LOS ÁNGELES.- El Ayuntamiento de Los Ángeles ha decidido declararle la guerra al grafiti vandálico. Es decir, al que lejos de ser una obra de arte o embellecer algún muro abandonado —que se haya pintado con permiso— consiste en una firma, un dibujo o un símbolo que se haya realizado sin consentimiento en cualquier fachada de la ciudad. El Ayuntamiento ha decidido endurecer la ley porque, según explican, están "desbordados de denuncias". Cada día decenas de personas se ponen en contacto con el servicio de limpieza de la ciudad para denunciar que su portal, garaje o fachada han sido pintados. Así que el alcalde, Antonio Villaraigosa, ha dicho que desde ahora todas las nuevas construcciones de la ciudad, incluidas las privadas como casas particulares o chalets, deberán construirse con materiales 'antigrafiti'.
Poco se salva de la firma de un grafitero.
Los arquitectos no han tardado en transmitir su descontento con una ley que limita mucho la variedad de materiales con la que se puede construir y que, además, puede encarecer el resultado final de la obra. Pero el Ayuntamiento de Los Ángeles no está dispuesto a ceder en su batalla contra el grafiti y ha asegurado que aquellos que se nieguen a construir con materiales que repelen los sprays— ya sean constructoras o particulares que se estén haciendo una casa— tendrán que firmar un contrato por el que aseguran que si su fachada es atacada, ellos serán los responsables de limpiar las pinturas y tendrán como máximo siete días para hacerlo.
Con esta medida da la sensación de que el Ayuntamiento quiere pasarle el problema a los ciudadanos, que parecen los responsables de que sus casas hayan sido víctimas de un acto vandálico. Sin embargo, si se analizan los datos relativos a incidentes relacionados con grafitis, la medida no es tan exagerada. Según las cifras que maneja el Departamento de Trabajos Públicos, sólo el año pasado se produjeron 653.520 incidentes relacionados con grafitis. Además, el Ayuntamiento se gastó 7,1 millones de dólares en limpieza y restauración de zonas afectadas por las pinturas. Una barbaridad de dinero si tenemos en cuenta la complicada situación económica que atraviesan las arcas municipales.
Por dura que resulte esta ley, nada garantiza que la oleada de pinturas vaya a parar. Anteriormente se instalaron cámaras de seguridad en los puntos más conflictivos, se aumentaron las multas —que la mayoría de los casos pagan los padres porque los implicados son menores—, se obligó a los grafiteros a realizar trabajos para la comunidad... pero las calles seguían amaneciendo plagadas de firmas, frases lapidarias o, lo que es peor, declaraciones de amor al más puro estilo "Pepita, te quiero".
La Policía va más allá y ha hecho un llamamiento a los ciudadanos para que no dejen pasar por alto los grafitis vandálicos porque "muchas veces están relacionados con actos de bandas urbanas". Para el Departmento de Policía, los grafitis pasan de ser algo molesto a ser algo peligroso cuando las bandas se empiezan a dejar mensajes entre ellas a través de pintadas. Además, una banda puede empezar a pintar un barrio para marcar territorio, lo que significa que los vecinos empezarán pronto a pagar las consecuencias de tener una banda operando en la zona.
De todos modos, no se puede negar que la ciudad de Los Ángeles también tiene mucho que agradecer al grafiti. Al artístico, claro. Con una historia que se remonta a los 60, cuando la mayoría de las pintadas tenían connotaciones políticas, esta forma de street art es parte del sello de identidad de la ciudad y los murales, un espejo de los sentimientos de sus ciudadanos. Las semanas posteriores a la victoria de Obama, decenas de grandes pintadas homenajearon la victoria del primer presidente negro de la historia del país. Lo mismo ocurrió con la muerte de Michael Jackson. Hay barrios, como Venice Beach, que no tendrían la personalidad y el encanto que poseen si no fuera por la cantidad de obras arte que acogen sus paredes. Los vecinos de estas comunidades están encantados con que los artistas pinten, pero con una regulación y un control, y siempre y cuando se busque un objetivo artístico y no vandálico. Además, hay muchas pintadas que son ya parte del recorrido turístico, como la situada en las inmediaciones del Paseo de la Fama que homenajea a las gran estrellas del cine de Hollywood.
El problema que se vive en Los Ángeles no es muy diferente al de muchas otras ciudades españolas. Diego Alonso, un grafitero de Oviedo —que ha vivido de primera mano cómo la ciudad iba reaccionado ante la entrada de este tipo de arte urbano—, cree que lo principal es que la sociedad distinga entre "el artista que hace un bien a la comunidad, que presenta un proyecto al Ayuntamiento y se le aprueba, y el vándalo que se empeña en dejar su firma en cada calle".
Los murales son parte de la identidad de la ciudad.
Para él, medidas como las tomadas en Los Ángeles son poco efectivas. "Yo creo que lo único que puede hacer parar a los chavales que pintan sin control es que les pillen y les pongan una buena multa. Una vez que ya estás fichado las cosas se van poniendo más complicadas. La medida tomada en Los Ángeles no la veo muy efectiva porque se buscarán lugares que no sean de nueva construcción. Además, el peso de quitar la pintada cae sobre la víctima".
Alonso, que defiende que hay muros abandonados y sucios en todas las ciudades que pueden ser transformados en "arte", opina que la educación es imprescindible en este problema. "Es muy importante transmitirle a los que empiezan que no puedes fastidiar lo que es de otro porque sí. Los ayuntamientos tienen que colaborar cediendo espacios. Al fin y al cabo, si te gusta el grafiti te cansarás muy rápido de firmar y lo que buscarás es mejorar tu técnica. Para esto es necesario un espacio y los ayuntamientos se deberían comprometer a cederlos".
Respecto a cuál es el lugar perfecto para dejar una pintada, Alonso no lo duda. "Aunque sea ilegal, creo que lo más emocionante para los que pintan es hacerlo en un tren. La pintura en chapa adquiere una calidad máxima y el resultado del grafiti suele ser muy bueno. Además, está el componente de la adrenalina de conseguir parar el tren, pintarlo... Es como una misión".
¿Qué opinas sobre el grafiti como vandalismo? ¿Te has visto alguna vez afectado? ¿Qué medidas propones para acabar con el problema?
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