Sharon, papel o tijera

Todavía está caliente el anuncio de la próxima portada de Paris Match y sólo con el anticipo de la exclusiva ya se han lanzado los medios a pregonar que la Stone luce espléndida, ella y sus breves domingas (eso que se llama semidesnudo), en el número de la revista. El motivo, vaya usted a saber la realidad, o la excusa para el evento fotográfico es que la diosa del calentón para varias generaciones de espectadores quiere mostrar cómo se conserva pasados los cincuenta. Un problemón, porque sabemos exactamente en qué estado se encuentra. Y a estas alturas, muchos de los que se tocaban la entrepierna pensando en ella saben cómo se hace eso de estirar arrugas con programas informáticos.

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Stone, en la portada de Paris Match.

Asegura en el extracto de la entrevista que adelanta Paris Match que el fotógrafo "la quiso reinventar" y que comprendió que la vio tal y como es "en realidad". Después se marca un rollo intelectualoide (poco acorde con el estilo de la imagen) en el que mete a Herb Ritts y a Martin Scorsese como referentes; lo que viene a evidenciar que lamenta, ahora que es mayor, no haber tenido a un buen fotógrafo a su lado; alguien que hubiera inmortalizado su cuerpo sin necesidad de escandalosos retoques gráficos. O haberse dejado de remilgos, que todo puede ser.

Ahora, en cambio, todo son problemas. Ritts está muerto, ella madurita y no tan buena como Cindy Crawford cuando mostraba sus carnes ante la cámara y se permitía el lujo de taparse las tetas porque el daño ya estaba hecho, esas fotografías se pegan al cerebro como una mosca a una tira de insecticida. Eso le duele a Sharon, que no tiene una obra maestra de su cuerpo (y de la fotografía) para poner en el salón y anonadar a las visitas.

Para la redención de su carne marchita se ha buscado a Alix Malka, uno de esos reputados profesionales con portadas en todas las revistas de moda y sofisticados reportajes en los que las modelos parecen naturalezas muertas. En sus manos, la misma Cindy lujuriosa de Ritts parece una muñeca de Famosa. Y no ha variado ni un ápice su punto de vista con la actriz, se trata de vender bien el producto y que todo parezca lozano. Pero, y eso sólo viendo la imagen elegida para la portada, a cambio de una más que evidente falsedad.

Sharon muestra una pose vulgar (de adolescente buenorra que se hace su primer book), destinada a ahondar en un mito que hace mucho perdió vigor y, tal vez, a recordar a algún productor que todavía está en el mercado de aquellas que hacen perder la respiración a los hombres. Y una utilización lamentable de los tópicos de la edad, Sharon es mucho más hermosa que ese adefesio estirado por el Photoshop; incluso sus arrugas, si fuera madura para mostrarlas, dirían mucho más de ella que el reportaje. Porque lo que vemos no es a una mujer orgullosa de su edad, sino a alguien que odia tenerla.