El calor, ese gran desconocido, musicalmente hablando

El músico teme al calor. Le apelmaza, le adormece, su poder de ejecución se reduce drásticamente al nivel básico de aporrear un instrumento cual mono en una película futurista. Es sabido que el calor es el peor enemigo del músico ambulante. Los conciertos veraniegos se hacen en un 99% al aire libre, al descubierto. Bien, pues durante las pruebas de sonido vespertinas he llegado a presenciar lipotimias fulminantes por un inicio leve de insolación. He sufrido en mis carnes el borrado de mis huellas dactilares por tocar un sintetizador metálico expuesto al sol durante varias horas. Y el colmo de los colmos, si además añadimos tocar en zona costera: el cambio de temperatura automáticamente crea una condensación de agua que anula todo artilugio eléctrico. La tecnología no está preparada para afrontar el calor o ser expuesto a los rayos intensos del astro rey. Da lo mismo fardar de ordenador, de disco duro o de aplicaciones musicales para tu 'liveshow', que una pequeña sobrexposición al sol y toda la preproducción se va al traste. La solución: una sombrilla playera. Ande yo fresquito y ríase la gente.

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• Décima Víctima: El Signo De La Cruz
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• Rinôçérôse: Panic Attack
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