'El hanami' o de cómo emborracharse con la belleza de las flores

TOKIO (JAPÓN).-  Tras el frío invierno y padecer que se haga de noche a eso de las 16:00 h, por fin ha llegado la primavera y con ella una temperatura y un ambiente maravillosos. El día de la primavera es fiesta nacional en Japón. No es de extrañar pues la llegada de la llegada de la estación, que es la preferida por los japoneses y con razón, se vive con mucho entusiasmo.

Javier Bravo.

Estos días Japón, lleno de cerezos (sakura), se cubre de las pequeñas flores blancas y rosas tan características de este árbol y todo el país gana bastante. Esa expresión, algo hortera, de 'manto de la primavera' sin duda hace referencia a esto.

Todo el mundo suele estar más contento y tiene ganas de salir a la calle a disfrutar o a hacer cualquier cosa: deporte, pasear, ir de compras. Obviamente la sangre se altera y este otro tópico no nos parece nada hortera sino un hecho científico.

Pero para los japoneses, la actividad más importante durante estos días es, más allá de las compras incluso, el hanami (más o menos literalmente: mirar las flores) y todo el mundo encuentra tiempo para hacerlo. En familia, entre amigos o muy especialmente entre compañeros de trabajo, se elige un parque cubierto de flores y se hace lo que nosotros entenderíamos por un picnic.

Daniel Sánchez

En las oficinas, el último en incorporarse a la plantilla o el becario, es decir, el que menos pinte, es el encargado de reservar un emplazamiento para la bulliciosa reunión de todos los compañeros al acabar la jornada laboral. Así, los parques se cubren desde primeras horas de la mañana de zonas acotadas por no muy favorecedores plásticos verdes o azules que todo el mundo respeta hasta que aterrizan sus "legítimos" ocupantes.

Entonces empieza la fiesta: se come un poco, se empieza a beber cerveza, la gente se desinhibe, comienzan las bromas entre los compañeros, los flirteos con las compañeras y todo empieza a animarse. En cuestión de minutos el jolgorio... que da paso a la algarabía, que continúa con el alboroto, que sigue con la escandalera y que termina con el derrumbe y la relativa calma propios de un consumo excesivo de alcohol. A eso de las 20:00h la situación de algunos de los participantes en el evento es un tanto lastimosa: chicas encogidas semiinconscientes, hombres desparramados dormidos como ceporros, jóvenes arrojando en cualquier rincón...

Es de las ocasiones que casi ningún japonés desaprovecha para evadirse del tedio de la rutina y de la presión de las ceñidas ataduras típicas de esta sociedad. Sean cuales sean los excesos, al día siguiente todo estará olvidado y la gente se comportará como si nada hubiera ocurrido. Hasta eso está tácitamente reglamentado en Japón.

El hanami es una experiencia muy agradable y muy interesante pero tan fugaz como las flores de los cerezos. Hay que tener la voluntad y encontrar la oportunidad para escaquearse antes de que se consuma en su propio encanto.