"¡Qué alegría!, ¡qué alboroto!, ¡a por otro perrito piloto!" y "¡leña al mono que es de goma!" son dos frases clásicas que huelen a fritura, a caramelo de algodón y a gasolina. Resuenan a Pecos, a Perales, a Gaynor y a Jackson Five aderezados con el ritmo de los compresores. Son frases que retengo aunque nunca llegué a comprender. Posos del recuerdo que acarrean planteamientos viscerales, de adolescencia. Casi refranes. Y de vez en cuando conviene orearlos y comprobar su vigencia.
La ciudad de las Ciencias de Valencia.
De los Beatles o de los Rolling; del rock o del pop; de los 70, 80 ó 90; de pelis de vaqueros, de guerra, de comedia o dramones. Son elecciones desde las que se pretende encasillar al sujeto de estudio y que sobre todo muestran los demonios del interrogador.
Desde hace algunos años, cuando alguien se entera de que eres arquitecto, te pregunta si te gusta Calatrava. Antes ocurría lo mismo con Manrique. Dejando aparte la cuestión del gusto y del regusto del que ya tratamos, podemos intentar explicar qué criticamos y por qué. Cuando no lo hacemos, el resultado verbal es que a los arquitectos no les gustaba Manrique porque era decorador y no les gusta Calatrava porque es ingeniero. Son los monos de goma a los que zumba golpes el colectivo de arquitectos envidiosos.
Tras escuchar y leer algunas de las críticas habituales dirigidas hacia Calatrava desde algunos medios por algunos enterados, decido que no estoy de acuerdo con muchas de ellas y aunque sea un mono de goma, intentaré defenderle. No se trata de una acción altruista, sino de rebatir planteamientos que nos rebotan por el hecho de ser arquitectos.
El puente de Venecia y la estación de Nueva York.
No es de recibo que se le dé tanta leña, al menos no por los tópicos antes rebatidos. Es cierto que tiene unas cuantas castañas en su haber; todos las tenemos (aunque quizá no tan magnas), y algunos llegan a las más altas cumbres.
El problema es otro y su razonamiento sería extenso y, para este caso, prescindible. Sirva como orientación que si no fuese por la antigua e innecesaria simetría, por la simpleza de sus espacios sin matizar, por el buscado goticismo, por la imprescindible manufactura, por la imitación hasta del teselado de Gaudí, por la apoteosis de la decoración, por su auto-consideración como "artista", por su inmunidad, por lo inalterable de su discurso y alguna otra cosa, podría resultar un arquitecto interesante. Aunque entonces no sería Calatrava.
Para dar leña, como desahogo recomiendo este enlace.
* Luis de la Cuadra es arquitecto y miembro del estudio IN-fact arquitectura.
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Casi cualquier persona que no sabe de arquitectura, sabe quien es Calatrava, y reconoce sus obras +
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