Ya se ha acabado el evento. La muestra. La Expo. Tres meses que se han pasado volando y que habrá que evaluar adecuadamente, con sus carencias, sus virtudes, sus deudas, sus muertes y sus responsabilidades e irresponsabilidades.
Grabando los fuegos artificiales de clausura
Yo ahora mismo no me veo capaz de hacerlo. Es evidente que la Expo ha supuesto un hito para Zaragoza. Un hito que se ha quedado en Zaragoza. No en Aragón, y por supuesto, no en España. Ni la presencia de los Reyes de España ayer en la clausura consiguió una simple portada en los periódicos españoles. Las televisiones estatales no retransmitieron ni un minuto en directo, y los blogueros madrileños no han dicho ni mú respecto a la multiretransmisión por internet y bloguera del evento. Y eso es culpa de allí, pero también de aquí. Expo 2008 apostó por España, y España ha respondido como sabemos en Aragón, ninguneando, salvo honrosas excepciones. Pero eso sí, aquí seguiremos aplicando la misma medicina que también sabemos, es decir, volviendo a "confiar" y "suplicar" un poquito de atención, en vez de creernos nuestras posibilidades y mirar a Europa.
Pero el hito ha tenido, ya digo, alguna virtud, y varios defectos, que ahora es tiempo de analizar. Ahora, en la resaca de la fiesta de ayer no quiero entrar en análisis más profundos. Mañana, pasado, al otro...en algún momento habrá que hacerlo, porque la autocrítica de los responsables será igual a cero. Lo que si quiero escribir, porque lo llevo pensando una semana viene al hilo de la foto. Los fuegos en el aire de Zaragoza y un señor con turbante grabándolos. Recuerda a la imagen del otro día con el Pilar de fondo y desde entonces, además del tema del velo, tengo otro runrún en la cabeza.
Estos tres meses nos hemos llenado la boca hablando de multiculturalidad, y yo he sido el primero. Nos hemos sorprendido con estas imágenes que pongo. Hemos visto gente de mil pueblos y culturas. Hemos compartido parte de nuestra cultura y parte de la cultura española con los que han venido de fuera. E insisto, yo el primero, hemos alabado la multiculturalidad percibida en la calle. Desde que puse la foto de la periodista omaní he pensado en ello. La multiculturalidad ya estaba aquí. No hacía falta la Expo. Nuestras calles y barrios ya están vivos de multiculturalidad. Pero nos hemos fijado ahora que nos lo han puesto envasado y listo para consumir.
Nuestro país ya es un país multicultural. No integra pero sí "multicultura". Todavía nos divertimos aparte unos de otros. Todavía oímos músicas diferentes. Todavía no bailamos juntos. Salvo excepciones, claro. Todavía no hemos integrado toda esa riqueza, y todavía no han integrado ellos nuestras propias riquezas. Sí, hay un japonés que canta jotas y a Pramila la visten de baturra, claro. Pero falta el paso en el que la normalidad se imponga y no haya que hacer estas fotos, ni hablar de ellas.
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