Parece que fue ayer cuando, púberes aún muchos de nosotros, escuchábamos los pegadizos acordes de aquellas canciones, o incluso teníamos la agallas de cantarlas bajo la ducha, logrando evitar el pago de costosos royalties gracias a que nuestra versión no se parecía en nada a la original, algo de lo que, por cierto, tan solo podía dar fe el pato de goma, que aguantaba el chaparrón canoro a base de paciencia y unos walkman sumergibles made in Japan, que no China. Fijaos si hace años.
Que veinte años no es nada...
Pues si, todas aquellas coplillas que en nuestros años mozos escupíamos al viento, mitad en señal de rebeldía, mitad en señal de esclavitud a la tendencia comercial de la época, retornan a nosotros como si fuesen pasajeras de un peculiar boomerang musical, lanzado veinte o treinta años antes, y que llega ahora de nuevo al presente tras un largo recorrido sorteando los vientos del olvido para detenerse por segunda vez en las mismas manos que lo lanzaron en el pasado.
Unas manos que desembarcan rápidamente a sus rentables pasajeras, las cuales, ya maqueadas, saltan de nuevo al ruedo patrio para dar guerra otro rato, rejuvenecidas, eso sí, gracias al certero bisturí de la remasterización, y en muchos casos reinventadas gracias a las versiones que de ellas hacen otros cantantes de moda, normalmente antes de que el grupo que las cantaba originalmente decida volver a calzarse las guitarras tras comprobar como está el patio.
Algo así hicieron los Hombres G, que tras una larga temporada en Venecia regresaron sin jersey de rayas pero con alguna que otra cana de mas y una legión de tifosi esperándoles con los brazos abiertos; Los Ronaldos, que como el Guadiana, aparecieron y desaparecieron en lo que se tarda en decir Idiota; Loquillo y los Trogloditas, recuperando incluso a Sabino Méndez a la guitarra en algunas actuaciones homenaje al relanzamiento del ¡A por ellos!... que son pocos y cobardes, y chupándose éste eso de donde dijo digo, ahora digo Diego, cuando años antes puso fino al Loco en su ya clásico libro Corre Rocker; Nacha Pop, un grupo con una canción legendaria y un puñado de buenas composiciones más, pero con un cantante que ha sufrido una verdadera transformación -tanto en cuerpo como seguramente también en alma- que sin embargo no hizo mella en la esencia de sus temas al escucharlos veinte años después.
Aunque sin duda quedan más grupos importantes por nombrar, como los Héroes del Silencio o La mítica vuelta de los Pecos, me detendré tan sólo en dos que no han terminado de irse, y que por cierto son santos de mi devoción. Se trata en primer lugar de Los Nikis, los históricos Ramones de Algete, que aunque se separaron hace tiempo, dejándonos después tan solo algunos regalos como el Más de lo mismo, su bajista retornó de nuevo a los escenarios con otro gran grupo llamado Los Acusicas, con un reciente disco en el mercado del cual habló muy bien Alejandro Arteche en el artículo Los Acusicas vuelven a liarla, y la misma ironía y ganas de cachondeo que en las canciones de Los Nikis fluyendo por sus venas.
El otro grupo corresponde a Un Pingüino en mi Ascensor, solista, pero que actúa siempre acompañado a los teclados de Mario Gil, ex La Mode. Aunque también desapareció del mundo comercial hace años, todavía sigue dando leña por el circuito madrileño, reapareciendo cada varios meses con geniales y divertidísimos conciertos en la sala Clamores o en la Botellita, a los que he tenido la gran suerte de acudir, y que sirven para contentar a un numeroso y fiel público que lo sigue con devoción para deleitarse tanto con sus grandes éxitos como con las peculiares versiones de su carpetovetónica Obra Social.
Por último y para rematar el cuadro, sería un insulto no hablar de la pareja más legendaria que jamás vieron los siglos. Lo únicos, los inigualables Manolo y Ramón, también llamados el Dúo Dinámico. Los verdaderos inventores, por cierto, de esto de regresar con grandes éxitos cada cierto tiempo. Ya lo hicieron una vez y lo harán ciento, y dignamente, que no es poco. Pese a que les habrán prohibido ya enfundarse sus clásicos chalecos de teenagers más que nada por lo pitudos que les sentarían, cual camiseta de portero de discopús-, los tíos se han marcado un musical para su vuelta a la actualidad. Y hacen gala quizá en plan profético- del título de una de sus más modernas canciones, Resistiré, para enfrentarse al nuevo reto que tienen delante. Como dice un amigo mío, con éstos no puede ni el ácido.
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