¿Es Nadal un buen modelo?

El caso es si un rudo tenista es la percha adecuada para la ropa elegante. En nuestros tiempos los líderes (en especial los del deporte) ejercen el papel también en el mundo de la moda porque su fama sirve de gancho para la venta de lo que sea (y dicho sea en el sentido más amplio del término); champú, refrescos, seguros, coches o apartamentos en Murcia. Quien hoy nos ocupa es Rafa Nadal, que es un monstruo de las victorias, un tipo joven, combativo y majo al que todas las mamás querrían por yerno o amigo o ligue espacio-temporal de sus hijas.

Rafa 'a otra cosa', por Bruce Weber.

En resumen, se trata de un ídolo global y planetario por el que pugnan las marcas para colocarle sus productos, en especial si se deja fotografiar con ellos. El caso es que tenemos a nuestro deportista más afamado posando para Vogue USA y eso es todo un reto para un chaval de gustos sencillos y también para la más sofisticada de las revistas de moda. El resultado de la mezcla resulta, como poco, confuso.

Vamos a la portada. La foto, como el resto del reportaje, está firmada por Bruce Weber, el tipo que metió a los tipos en pelotas y/o con calzoncillos reventones en las revistas de moda, un experto en atletas, cuerpos esculturales y el uso del blanco. Vamos, que no seré yo quien diga que no sabe lo que se hace. A nuestro protagonista, primer error (o no) le llaman Rafa; algo que evidencia su carácter sencillo y que se da de tortas con el rollo Gran Gatsby de puerto deportivo que respira la toma. Alguien del porte del mallorquín casa mejor con un ambiente campestre. En estas cosas se ha de ser coherente y tener un nombre completo y un apellido compuesto.

Y, luego, la foto que encabeza el reportaje. Le han echado los pelos para atrás y le han dicho que se pase el índice por los labios con tan mala fortuna que parece andar sacándose con un palillo un trozo de entrecot mal masticado de manera que, si no supiéramos que el chico es sano y está entrenado, sólo le faltaría un Winston reposando en la oreja. ¿Tiene el laureado deportista interés en parecer otra cosa o es sólo el precio de la fama? Porque llegar a posar para Vogue y que te pongan un mondadientes tiene guasa.

Pero vamos a darle una oportunidad al reportaje y pulsamos donde dice 'see the slideshow' con tal de ver qué nos depara el destino. La cosa mejora porque entonces aparece el Nadal tenista de cuerpo atractivo, resaltado por una conveniente indumentaria de aire retro y paquete prieto. Además, Weber se maneja muy bien con el blanco y negro y los tipos cachas. Sobra decir que el modelo también está cómodo dando raquetazos. Nada que objetar salvo esas cosas que lleva el chaval debajo de las rodillas y cuya presencia prefiero ignorar.

Finalmente, con un breve pie de foto que habla del trabajo y la suerte, conceptos misteriosamente unidos a Nike y Tommy Hilfiger (ya sabemos cómo funciona el negocio) vemos al mallorquín más suelto. Cómodo, sentado, con el cuello abierto por el sofoco veraniego, el pantalón remangado, sin americana y con el antebrazo izquierdo en su esplendor. Y, pese a todo, hay algo que no acaba de funcionar. La ropa le queda bien y la mirada perdida, acompasada con una de sus muecas características, tiene fuerza; pero cualquiera diría que tiene ganas de acabar o que escucha, mientras posa, a una tercera persona que le dice "¡Vamos, Rafa!".