La TDT, paraíso de la publicidad basura

En el viejo modelo analógico se procuraba un equilibrio entre contenido y publicidad, beneficioso para espectador y anunciante. La proliferación de canales, que se presentaba como interesante para el espectador, ha supuesto en realidad un enorme contenedor de basura publicitaria. Si la TDT supone mayor oferta, hay que pensar que es mejor… ¿realmente lo es para los espectadores, o sólo para la bazofia comercial y los que obtuvieron una licencia para llenarla de mediocridad?

Los medios de comunicación hace tiempo que perdieron la vergüenza cuando informan de aquello que afecta a su negocio. El País publicaba la semana pasada una doble página dedicada al nuevo panorama televisivo. Como el tema no daba para tanto, además de repetir los argumentos que insistentemente llevan usando los últimos días, no dudaban en duplicar párrafos enteros en dos artículos de la misma página, un recurso habitual en la publicidad pero novedoso en la información, por muy interesada que ésta sea. En sus informativos, CNN plus y Cuatro insisten en que los televisores y descodificadores que hemos estado comprando no sirven. Eso se sabía hace tiempo, pero lo han estado callando, ellos y todos los demás, mientras les ha interesado que compráramos el aparatito que nos daba acceso a sus canales.

Objetivamente, sin entrar en los motivos por los que el Gobierno ha hecho rematadamente mal el tránsito a la TDT, el que exista competencia entre los operadores por ofrecer el fútbol —no nos engañemos, detrás de toda esta desinformación está la guerra del fútbol— es una buena noticia. Hemos disfrutado dos años de orgía futbolera en una batalla en la que el recién llegado David le ha ganado el pulso a Goliat a base de reventar el mercado. Y parece que por poco más de los doce euros que pagábamos al canal de PRISA por un partido, ahora tendremos prácticamente barra libre.

Porque al final, esto es lo que interesa al espectador. Calidad, que sea barato, y sobre todo, fútbol. Mucho fútbol.

De lo que se habla poco, sin embargo, es de la calidad. Y ahí entran los contenidos y la publicidad. Nos preguntamos si la regulación sobre saturación publicitaria se sigue aplicando. A cualquier hora, y no sólo de madrugada como sucedía en la analógica, la TDT es un hervidero de publirreportajes larguísimos que se repiten una y otra vez sobre cuchillos que todo lo cortan, aparatos de gimnasia, fajas mágicas, artilugios para cocinar… consultas esotéricas en directo, programas engañosos en los que podríamos ganar miles de euros por acertar un nombre de mujer de cinco letras… Lo que en su momento fue considerado por las televisiones como contenido de relleno para las horas de mínima audiencia, ocupa ahora un espacio extenso y preferente en las programaciones. ¿Responde esto al interés general? ¿realmente hay tanta gente deseando ver por enésima vez al cocinero charlatán picando cebolla y exprimiendo zumo de fruta con el mismo aparato, sin ni siquiera enjuagarlo? Resulta evidente que no. Las televisiones han descubierto que la bazofia comercial ahorra costes en creación de contenidos y resulta rentable. Repetir una y otra vez la misma basura, puede llegar a ser eficaz por aburrimiento o estadística: estamos ante el spam televisivo.

Para acabar hemos querido recuperar este anuncio de Carmen Sevilla para Phillips. Es nuestro homenaje a la televisión que no ha de volver.