Viernes 19 de junio, hace diez días. Instalaciones de La Salmedina, una enorme elevación de tierra junto a una planta de tratamiento a unos 10 kilómetros al sur de Madrid. Por las faldas de esta "montaña" en las que van descargando sus remolques diferentes camiones salen a flote pedazos de ladrillos, cascotes, tuberías, numerosos plásticos, adoquines, trozos de asfalto y hasta sacos de escombros con algún nombre (como el de la empresa "SECOIN"). Nada de eso debería estar ahí. Aunque éste es un vertedero autorizado, el más grande de Madrid para residuos de construcción y demolición, el Real Decreto 105/2008 prohíbe tirar hoy en día nada que no haya pasado antes por una planta de tratamiento donde se haya extraído todo aquello que pueda ser reciclado. Nada de eso debería estar ahí y, sin embargo, lo que se ve es en realidad sólo una pequeña parte del iceberg de cascotes y basura que se está enterrando bajo tierra en la Comunidad de Madrid, como demuestran fotografías y vídeos de los últimos meses en poder de soitu.es.
Imagen tomada en el vertedero de La Salmedina la semana pasada.
El descontrol parece haberse agravado por la actual crisis del negocio de la construcción y la drástica reducción de las obras. Hay menos residuos y esto ha provocado que aparezcan en el mercado precios muy bajos por hacerse cargo de ellos, dentro y fuera de Madrid. Una competencia muy dura para la decena de plantas de tratamiento preparadas para gestionar este tipo de desechos en la región. Según algunas fuentes del sector, se estaría cobrando por ocuparse de estos residuos precios por debajo del coste del proceso que supone reciclarlos, lo que crea grandes dudas sobre su correcta gestión o incluso sobre su destino. "Nosotros con el precio no podemos hacer nada, esto es la oferta y la demanda, sabemos que la construcción se ha reducido mucho y que este sector está en guerra, si una empresa privada quiere bajar sus tarifas para evitar que se vayan a otra parte los camiones con escombros es libre de hacerlo", nos cuentan desde la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, desde donde intentan perseguir los vertidos que incumplan la Ley por medio de inspecciones.
Este tipo de residuos son los que llenan los típicos contenedores de obra: mucho material pétreo, pero a menudo también plásticos, cables, maderas, metales o los desechos más insospechados. Como especifica el propio RD 105/2008, su vertido en el entorno causa la contaminación de suelos y acuíferos y el deterioro paisajístico, así como la pérdida de unos recursos que todavía pueden ser reaprovechados. Además, gran parte de su impacto radica al mismo tiempo en su enorme volumen: de acuerdo a estimaciones de la propia Comunidad de Madrid, en el año 2006 se generaron en esta región seis millones de toneladas de escombros, lo que equivale a una tonelada por cada madrileño. Aún con la fuerte reducción provocada por la crisis, se supone que tendría que seguir habiendo suficiente como para tener muy ocupadas a las cerca de diez plantas de tratamiento ubicadas en Madrid. Sin embargo, la realidad es que algunas de estas instalaciones están hoy prácticamente paradas, con graves dificultades para subsistir.
Lo correcto es llevar estos residuos a una planta autorizada y pagar para que se ocupen de ellos. Existen dos tipos de tarifa en función de la calidad del residuo: una más barata para los escombros compuestos sólo de material pétreo y otra más cara para los escombros mezclados con otros desechos (más difíciles de tratar). Se supone que en las plantas de tratamientos hay empleados que separan en cintas transportadoras todo aquello que puede ser reciclado (plásticos, metales, papeles o cartones) y máquinas que machacan y muelen el residuo pétreo (ladrillos, hormigón) hasta convertirlo en un árido reciclado que puede venderse para reutilizarse de nuevo en la construcción. El residuo vuelve así otra vez al punto de partida. En el caso del escombro que llega mezclado, está permitido tirar en el vertedero sólo aquella parte que resulta imposible de tratar, pero en Madrid esto obliga a pagar a la Administración una tasa de vertido de 3,3 euros/m3 y en ese rechazo no podría haber cascotes, ladrillos, plásticos, tuberías... Ni tampoco, por supuesto, sacos llenos de escombros como los azules del vertedero de La Salmedina en los que se lee claramente el nombre "SECOIN" (Servicio de Contenedores Inertes).
Sacos de SECOIN fotografiados en el vertedero de La Salmedina. También se pueden ver pedazos de ladrillos, cascotes, plásticos, adoquines, trozos de asfalto...
—Hola, hablo con SECOIN, ustedes tienen unos sacos azules para residuos de construcción, ¿qué se hace con ellos?
—"Sí, son para obra pequeña, para cuando se hace un baño o una cocina. Se llevan para que el residuo sea separado y tratado".
