Irán, la revuelta pixelada

Muchos periodistas extranjeros han sido expulsados de Irán. Al poder no le interesa que nadie cuente sus trapos sucios ni que las calles de Teherán aparezcan repletas de voces discordantes. Los ciudadanos han tomado el relevo de los informadores profesionales y de repente nos encontramos con una brecha técnica entre las imágenes que el poder tolera y las que no. Un mosaico de píxeles parece ser el símbolo de los que claman libertad y corre la voz de que Twitter es su órgano de expresión.

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Autor desconocido. (EFE)

Un fotograma de vídeo que pasará a la historia convertido en foto.

Las revueltas sociales en Irán han encontrado en Neda, la joven que moría ante nuestros ojos, a su primera heroína. La vida se le iba mientras un teléfono móvil la hacía eterna. Un régimen obsoleto víctima de la tecnología más moderna. El silencio vencido por un anónimo artilugio. Ya no importan las extensas crónicas ni las detalladas imágenes de los profesionales, bastan una frase y una captura de pantalla en un vídeo de baja calidad para cambiar el curso de la historia. ¿Pero es verdad lo que estamos viendo? No lo sabemos. Neda es el primer ‘icono-frame’. Una imagen congelada de una filmación anónima. Puede que sea mentira, una falsedad que encaja como un guante en un contexto. No hay tiempo ni para la reflexión ni para la distancia.

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(Reuters)

Es paradójico que una agencia como Reuters envíe una foto técnicamente tan pobre.

Las imágenes de las rebeliones son casuales. De gente que pasa por allí, de gente que vive en un lugar concreto en el que ocurre algo destinado a cambiar el curso de la historia. Al menos lo fueron hasta que llegaron las grandes guerras, aunque la única certeza en la fotografía es que toda regla constituye una excepción. Un disparo, una bomba, una flor, una muerte. Los medios de comunicación y el monstruo que alimenta las máquinas de producir noticias quieren símbolos, los buscan con todas sus fuerzas.

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(Europa Press)

¿Para que necesita un medio que una agencia envíe fotos como esta que circulan por la red?

La rebelión se alimenta de imágenes, de los enemigos cayendo, de los amigos heridos, de gentes que guían a otros hacia el combate, de madres que lloran a sus hijos y, a la vez, llenan de ira los corazones de otras madres que temen por los suyos. Los gobiernos que se tambalean saben que una fotografía puede acabar con su poder.

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(Reuters)

Los píxeles ocultan el rostro y otros píxeles nacen al convertir el fotograma en una fotografía mecánica, sin autor.

Porque la imagen, aunque sea confusa, rota, borrosa, aunque sea casi una mancha difícil de interpretar, es una prueba de que algo está ocurriendo, de que eso que nos cuentan está teniendo lugar. ¿O no? ¿Quién es este mujer de rostro pixelado a la que la televisión oficial presenta como una alborotadora detenida?

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(EFE)

El poder queda representado por fotografías impolutas, técnicamente perfectas.

En esta guerra de iconos, los líderes intentan a duras penas contener el gesto de preocupación. Ellos muestran el otro lado. Mahmud Ahmadineyad va a rezar y pide calma. Sus fotos no son anónimas ni de procedencia dudosa. Muestran la nitidez del poder, el pulso firme del fotógrafo que no ha de correr para esquivar los tiros, la intención de quien desea transmitir un mensaje. De quien quiere mostrar que tiene el control.

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(EFE)

Cada día vemos más Imágenes de tercera mano, abstractas, en las que nada es seguro.

Las condiciones difíciles hacen más creíbles los informaciones confusas. Se puede perdonar el ruido por la escasez de medios, se pueden perdonar el escaso número de documentos informativos teniendo en cuenta la dificultad con la que son logrados. ¿Pero es así? Alguien puede twittear una revuelta desde el salón de su casa de Florida, cualquiera puede colar como cierta una fotografía falsa. El periodismo ciudadano puede morir de éxito durante el parto porque no estamos ante un concurso de fotos de verano con cámara compacta de premio.

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(Reuters)

Un buen icono, una imagen de calidad, lástima que haya sido tomada en Italia.

La máquina come sin parar, genera sus fetiches. Nos enseña a bellas mujeres que alzan la mano para lanzar una piedra. Nos muestran un pedazo de nuestra identidad incrustada en la suya. Eso que queremos ver, eso que creemos ver. Nos las muestran con nuestras gafas de sol, con nuestros teléfonos móviles, enarbolando el consumo como símbolo de progreso; son modernas y hermosas. Una pena que la foto haya sido tomada a en Italia.

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(Reuters)

Las mascarillas para la gripe ahora sirven para ocultar el rostro y no aspirar los gases de la policía.

Están a un paso del reclamo publicitario, de ser estampadas en camisetas para saciar las ansias rebeldes de los adolescentes que no necesitan acudir a ninguna barricada. Puede que el país que quieren cambiar permanezca inmóvil, pero otros tomarán nota para bien o para mal. Siempre es la verdad la primera víctima e Irán no iba a ser la primera excepción.