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El bilingüismo de Esperanza Aguirre

Archivado en:
cultura, educacion, europa, madrid, politica
Por josemi
Actualizado 05-03-2008 11:43 CET

Casi todo el mundo sabe que los orígenes de Esperanza Aguirre hay que encontrarlos en la alta burguesía madrileña. El resto de su trayectoria vital tampoco es que haya transcurrido en otros ambientes muy diferentes. Casada con el Conde de Murillo, Grande de España,… es su título de Dame Commander del Imperio Británico el que recientemente ha aparecido con más frecuencia en los titulares de la prensa madrileña y estatal. Y todo esto a cuenta de, como recoge su biografía, disponible en Wikipedia, su “gran dominio del inglés”. Ahora bien, ¿es esto así? ¿A tanto llega el bilingüismo de la Aguirre que el resto de los mortales no podemos alcanzarla? Ni tanto ni tan poco, Esperanza.

Esperanza Aguirre, "face to face" con una alumna de un colegio bilingüe.

Esperanza Aguirre domina el inglés. Esto es obvio. Pero, en sentido estricto, no es una persona bilingüe. Sólo manejando una definición muy abierta del concepto podríamos calificar a Aguirre como tal. La política madrileña se expresa con mediana corrección aunque con fallos gramaticales propios de una persona con un nivel intermedio. Por ejemplo, nunca debiera haber dicho “Why Mr Zapatero has decided not to go…?” en vez de la correcta “ Why has Mr Zapatero decided not to go…?” El "he's going to won" en vez de "he's going to win" es un error imperdonable en segundo de la ESO, que presagiaba el desastre de Rajoy en el segundo debate. La frase “Public schools in Madrid should try to learn to teach the children in Spanish and in English” está tan enrevesadamente construida que debiera venir con manual de instrucciones. En primer lugar, los “public schools” no son colegios públicos, como Esperanza Aguirre parece erróneamente creer, sino colegios privados, como el Instituto Británico en el que ella estudió. Debiera haber utilizado la expresión “state schools”, “colegios estatales”. Este fallo puede ser atribuido a la querencia natural de la política madrileña por la educación privada y de élite, sin embargo, el “should try to learn to teach” merece mayor detenimiento. ¿Qué quiere decir eso de que los colegios públicos “deberían intentar aprender a enseñar”? ¿No saben enseñar ya? ¿Denota esta frase una falta de convicción de Esperanza Aguirre en su propia política educativa de colegios bilingües?

Dejaré ese análisis a los psicólogos de orientación freudiana. Sí diré que estamos ante una elaboración trompicada de quien no se siente seguro en una lengua que no domina tanto como quiere hacer creer y sobre la que improvisa con mayor o menor acierto. Abunda en esto que digo el uso de la palabra “concentration” por la española concentración, suponiendo que Aguirre se refiriera a un mitin. Y mira que lo tenía fácil, puesto que en español usamos el anglicismo “meeting”, que todo el mundo hubiera entendido, aunque en inglés se prefiere usar la palabra “rally” para referirnos a esos espectáculos con que nos deleitan cada día desde provincias diferentes los candidatos a los comicios. El referirse al equipo de fútbol de Milán usando el nombre de la ciudad milanesa es algo que ni siquiera hacen los habitantes de aquella ciudad, acostumbrados a usar la pronunciación inglesa para referirse a un club, como tantos otros, fundado por ingleses. Por último, solo añadiré, en este somero análisis de las capacidades lingüísticas de Mrs Aguirre, que el sonido de la jota velar castellana, ante la que la suave y dulce hache aspirada inglesa no puede sino huir despavorida, ciertamente no ayuda a su presentación como política bilingüe y que jamás debiera haber pronunciado “opinion pools” en vez de “opinion polls”. Ni siquiera por tirarse a la piscina.

Sin embargo, y como dicen los ingleses “let’s not throw the baby out with the bathwater”. En mi opinión, la política de extensión de algo parecido al bilingüismo en la red de centros escolares públicos de Madrid es, a pesar de sus innegables problemas, encomiable. Demuestra un interés más que loable por elevar el nivel de conocimiento general del inglés en la población que debiera ser imitado –de hecho ya lo está siendo- por todas las Comunidades Autónomas. No obstante, es precisamente a esos problemas donde hay que dirigir la mirada, sorteando cualquier intención de uso propagandístico de la enseñanza bilingüe, para centrarnos en la lucha contra el atávico bajo nivel de inglés de los españoles, que no es sino el retraso en la toma de conciencia de la importancia de la enseñanza de las lenguas extranjeras. 

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