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¿El eterno glamour del disco de vinilo o la resurrección del microsurco?

Actualizado 03-02-2008 17:41 CET

¿Por qué ahora más que nunca se habla del disco de vinilo, cuando se consideraba en extinción? ¿Cómo es que encontramos grupos que siguen creyendo en él? La respuesta es bien sencilla, cambia el modelo de distribución y negocio en una industria anciana más que madura, y quien adquiere música quiere elegir el soporte para disfrutarla.

Los tocadiscos pueden volver a encontrar un sitio en los salones de nuestras casas

Hace pocas fechas, la directora general de MIDEM (Mercado Internacional del Disco y de la Edición Musical), Dominique Leguern, dejaba bien claro en una entrevista a EFE que “habrá una multitud de modelos de negocio y serán los consumidores los que escogerán el soporte”. Esta afirmación es, sin duda, un nuevo punto de inflexión desde el cual van tomar posiciones los grandes mastodontes de la industria.

Ya hemos visto movimientos al respecto, como la caja con los siete álbumes originales en vinilo y microsurco que lanzaban Héroes del Silencio con motivo de su reunión y Tour 2007. Otros grupos, como los estadounidenses Nada Surf tampoco renuncian a editar en este formato sus creaciones, y todo ello debe tener un motivo ¿no creen?

Según algunas publicaciones de sociedad, la explicación es que vivimos una época retro dentro de la modernidad y quizás sea esnobismo esto de los discos tradicionales. El hecho diferencial es que la cifra de LPs (bendita y anglosajona denominación) vendidos se ha cuadruplicado en este pasado año y eso es algo que no deja a nadie de este sector impasible.

Unos expertos defienden que el formato del microsurco ofrece mayor calidad y fidelidad, y otros aluden al fetichismo del vinilo, que además permite mayores imágenes –casi pósters- en sus portadas y algunas creatividades diferenciales (algo que se intentó imitar con el digipack de los CDs). Lo cierto es que este formato puede volver en breve a la primera plana comercial como antídoto contra la piratería, ya que al estar permitida la copia privada, no hay que agredir más de la cuenta al vinilo, que puede pasarse de forma sencilla a digital mediante baratos tocadiscos USB (que ascienden a unos 150 euros) o para llevarlo por ejemplo en nuestro iPod.

Otros trabajos interesantes que han visto la luz en formato vinilo son Back to Black, de la polémica Amy Winehouse, o In Rainbows, de Radiohead. La anécdota de este último es quizás el auténtico paradigma del nuevo modelo al que todos tendremos que adaptarnos. Comenzaron distribuyendo mediante descarga y pago de la voluntad, por lo que muchos lo obtuvieron  gratis –aproximadamente un 66% de las descargas se hicieron sin pagar nada-.

A continuación lo han editado en CD y vinilo, una posible maniobra para no quedarse fuera de los Brit Awards, ya que las reglas de la Academia de la Música Británica impiden que un artista o grupo que no haya alcanzado al menos el top 75 de la lista de ventas del Reino Unido en los últimos 16 meses pueda ser candidato.

Sea como fuera, el microsurco sobre el vinilo es “El muerto vivo” que popularizara Peret, o el “arma cargada de futuro” como decía Gabriel Celaya: ese eterno formato que conocieron nuestros padres, en los que nosotros adquiríamos todavía algunos trabajos de artistas, y que orgullosamente mostraremos a nuestros hijos cuando queramos enseñarles nuestro nostálgico pasado ye-yé.

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