¿Quién es el rey de los Juegos?

Los Juegos Olímpicos han puesto su punto final. Es el momento de hacer balance. Lo primero que hay que dilucidar es quién se ha convertido en el verdadero rey de los Juegos. En la mayoría de las ediciones hay un deportista que se eleva por encima de los demás y se hace con el oficioso galardón, hasta el punto de llegar a una identificación directa entre el atleta y la edición de los Juegos en que reinó. Owens en 1936, Zátopek en 1952, Sptiz en 1972, Comaneci en 1976 o Lewis en 1984 son sólo algunos de los ejemplos. Algunos Juegos han carecido de un dominador claro. Pero los de Pekín sí lo han tenido. Y por partida doble. Michael Phelps ha sido la indiscutible figura de la natación, pero la actuación de Usain Bolt en atletismo también es digna de un lugar en la historia. El americano fue el protagonista absoluto de la primera semana y el jamaicano lo ha sido de la segunda. Pero, ¿quién ha sido el verdadero rey de los Juegos? Parece claro que, al menos en cuanto a números, Phelps debe salir vencedor del duelo, pero…

Bolt y Phelps: dos reyes para un trono

• Phelps ha logrado ocho oros frente a los tres oros conseguidos solamente por el atleta jamaicano. Las matemáticas no se equivocan. Nunca en la historia de los Juegos un deportista había conseguido tal cantidad de títulos. El hombre más laureado de la historia debe ser por tanto, sin discusión, la máxima estrella de los Juegos. Pero…

...No importa sólo el número de oros, sino la calidad de los mismos. En atletismo es inviable participar en un número de pruebas tan elevado como en natación. Pero Bolt ha ganado todas las pruebas de velocidad, dominando con una superioridad insultante y convirtiéndose, indudablemente, en el corredor más rápido de la historia.

• Siete récords del mundo ha batido Michael Phelps. Sólo en una de las finales disputadas (100 metros mariposa) se le escapó el récord. Esto demuestra que la hazaña de Phelps no se ha debido a falta de rivales, sino que ha nadado más rápido que nadie en la historia. Pero…

…No nos engañemos. En El Cubo se repartían récords como pipas. Hasta en 25 ocasiones se batieron récords mundiales y en 65, récords olímpicos (sólo dos han permanecido). Por la razón que sea (bañadores galácticos, diseño de la piscina, conjunciones astrales…) todas las marcas de la natación han resultado excepcionales, lo cual rebaja el mérito de los tiempos logrados por Phelps. En El Nido los recórds han resultado mucho más caros. Sólo cinco han caído, tres de ellos batidos por Bolt. Además, el de Michael Johnson en los 200 metros parecía un récord inaccesible para al menos un par de generaciones. Aunque Phelps gana en cantidad de marcas, la calidad de las conseguidas por Bolt es superior.

• Es cierto que no sólo cuentan los números, también las sensaciones, las imágenes que permanecerán en la memoria. La imagen de Phelps ganando su séptimo oro en 100 mariposa por tan sólo una centésima quedará para la historia como uno de los grandes momentos de los Juegos. Su agónica remontada después de pasar el séptimo en los 50 metros añadió la épica inherente a las grandes gestas. Pero…

…Si de imagen hablamos, Bolt no se queda atrás. Su insultante victoria en el hectómetro dejándose llevar y el fantástico récord de los 200 apretando los dientes también quedarán para siempre en la mente del aficionado. Los récords atléticos de velocidad tienen un aura especial que sobresale por encima de los demás, más aún si se consiguen en unos Juegos Olímpicos. Por no hablar, claro, de su imponente figura y su característica chulería caribeña, más fácil de instalar en la memoria colectiva que la modosa corrección de Phelps. Si al menos éste no se hubiera afeitado el bigote…

• Phelps ha superado por fin al mítico Mark Spitz. Superar a un mito te debe convertir automáticamente en un mito aún mayor. Si Spitz fue el indiscutible rey de Munich, Phelps lo debe ser, con mayor razón, de Pekín. Pero…

...Bolt ha conseguido la triple corona olímpica de la velocidad: 100 metros, 200 y relevo 4x100, algo que no lograba nadie desde Carl Lewis en 1984. Se sitúa por tanto a la altura de Jesse Owens o el propio Lewis. Si bien es cierto que los dos atletas norteamericanos ganaron también el salto de longitud, el jamaicano ha batido los récords mundiales de las tres especialidades disputadas, lo cual no consiguieron Owens ni Lewis en sus respectivos Juegos. Un oro menos, pero tres records del mundo más. Si Jesse Owens fue el rey indiscutible en Berlín y Carl Lewis lo fue en Los Ángeles, Bolt no debería ser menos.

En definitiva, dos grandes atletas que han elevado el nivel de estos Juegos hasta cotas difícilmente imaginables hace 20 días. No es sencillo decidir cuál ha sido la verdadera estrella de los Juegos. En realidad, tampoco importa demasiado. Lo realmente importante son los grandes momentos de competición que nos han brindado. Ambos han entrado directamente en la Historia (con mayúsculas) del deporte y la excepcional actuación de cada uno de ellos engrandece aún más la del otro. Han sido los grandes protagonistas en Pekín. Dentro de cuatro años, en Londres, quién sabe…