La Tierra  Prometida

  En los últimos años estamos siendo testigos impasibles de cómo se multiplica la llegada de inmigrantes a nuestras costas, seres humanos a los que el hambre, la misería e incluso la muerte propias de su cotidianidad los hacen vulnerables a vendedores de " sueños " sin escrúpulos a los que ceden sus almas y el dinero que no tienen por un trozo de Tierra Prometida más allá del océano.

   Continuamente los diversos telediaros nos muestran rostros de hombres, mujeres y cada vez más niños con evidentes signos de deshidratación, desnutrición y agotamiento que si en el peor de los casos no son devueltos a sus países de origen tras pasar unos días en un centro de acogida, terminarán deambulando por las calles de cualquier ciudad con un sueño roto en sus bolsillos sin entender muy bien por qué ese paraíso que tanto anhelaban no existe y agradeciendo que por lo menos están vivos.

  En Marruecos, por ejemplo, hay pequeñas mafias organizadas -proliferan las infantiles- cuyos miembros no dudan ni un momento en arriesgar sus efimera vidas por cruzar la frontera atrincherados en los bajos de cualquier camión que la cruce aún a riesgo de ser destrozados por sus ruedas en cualquier momento del trayecto al no poder mantenerse agarrados.

  Como hacer entender a estos " desesperados " buscadores de esperanza que la imagen que les venden de la mítica Europa en sus propios países es sólo una quimera y que nadie les podrá garantizar la Tierra Prometida a menos que aprendan a construir su futuro desde dentro,...el inconveniente tal vez sea que el propiciar e invertir en  la autogestión de un país subdesarrollado no favorecería al actual " equilibrio " mundial ni a los países mejor situados.

  Tal vez sea más fácil dejar que el potencial futuro de cualquier  nación africana, continente al que despojamos de todas sus riquezas sin ningún pudor, ahogue sus expectativas de prosperidad en las gélidas profundidades del mar; tal vez resulte más " idílico " el continuar dejándolos que desembarquen en esta Tierra Prometida llamada Europa pagando dicho peaje con su dignidad y sus almas.