No lejos del parque nacional de las Tablas de Daimiel, un viejo cartel del antiguo Ministerio de Obras Públicas junto al lecho seco del Guadiana da un peculiar aviso: "Zona peligrosa, turberas con riesgo de autocombustión". A muchos nos resulta increíble que un incendio subterráneo esté consumiendo bajo tierra este reconocido refugio de aves acuáticas. Sin embargo, como recalca el miembro más antiguo del Patronato de este parque nacional manchego, el ecologista José Manuel Hernández, nadie debería sorprenderse ahora demasiado cuando desde hace muchos años se leen carteles como este por toda la zona.
A la izquierda, un cartel antiguo que avisa del riesgo de autocombustión de la turba. A la derecha, una imagen del propio lecho del río Guadiana quemándose en 1988 (al fondo el castillo de Calatrava La Vieja).
"Sabíamos que iba a ocurrir. Los incendios que ahora se han hecho tan famosos empezaron hace 20 años. Un conocido botánico amigo mío se quemó saltando el río Guadiana ardiendo. Y estos carteles de aviso están por todo el río. Lo que ha ocurrido ahora en las Tablas es lo que tenía que pasar. Era previsible y ahora que lleva unos cuantos años sin agua le ha tocado. Pero ojalá se hubiera quemado las Tablas y no todo lo demás".
¿Qué es todo lo demás? Este ecologista de Ciudad Real que forma parte del Patronato del parque nacional desde 1986, hace 23 años, acaba de estar justo en la zona esta mañana para enseñarselo a un periodista del diario británico 'The Guardian' atraído por los extraños incendios subterráneos en España.
"Todos los ojos están puestos en las Tablas de Daimiel, un espacio de 2.000 hectáreas, y parque nacional por circunstancias históricas, pero esto en realidad constituye solamente una pieza, una parte pequeña de un todo mucho más importante, que es lo que la UNESCO en 1980 vino a llamar Reserva de la Biosfera: el conjunto de los humedales de la Mancha. Estos humedales están estructurados sobre el eje del Guadiana y sus afluentes, y cubrían una superficie de 25.000-30.000 hectáreas. Las Tablas de Damiel es donde se junta el Guadiana con el Gigüela, pero es sólo un punto, es anecdótico. Lo importante es el conjunto de los humedales de la Mancha y como nadie se ha preocupado su situación es muchísimo peor. ¿Qué ha pasado con todo esto que no es parque? Pues que se ha perdido irreversiblemente.
—¿Cómo se ha dejado que se seque todo esto hasta tal extremo?
"El origen del problema es una ley franquista de 1956, pero quién en verdad lo ha desecado todo ha sido el Gobierno de José Bono, el Gobierno de Castilla-La Mancha. Los sucesivos gobiernos de Castilla-La Mancha que han apostado por una política de regadíos, a sabiendas, y esto es lo más grave, de lo que iba a pasar. En el Patronato ha habido gente tan ilustre como el hidrogeólogo Bernardo López-Camacho que ya lo decía. Esto se sabe desde entonces. Aquí ahora no vale alarmarse por esta muerte, pues llevamos asistiendo a la agonía desde hace 30 años. Y si hay que señalar culpables estos son la Administración de Bono, con la complicidad de la Confederación Hidrográfica del Guadiana".
Los Ojos del Guadiana hace 30 años y esta misma mañana.
La fotografía de la derecha por encima de estas líneas ha sido realizada esta mañana por José Manuel Hernández y poco se parece al paisaje de los Ojos del Guadiana que uno se encuentra en los libros (a la izquierda). Entre medias, ha ocurrido lo que algunos ya definen como el mayor escándalo ambiental de la historia de España.
"La catedral hidrogeológica del Alto Guadiana tenía un valor incalculable. Los más remotos colonizadores de la Península ya hablaban del fenómeno del Guadiana, que desaparecía y aparecía. Veían como de pronto aparecía de la nada un río magnífico, que es lo que ocurría en los Ojos del Guadiana y que era el rebosadero de un acuífero, un gigantesco manantial. Todo este sorprendente ecosistema está apoyado en la conexión del acuífero 24 (que ahora se llama de otra manera) que da lugar a las Lagunas de Ruidera y del 23 que da lugar a los Ojos y las Tablas de Daimiel. Todo eso era maravilloso. Un montón de humedales, de lagunas fluviales, de lagunas freáticas, de lagunas tectónicas como las de Ruidera, de lagunas endorreicas, muchas hipersalinas... Era un patrimonio de un valor incalculable que hemos dilapidado por unos estúpidos cultivos de maíz".
—¿Todo esto ha ocurrido por la agricultura?
