MEDIO SIGLO DE MICHAEL JACKSON

Lo que es la vida. Mientras la mayoría de los mortales encarrilan el paso de los años con cierto estoicismo, asumiendo las arrugas, la papadilla, esa barriguita que crece imparable como un grano pajero, la constante caída del césped de la azotea…, en fin, qué les voy a contar, pues resulta que otros, como el amiguete Michael Jackson, se plantan en los cincuenta enfundado en un bizarro cuerpo biónico –tipo Montamam de nuestra infancia- que lo convierten en una especie de mutante digno de echar el currículum a los X-Men.

Con Nesquik y sin él

Pues sí. Aquel rapaziño que debutó con cuatro años acompañando a sus hermanos, con el tiempo fue perdiendo tanto la lucidez original como la pigmentación de su pellejo, logrando plantarse en la edad adulta, cuando la peña tiene ya oscuros pelos negros en sálvase la parte, con la cabeza más cerca de Raticulín que de su rancho de Neverland, sin un mísero pelo en el cuerpo –salvando su melena pantojera- y convirtiéndose en el único caso en la historia en el que un negro pasa prácticamente de simpatizar con el Black Power a vender pegatinas de Naciones Arias, y todo porque según él su melanina es de garrafón y una mañana le hizo reacción con los crispis, convirtiéndolo poco a poco desde entonces en un rostro pálido poco agraciado, eso sí.

Quizá parte de su evolución mutante se deba a sus grandes éxitos musicales, donde el bueno de Michael se hizo de oro, sobre todo cuando pegó un inesperado sprint y dejó atrás a los miembros de su family, que eran un lastre, coronándose con el maillot amarillo del pop durante un reinado bastante longevo para como se las gastan ahora.

Éxitos como Thriller, Billy Jean, Bad, Dangerous, etc, lograron aumentar sus arcas y hacer posible la construcción de una especie de Tívoli World a la americana, solo que en lugar de llevar a los Hombres G como actuación veraniega, Miguelito de nuestro corasao prefería tirar de Bom Bom Chip, no sabemos si por estar a su misma altura intelectual o por lo salaos que le parecían los infantes. Un mal que le persiguió durante años y por el que estuvo a punto de acabar una buena temporada marcando palotes en la pared de una celda con la ayuda de su afilada nariz multiusos, que lo mismo vale para pinchar la rueda de un vespino que para abrir una lata de mejillones. 

Quizá el alucinante video de Trhiller fue el que le animó a introducirse en el increíble mundo de la cirugía estética, al descubrir lo apañao que puede quedar un rostro con un poco de goma aquí, un estiramiento por allá, algo de yeso tapagrietas por la orejilla… Desde luego, el vídeo es mítico, y todos soñamos alguna vez disfrazarnos de tal guisa, al igual se nos ponían de corbata al ver a todos los zombies bailando al compás, con las cuencas de los ojos vacías, medio leprosos, los lacoste rajados por todos lados y la cavernosa voz de Vincent Price diciendo cositas rarísimas en algunos momentos de la copla.

Igual Michael dijo, pues si el maquillaje ha conseguido que parezca un muerto viviente, igual si tiro de rinoplastia, botox, cambio de piel, me pongo un hoyuelo en la barbilla –imitando a Kikiriki Douglas- me aliso el pelo, depilo cejas, afilo orejas y doscientas operaciones más, a lo mejor me convierto en un galansote payo y echo unas risas. Dicho y hecho. Hombre, lo de galansote…, pero bueno, digo yo que tendrá su público. Más que tendrá tiene, pues por muchas operaciones que se haga el angelito siempre hay un grupo de incondicionales dispuestos a seguirlo hasta el final, recolectar pasta para que pueda pagar las cuotas de su hipoteca de la mansión que le intentó colar a Beckham, echar la siesta con él en la burbuja de oxígeno, montarse en el Tren de la Bruja del parque de atracciones de Neverland, y todo por la peregrina idea de poder arrancarle en un descuido una oreja, un dedo, la nariz –la mayor reliquia- o un mechón de pelo y, tras meterlo en un relicario, adorarlo con pasión en la soledad de su cuarto mientras suena de fondo el estribillo de Beat It.

En fin, esperemos que Michael Jackson cumpla muchos años más, e incluso ya que estamos, intente pasar del blanco nuclear que luce en su rostro actual al azul pitufo, convirtiéndose en una especie de lacasito humano que muta en diferentes colores según la época del año.