La adaptación es una herramienta fundamental para la supervivencia. Bien lo saben Carla Bruni y Letizia Ortiz, dos mujeres que interpretan su papel de primera dama de Francia y princesa de Asturias, para lo que han tenido que cambiar de forma de vida, matizar sus modales, uniformizar su manera de vestir y pegarse una sonrisa permanente en la cara.
Hoy Carla y Letizia han coincidido en Madrid. Algunos medios llevaban tiempo hablando de que los periodistas podían alimentar una supuesta rivalidad entre ambas, aunque hace ya un año que una biografía de Bruni las enfrentaba. Sin embargo, algo falla en esta premisa: ¿cómo van a rivalizar si son calcadas? No hay más que verlas hoy. Mismo peinado con puntas moldeadas, vestido ceñido en colores amoratados, joyas discretas... Hay diferencias, como la elección de su diseñador de cabecera. Mientras Carla elige a Dior, Letizia se decanta por Felipe Varela, español, sí, pero que no llega a la altura de la casa francesa con sus diseños. Claro que casi mejor porque cuando a la princesa le ha dado por innovar le han sacado cantares.
Para los menos clásicos decir que son exactas será una aberración. No hay duda que la que fuera musa de Versace, la cantante de voz ronca y sensual, una auténtica supermodelo de los 90 no se puede comparar con la rancia Letizia. Para los más protocolarios la transformación de Letizia en esa mujer discreta pero firme, siempre perfecta en su papel de princesa, madre y esposa no será comparable a la díscola Carla. Puede ser, pero el matiz es muy pequeño y la cercanía demasiado grande. ¿Cómo dos mujeres de la misma generación, dos chicas con éxito en su carrera laboral, nada tradicionales en la pareja, divorciadas, jóvenes y guapas, se transforman de pronto en un prototipo 'primera dama' echándose años encima y difuminando su personalidad?
Bruni es experta en eso de reinventarse. De las fiestas noventeras con sus amigas las top —el vídeo de la despedida de Stephanie Seymour no tiene desperdicio—, de sus supuestos escarceos amorosos con Mick Jagger, Eric Clapton y demás tropa rockera pasó a bohemia profunda y tuvo un hijo con el intelectual Raphael Enthoven al que conoció mientras salía con el padre de éste, el editor Jean-Paul Enthoven. Además se reconvirtió en cantante melancólica y hasta ha interpretado poemas de W.H. Auden o de Yeats en su último disco. Vamos, todo un giro. Pero aún podía ir más allá. La bucólica cantante que posa semidesnuda en sus discos conoce de pronto a Sarko y se casa con él. Y voilá! otro cambio. Ahora a lo Jackie Kennedy, pero 50 años después, Carla aparece vestida con casquete, bailarinas planas, vestidos cerrados, colores apagados. Además la italiana se ha transformado como por arte de magia en la típica francesita un poco cursi que sabe que con pequeños gestos puede destacar más que con posturas grandilocuentes. Experta por su profesión de modelo en controlar el lenguaje corporal según la ocasión, Bruni no desentona ni al lado de Michelle Obama ni de la reina de Inglaterra. La lección bien aprendida, sí, pero ¿de verdad se tiene que disfrazar y actuar como una señorona con 42 años?
Y Letizia, casada por lo civil, divorciada, presentadora del Telediario con éxito. Aquella mujer que prestó su imagen a un amigo pintor, esa chica de barrio, determinada y ambiciosa, según dicen, pero normal al fin y al cabo, ha conseguido echarse encima 10 años operándose la nariz, poniéndose esos vestidos que ya no le pegan ni a su suegra, perdiendo la naturalidad, quedándose en los huesos. Controla con mano férrea las estrategias de comunicación de la casa del príncipe, aunque en público interprete el papel de mujer sumisa, de buena profesional, como una vez dijo el rey de la reina. Pocas personas de su edad, 36 años, podrán verse reconocidas en su figura. Pero ella sabe lo que hace, sabe que cada paso en falso es perjudicial para su reputación y por tanto para la del príncipe. Así que con idea de contentar a todos se conforma con no destacar, no llamar la atención, no mostrar quién es, estar siempre impecable. Y en definitiva, con mostrarnos una personalidad creada a medida para el cargo que representa. Exactamente igual que Carla Bruni. ¿Y tú qué opinas? ¿Es más lo que las separa o lo que las une?
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