Si la primera parte de la historia fue la desecación de Franco, la segunda ha sido la transformación de centenares de miles de hectáreas en regadíos y la puesta en funcionamiento de miles de pozos de más de cien metros de profundidad que sacan agua sin límite. Con la noria tradicional se cogía agua de pozos pequeños, de seis o siete metros, y cuando se secaba pues se esperaba a que se volviera a llenar. El problema es cuando metes un tubo de cien metros de profundidad, le pones un motor y te pones a chupar agua... hasta que se acabe. Y, cuando se acaba, abres otro de 200 metros.
—¿Cuantos pozos hay en la zona?
"Hay decenas de miles y yo defiendo que todos son ilegales, pues desde que en 1985 se aprueba una nueva Ley de Aguas y se declara el acuífero sobreexplotado se supone que ya no se puede tocar ni un solo pozo. Sólo deberían ser considerados legales los pozos actuales que tuvieran agua ya entonces. Pero, salvo quizá alguna excepción notable, todos esos pozos están ahora secos: Los que tienen hoy agua es porque no lo son. Esto ha pasado por la permisividad de la Confederación y de las Administraciones que lo han consentido e incluso animado con algunas trampas".
—¿Qué trampas?
Pues, por ejemplo, estaba prohibido hacer un pozo nuevo, pero no limpiar tu pozo antiguo. Y bajo la apariencia de limpieza lo que se hacía realmente era profundizar. Otra cosa que también se permitía era trasladar el pozo. Si se cegaba, se podía abrir otro al lado. Pero entonces no se respetaba las medidas del pozo original, sino que se hacía uno mucho más profundo. Con estas dos trampas perfectamente conocidas y sabidas por la Administración aquí se han seguido haciendo pozos. Y estos que se han hecho con trampas se supone que son los legales, pues luego están todos los que se han abierto sin autorización, sin pedir permiso a nadie, porque ya era demasiado difícil justificarlos. Sobre estos, hay datos distintos, pero está claro que son decenas de miles. Y, en cualquier caso, sean más o menos, se sabe que se han extraído volúmenes del orden de 600 hm3 al año, lo que ha producido un déficit de más de 3.000 hm3 en el acuífero. Esto está reconocido por los científicos y la propia Administración. Esto es lo que ha bajado el nivel del agua en el subsuelo, el nivel freático, y ha desecado los manantiales.
El rastro de los incendios actuales. A la derecha, el ecologista José Manuel Hernández.
Durante todos estos años, se ha dado una y otra vez la voz de alarma de lo que sucedía, por eso resulta difícil de explicar que se haya dejado sobreexplotar el agua subterránea hasta llegar a esta situación. ¿Qué se ha hecho realmente para evitarlo?
"En este tiempo se han hecho tres cosas. En el 1983, el Consejo de Ministros aprobó el Plan de Regeneración Hídrica para las Tablas de Daimiel. Ese plan no plantea para nada un cambio en la política agraria, pues ya era competencia de la comunidad autónoma. Y básicamente consiste en echarle agua a las Tablas de manera artificial haciendo una derivación del trasvase Tajo-Segura. Esto fue un error en muchos sentidos, sobre todo porque ha tenido el efecto perverso, como es entender aquí que el mal estado de las Tablas de Daimiel sirve para traer agua a la zona, como ya está ocurriendo otra vez ahora mismo. Hay mucha gente que se frota las manos. Esto para lo único que ha servido es para que cuando tu visitabas el parque durante estos últimos años en los que estaba completamente seco te encontrases en las pasarelas agua y patitos. Esto era posible porque había un pozo del que se sacaba el agua y se ponía en la superficie en el entorno de uso público".
"La segunda cosa que se hace cuando ya la Junta de Castilla-La Mancha asume que algo funciona mal y que el regadío tiene la culpa es inventarse el Programa de Compensación de Rentas, también conocido como Plan de Humedales. Este plan en teoría supone incentivar el abandono del regadío, pero digo en teoría, porque jamás la Junta ha hecho nada para disminuir el regadío. Lo cierto es que se ha dado el dinero en una política de subvenciones y subsidios, sin que al final se haya reducido el consumo de agua. Y eso gastándose 32.000 millones de las antiguas pesetas. No ha servido para nada y lo que está pasando lo demuestra".
"La tercera es el actual Plan Especial del Alto de Guadiana (PEAG). Podemos aceptar que es un buen plan si se quisiera llevar a cabo y si se cumpliera estrictamente. Pero no hay voluntad de hacerlo, lo que se quiere es utilizar la coartada del PEAG para sumergirnos otra vez en un plan de compensación de rentas. Se trata de traer agua y traer dinero para repartir a los agricultores. Ahora la fórmula es comprar los derechos de riego con carácter irreversible y crear un banco de agua. Pero claro tú puedes tener unos derechos de papel, pero tus pozos pueden estar secos. Lo que está pasando es que se está comprando derechos de papel donde no hay agua y vas a regularizar pozos de donde sí se saca agua de verdad".
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