No, no es cuestión de imaginarse la final perfecta. La final perfecta ha existido y no tiene sentido reescribirla. Un Gasol al que no podrán acusar de blandito nunca más ha contribuido de manera decisiva al 15º título de los Lakers. Lo ha hecho creíble, no sólo como esos tipos que mullen el banquillo hasta que a Kobe le da por sentarse un minuto por aquí, dos por allá, a beber su dosis de bebida isotónica y reconstituyente, sino ejerciendo de subcomandante. Anoche comulgaron realidad y ficción.
Pau lucha por un rebote en un partido de leyenda
No revestiremos de oropeles su gesta, no colgaremos lentejuelas de su morada camiseta y tampoco rediseñaremos una trama en la que hiciera más de 14 tantos y rapiñara 15 rebotes, además de taponar a cuatro incautos 'Magic'. La materia prima está ahí y el guión inmaculado, sellado. Fabulemos ahora, eso sí, con cómo sería la cosa en la gran pantalla. Y no en una vándala sesión de madrugada, sino en una iluminada, gigante y masiva sala de macrocine. Pau se merece su peli.
Ramón Rodríguez ('Transformers 2'), actor e ideólogo del artículo
La idea me la dio Ramón Rodríguez, quien a los no iniciados en 'The Wire' os sonará a chino, pero que dentro de poco se hará bastante popular a raíz del estreno de 'Transformers 2' (es el pesado compañero de cuarto de Shia LeBeouf). Este puertorriqueño iba para jugador profesional, pero tras un exitoso periplo universitario le faltaron centímetros y se tuvo que contentar con giras comerciales de exhibición que atrajeron la atención de los ojeadores de Hollywood. Charlando el viernes pasado sobre su amor por el mundo de la canasta, echó flores latinas sobre Gasol y explicó los problemas del cine centrado en el baloncesto: "Lo peor es cuando ves que eligen actores que tienen que jugar y lo hacen mal —'yo que juego muy bien me doy cuenta', triple de Ramón— o cuando apuestan por jugadores para que interpreten. Ninguna de las dos cosas suele funcionar. Me gustaría involucrarme en un proyecto, incluso escribiéndolo yo mismo, en el que los jugadores jugaran y los actores actuaran".
Así que esa es la clave. Tiene su lógica pero no es nada nuevo. Aquello fue precisamente lo que intentó William Friedkin ('El exorcista') con 'Blue Chips (Ganar de cualquier manera)' en el 94, para la cual fichó a unos muy noveles Shaquille O'Neal y Anfernee Hardaway como garantía de calidad, y a Nick Nolte y Mary McDonnell para las partes de drama. A pesar de que el proyecto estuvo amparado por Paramount, Shaq todavía no era SHAQ y la cosa se quedó en 23 escasos millones de dólares de taquilla. El guión era para echarlo a una hoguera, aunque puede que después de todo los tiros sí fueran por allí.
Lo digo porque algo similar intentó Spike Lee en el 98 con Ray Allen, un escolta superclase nueve veces All Star y campeón de la NBA el año pasado con los Boston Celtics. Su tentativa llevó por título 'Una mala jugada', y los actores 'de verdad' fueron Denzel Washington y Milla Jovovich, que se llevaron la atención de la meritoria actuación de Allen por delante con el cacareado coito interracial que protagonizaron. Aún así, el 'celtic' tendría una oportunidad más en 'Harvard Man: Juego peligroso', serie Z a mayor gloria de Adrian Grenier (que jugaba como una abuela) y Sarah Michelle Gellar. Hay que reconocer que era una aberración entretenida, pero nada que uno pudiera recomendar a nadie sin que le llamaran friki o cosas más feas. El NBA se retiró de la actuación y los dos guapos coprotagonistas firmaron su entierro artístico en el cine con la tele como única salida honrada.
El entrenador rígido e inadaptado que se acaba haciendo con el respeto y cariño de todos parece el único mimbre histórico capaz de sostener una trama de basket
Luego está el caso de esos que no lo son pero lo parecen, de los que dices: "Vaya, pues para no ser jugador no lo hace nada mal". Y aquí es donde encaja Rob Brown, que sirvió de pupilo de una especie de J.D. Salinger inventado por Gus Van Sant en 'Descubriendo a Forrester', heredera espiritual y comercial del boom de 'Will Hunting'. La historia de cómo llegó a hacerse con el papel de Jamal tiene chicha, pues, después de encontrarse un flyer, opositó a extra de la cinta para poder pagar una factura de móvil de 300 dólares. Conclusión: a la semana, y sin experiencia previa, se vio dando la réplica a Sir Sean Connery. Él iba para jugador de fútbol pero se empeñaron en ver a uno de basket y poco después 'Coach Carter' le unió a Samuel L. Jackson, un entrenador metódico como pocos.
Algunos seguro que confundís aquella película con 'Camino a la gloria', en la que Josh Lucas interpretaba el papel de técnico y su estrella, otro chico talentoso, era Derek Luke. Los actores eran intercambiables, los entrenadores eran intercambiables y todo el equipo técnico de iluminadores, maquilladores y atrezzistas, igual. Parece ser que después de la fórmula que impuso David Anspaugh con 'Hoosiers: Más que ídolos' (1986), en la que el entrenador rígido e inadaptado se acaba haciendo con el respeto y cariño de todos, es el único mimbre capaz de sostener una trama baloncestísitca.
Es entonces cuando llega Zac Efron al rescate de tanto tópico. Sus chiribíticos ojos y su malabarismo amanerado pretenden restar protagonismo a los entrenadores que le tutelan desde que saltara a la fama con 'High School Musical', pero, aunque siempre tenga bolas entre las manos, en rigor no podemos decir que sus películas sean estrictamente deportivas, así que no, por desgracia Zac tampoco es nuestro Gasol de ficción.
Pau, mejor pívot que actor
Y ni que decir tiene que no permitiremos a Pau interpretarse a sí mismo. La experiencia, y los spots, dicen que ni Alonso, ni Nadal, ni él mismo, nuestros tres mosqueteros, son demasiado solventes actuando. Si repitiera lo de Nike (pinchar vídeo superior) podría salirnos otro espanto cañí como 'Con el 10 a la espalda', nuestra humilde contribución al género.
Hagamos recuento de ideas, entonces: Peli que honre a nuestro mejor baloncestista en la que, o no salga él, o sólo se dedique a encestar; dirigida por alguien de prestigio, de Gus Van Sant para arriba (no descartamos un James Cameron en 3D); con poco peso para el entrenador, que eso ya está muy visto; y en la que al final ganen los buenos, los Lakers, un equipo con sede en Los Ángeles que hizo que ayer no echáramos de menos 'la roja', y que un chico de Sant Boi, que emigró a la ciudad de Elvis hace casi una década con un sueño y casi 20 kilos de músculo menos, consiguiera por fin fumarse un puro habano en la cima del mundo.
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