—¿Me podría encontrar entonces bolsas llenas de residuos sin tratar tiradas en un vertedero?
—"No, no, van a La Salmedina, ahí todo lo reciclan".
—Y si le digo que las he visto tiradas así en La Salmedina.
—"Nosotros las bolsas las depositamos ahí, luego lo que haga el vertedero... Ahí se recicla todo, que luego las bolsas rotas se vuelen con el aire, nosotros ya... Tenemos nuestro certificado de vertedero como que llevamos ahí todo el residuo que recogemos".
En las gigantescas instalaciones de La Salmedina (propiedad de Zapata S.A. y Urbaser (grupo ACS)), además del vertedero donde han sido fotografiados los sacos de SECOIN y otros residuos que no deberían estar allí, cuentan también con una de las plantas de la región para el tratamiento de estos desechos. ¿Cuáles son las tarifas de esta empresa por hacerse cargo de los residuos de construcción y demolición? De acuerdo a documentos a los que ha tenido acceso soitu.es, con el membrete de Salmedina Tratamientos residuos inertes S.L y un contacto de su departamento comercial, su planta de tratamiento puede llegar a cobrar sólo 4,50 euros por cada m3 de escombros de hormigón sin mezclar y 7 euros por cada m3 de escombros mezclados. Unos precios realmente muy bajos, sobre todo, teniendo en cuenta que en la segunda tarifa la empresa debe descontar luego los 3,3 euros/m3 de la tasa de rechazo que debe pagar a la Comunidad de Madrid.
Tras llamar primero a La Salmedina y luego a Llorente&Cuenca, la empresa externa que se ocupa de su comunicación, se pone al teléfono una persona que se identifica como portavoz de la compañía. Le preguntamos primero por sus tarifas para ver si son muy diferentes de las que ofertan sus comerciales.
—"Las tarifas están en la web de La Salmedina: 6,45 euros por cada m3 de residuo sin mezclar y 14,50 euros/m3 el residuo mezclado".
—¿Hay otras tarifas?
—"Que yo sepa, no".
—He visto que en el vertedero hay muchos residuos no tratados que no deberían estar allí.
—"Hay tres tipos de supuestos de lo que se vierte allí. Primer supuesto: un cargamento de residuos que hay que tratar y que directamente pasa a la planta de tratamiento. Dos: vienen residuos muy voluminosos que hay que separar previamente para que lo que se pueda tratar vaya a planta y lo que no al vertedero, que para eso está. O tres: camiones de otras plantas con residuos que ya están tratados y que directamente van al vertedero, que está autorizado para ello. Eso es lo que se vierte y son vertidos totalmente controlados y válidos. Todo se trata, para eso está la planta".
—Pero esto no explica que se hayan vertido residuos que se pueden reciclar.
—"Existe efectivamente la posibilidad de que puedan verterse algunos elementos, pues puede ser que vengan muy pegados a elementos de desechos que no se puedan revalorizar o que no se puedan extraer. Lo importante es si es recuperable o no. Y luego hay camiones de otras plantas que están autorizados para verter directamente. Lo único que hay que comprobar es que no haya vertidos tóxicos, pero no vamos a volver a tratarlos. El problema de todo esto no es el vertedero de La Salmedina, el problema viene de los vertidos ilegales en otros puntos. Yo creo que es más grave los vertidos ilegales que se hacen para no tener que pagar la tarifa de tratamiento".
Es cierto lo que comenta el portavoz de La Salmedina sobre la existencia de otras modalidades de vertidos. Son los que se realizan no ya en un vertedero, sino en cualquier otro lugar donde pueda pasar desapercibido. Esto ha ocurrido en la gravera ARICAM en el límite entre Madrid y Toledo, por la A-4, o en la gravera DAYJA, en la carretera M-506, a la altura de Soto de Pajares (también Madrid).
El vídeo que acompaña esta información muestra tres momentos concretos en los que camiones descargan bloques de hormigón, ladrillos y trozos de paredes los días 11 y 12 del pasado mes de noviembre en esta última gravera. Un vertido totalmente ilegal. En la grabación completa se ve también a una pala excavadora que tira rápidamente los residuos a un talud para taparlos luego con tierra y ocultarlos. Esta gravera de DAYJA está hoy cerrada, pero no así la de ARICAM.
Para evitar todo esto, la Orden 2690/2006 de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid obligaba a los constructores a pagar una fianza que respondiese por el correcto tratamiento de sus residuos como paso previo al otorgamiento de la licencia de obras. Sin embargo, esta orden quedó anulada por una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de 2008, tras un recurso del Colegio Oficial de los Arquitectos de Madrid.
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