El Gran Teatro Nacional de China es ahora una de las obras más emblemáticas de Pekín, aunque no exenta de polémica. Obra del arquitecto francés Paul Andreu, el recinto, de 150.000 metros cuadrados, es como un enorme ovni en el corazón de una ciudad milenaria. Una inmensa cúpula de titanio de 600 metros de elipse sin una sola columna que la sostenga, y que reluce bajo el sol, contiene tres espacios: una ópera de 2.500 butacas, un auditorio de 2.000 y un teatro de 1.000. Toda la estructura está rodeada por un lago artificial con fondo de cristal bajo el que pasa el público para entrar.
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