma del código penal. Atrás han quedado luchas por la igualdad de derechos y acciones para que se conozca lo que pasó entre esas paredes.

Con la llegada de la democracia y hasta 1999 Carabanchel fue la morada de otro tipo de presos: Los presos de la heroína.