'Despedidas' saca a relucir de nuevo el 'Síndrome Amélie'

Si bien es cierto que lo más probable es que nadie se acuerde a estas alturas, o directamente le importe un comino, la gran sorpresa de la pasada edición de los Óscar no la protagonizó Sean Penn arrebatándole a Mickey Rourke la estatuilla que hubiera significado el colofón a su sonado retorno. No, no, lo que rompió todas las quinielas de los frikis cinéfilos fue lo que ocurrió en la categoría de Mejor Película Extranjera. Sí, ésa misma en la que aprovechamos para rellenar el bol de nachos con queso cuando llega su turno durante la gala en directo (excepto en aquellas contadas ocasiones en las que toca jalear a Amenábar o a Peeeeeedro, claro).

La japonesa 'Despedidas', Óscar a la Mejor Película Extranjera en 2009 (contra pronóstico)

Este año todo el mundo daba como absoluta ganadora a la aclamadísima cinta de animación israelí 'Vals con Bashir', otorgando una mínima opción a la francesa 'La clase', Palma de Oro en Cannes 2008. El premio sin embargo recayó en 'Despedidas' (en nuestras pantallas desde el pasado viernes), una película japonesa que sólo había sido estrenada comercialmente en el país nipón y en Corea, y que no había pasado por ninguno de los festivales de alcurnia, por lo que apenas la conocía nadie fuera del ámbito oriental. Los cronistas del día después se pusieron de acuerdo: había entrado de nuevo en escena el 'Síndrome Amélie', un fenómeno que se viene repitiendo con cierta frecuencia desde 2002.

En ese año competía por el Óscar a la Mejor Película Extranjera el archiconocidísimo filme de Jean-Pierre Jeunet y no lo ganó. "No puede ser", pensó la mayoría. Pues sí, y la triunfadora en aquella ocasión tampoco fue la que se perfilaba como su gran rival, la argentina 'El hijo de la novia'. La que se llevó el gato al agua fue la bosnia 'No man’s land' ('En tierra de nadie'), una notable película de la que, reconozcámoslo, casi nadie se acuerda.

Algo parecido ocurrió al año siguiente, con el triunfo de la alemana 'En un lugar de África'. Entonces, las dos grandes favoritas eran 'Hero', la gran superproducción de Zhang Yimou, que recaudó 177 millones de dólares en todo el mundo (53 de ellos en Estados Unidos, todo un hito para un filme chino), y la mexicana 'El crimen del Padre Amaro', protagonizada por Gael García Bernal.

Dos años después, en 2005, también se repitió la historia, aunque bien es cierto que en menor medida. 'Mar adentro' partía con grandes opciones de ganar y ganó, de lo que nos alegramos enormemente, pero hay que recordar que en esa edición tenía como temibles rivales a la gran favorita de la crítica, la alemana 'El hundimiento', y a la gran favorita del público, la francesa 'Los chicos del coro'.

A partir del triunfo de Amenabar, el galardón a la mejor película de habla no inglesa se convirtió definitivamente en un auténtico caldo de cultivo para las sorpresas:

• En 2006 ganó la sudafricana 'Tsotsi', cuarta favorita en las apuestas por detrás de la francesa 'Feliz navidad', la palestina 'Paradise now' y la alemana 'Sophie Scholl'.
• En 2007 dio una campanada monumental la alemana 'La vida de los otros' (una auténtica obra maestra, por otra parte), desbancando a 'El laberinto del fauno', todo un fenómeno mundial que además ya se había llevado tres estatuillas esa misma noche.
• En 2008 se erigió con el premio la austriaca 'Los falsificadores', cuando los encargados de hacer los pronósticos únicamente hablaban de la israelí 'Beaufort' y de la rusa '12'.

Y llegamos finalmente a este año, con el triunfo ya comentado de la película japonesa, que también dejó perplejos a todos. Sí que puede haber sin embargo una explicación más o menos racional a tanta sorpresa en una misma categoría, que tiene mucho que ver con el exclusivo sistema de votación a la que se ven sometidos los filmes a concurso en este apartado: sólo los miembros de la Academia que asistan a pases específicamente organizados en cines de las cintas finalistas pueden luego emitir su voto. Ni siquiera vale con verlas en DVD.

La cosa se tornó aún más exclusivista a partir de 2006, año desde el que se viene publicando una lista de nueve películas con opción a ser nominadas justo una semana antes de darse a conocer las nominaciones oficiales. Luego un comité de sólo treinta miembros es el encargado de visionarlas y analizarlas exhaustivamente durante tres días hasta llegar a elegir a las cinco finalistas. Todo un intrincado sistema que a buen seguro certifica la independencia y rigurosidad de la elección definitiva, pero que contrasta enormemente con la anarquía imperante en las votaciones de casi todo el resto de las categorías, incluida la más relevante, en la que rara vez hay sorpresas y casi siempre gana la película que goza de mayor aclamación popular.

El Óscar a 'Despedidas' también puede tener otra explicación. Pese a tratarse de un filme japonés, su filosofía cinematográfica se acerca mucho más a Capra que a Ozu. Habla sobre la muerte, pero en lugar de hacerlo en un sentido profundo, lo hace apelando a los sentimientos más primarios. Enarbola además la bandera de un cine mucho más cercano en su concepción formal a los estándares norteamericanos que la arriesgada propuesta de animación de 'Vals con Bashir' o el cinema verité de 'La clase'. Y ya se sabe lo que les gusta a los yanquis eso de sentirse como en casa.

Para saber más...

• 'Vals con Bashir' explica el conflicto palestino israelí (y huele a Óscar), en soitu.es
• Ari Folman eleva el Flash a categoría de arte, en soitu.es
• 'La clase': Mil kilómetros desde casa al colegio, en soitu.es
• La barrera hispano-argentina desapareció hace 10 años, en soitu.es