Al tran, tran y Marcelino vino

Nervios, intriga, dolor de barriga... Quedan pocas horas para el debut español en la Eurocopa y pensamos si de una vez vamos a poder jugar a ganar en vez de jugar a lo de siempre. Pasar de cuartos, esa especie de obsesión convertida en himno por Pignoise, va camino de convertirse en un objetivo demasiado pobre para una selección que llegó a ser la mejor de Europa en 1964. ¿Quién será nuestro Marcelino?

Fernando Torres tiene que sacar la furia de Marcelino para vencer a los soviéticos, perdón a los rusos

El mítico autor del gol a la URSS está ya muy mayor para jugar con Dani Güiza, así que habrá que buscar otro que haga las veces de héroe y sea capaz de llevar a España al triunfo final. Parece que quien tiene todas las papeletas es Torres, que desposeído del sambenito de "El Niño", puede convertirse en el auténtico líder de España.

Pero volviendo al tema, necesitamos un Marcelino, o mejor dicho, once Marcelinos para que esta tarde le demos sopas con ondas a los rusos. Sí, ya sabemos que no queda nada de aquellos soviéticos y que España no tiene el aguilucho en su escudo. Pero nuestra selección tiene sacar el espíritu de entonces, la furia española, que tanto se echa de menos.

España no puede jugar al tran, tran. Tiene que jugar a ganar desde el minuto uno y con una mentalidad ganadora. Con jugadores que estén acostumbrados a ser líderes en sus equipos, y que den el todo por el todo en una competición que para ellos puede ser su mejor escaparate. Pero lo importante es el espíritu ganador.

Hace 44 años, vencer a la URSS en Madrid era un acontecimiento más político que deportivo. Hoy es un simple evento futbolístico, pero los jugadores deben tener en cuenta que si esta vez también fallan, puede que el seguimiento y la ilusión por la selección dejen de ser definitivamente los mismos.

Se nota en las audiencias que España ya no atrae como antes, que el síndrome de cuartofinalistas puede con las esperanzas de los aficionados. Los de la roja tienen que conjurar ese fantasma y empezar a ganar. Por eso, necesitamos un Marcelino que haga la machada y sea el héroe que todos los niños y mayores comiencen a imitar.