Se corre el riesgo de menospreciar lo naïf por su ligereza o su ingenuidad. Nos pasó en los 80 con buena cantidad de comedias y de pelis infantiles. 'La montaña embrujada', remake Disney sobre otro producto suyo de los 70, nos hace ser cautos y recordar con cariño la década perdida. También se estrenan 'La sombra del poder', 'El frasco', 'Naranjo en flor', 'Man on wire', 'El vuelo del globo rojo' y 'Mi vida es una ruina'.
Algún iluminado dijo en una ocasión que los 80 fueron "esa década perdida del cine". Supongo que se refería a la cinematografía norteamericana, que es la que nos sacude con mayor intensidad. Supongo también que tendría en mente a desarrapados como Hughes y Landis, que hoy en día entran, a poco que tengamos amplitud de miras, en la categoría de clásicos a reivindicar. Intuyo que el que lo dijo no tenía la perspectiva como para adivinar que 'Los Goonies', 'Indiana Jones', 'Regreso al futuro', 'El club de los cinco' o 'La revancha de los novatos' serían hoy en día altares a los pies de los cuales arrodillarse y llorar por la nostalgia que nos causan su descarada y vigente efervescencia. Tampoco debió de reparar el angelito en que series B tan limitadas como 'Star Wars, los Ewoks: caravana de valor' o 'Masters del universo' se revalorizarían con el tiempo en la misma medida en que lo hizo el director Ed Wood hasta convertirse en divertimentos saludables y revisitables.
Por ello, aunque mi aburrimiento fue mayúsculo, no me atrevo a poner ni una sola pega a este remake de la más mansa y homónima cinta del 75. Me contentaré con decir que no me gustó y le pondré un 3, pero me comprometo a verla de nuevo dentro de 20 años (si es que con el calentamiento global no nos hemos ido todos a la mierda) y retocar la nota si hace falta. Y no se me caerán los anillos a la hora de reconocer que de joven era un estúpido patán.
Valoración: 3/10
'El Mudo' es conductor de autobús y ni uno ni otro hablan. Romina es maestra de escuela rural y pide a 'El Mudo' que le lleve un frasco de orina al hospital para hacer un análisis. A 'El Mudo' se le caen todos los recipientes. No de los recipientes, de los protagonistas, cada uno (como cada uno de cada uno de nosotros) tiene una historia detrás.
De una anécdota nimia, en la que destaca la constatación —una vez más: a mí me tiene frito— de que nadie se lava las manos después de orinar (es una condición que persigue al ser humano desde que abandonó la cueva y en su vida entró el cuarto de baño), fluye toda una película, amable, tierna y que tiene su gracia.
Pena de tratamiento voluntariamente exagerado en el gesto y de canción final.
Valoración: 7/10
"Psicoanálisis y tango, esta película sólo podría haberse rodado en Argentina", ataco a su protagonista Eduardo Blanco cuando nos entrevistamos. No entra al trapo; me dice que que Nueva York y París son ciudades tan psicoanalíticas como Buenos Aires, pero del tango ni 'mu'. Él hace de policía (corrupto) y voy a su yugular. "Tampoco es nuevo lo de mezclar terapeutas con la benemérita, ya ocurrió en 'Tiempo de valientes'". Blanco contraataca, ahora sí, diciendo que eso si que no es patrimonio exclusivo de la Argentina, que Robert de Niro y Billy Crystal abrieron la veda hace mucho.
'Naranjo en flor' homenajea a un tango, nace en un crimen necesario y deriva en un encubrimiento surrealista. La trama se llega a enredar tanto que acaba por mezclarse el encaje de bolillos con la turbiedad que desprenden sus descacharrados personajes —por podridos y por disfuncionales—. Se gesta un romance que huele a rancio y a viciado y asistimos a escenas de sexo sucio y urgente, como urgente llega el final: un velo que tapa todo.
Blanco camina solo y me gusta en su versatilidad, pero qué duda cabe que su pasaporte hacia el protagonismo principal está siendo algo más amargo que el de su eterno compañero Ricardo Darín.
Valoración: 3/10
Procuro ignorar todo de lo que voy a ver. No leo las notas de prensa. Intento no saber quién dirige la película, de quién es el guión, o de qué trata. Cada obra es una cosa única, que debe disfrutarse (o detestarse) sólo por lo que es. Así las cosas, si 'La sombra del poder' parece prolongarse en exceso, errar giro tras giro en una trama que acaba por resultar artificiosa, si su estructura descompensada señala a que el origen es la televisión, equivocado o no, esto se debe a lo que uno percibe, no al prejuicio.
Con un arranque interesante, bien llevado, thriller que podría haber sido excelente si el director no hubiese tratado de compendiar toda una serie, sino de hacer una película.
Pero, ¿por qué no verla?
Valoración: 7,5/10
Peligroso el mensaje que se extrae de esta comedia treintañera: los kilos de más te hacen peor persona. No sólo menos atractivo, también más aburrido y pusilánime. Desde la hiperactividad del excesivo Bill (Aaron Eckhart), vemos a un paria con sueños de algodón de azúcar al que su mujer de perfectas medidas le engaña con el primer galán engominado que se encuentra. El rechazo le sirve de catarsis y comienza a cambiar de vida... desde la cáscara.
La historia, dirigida a cuatro manos por Goldmann y Wallack —ambos vírgenes en la materia, la segunda también guionista— da de sí lo que sus atractivos y solventes protagonistas. El desarrollo 'déjàvuitico' sólo arroja como sorpresas la inclusión de un par de niños en el reparto que no son motor real de nada y una Jessica Alba injustamente promocionada como coprotagonista. Su presencia sólo se entiende como la de un florero altamente cualificado que se disuelve al final del metraje.
Por lo demás, cabe destacar una lanza en pos de la normalización del colectivo homosexual y la transformación física del rubio protagonista, que sufre una metamorfosis de alrededor de 20 kilos para un papel por el que nadie le recordará. Eso sí que es ser profesional.
Valoración: 5/10
Tiene que haber gente a la que motive este tipo de cosas. Gente capaz de pasar encantada una tarde como se pasan la película Simon, el niño, y Song, su cuidadora. Gente a la que le interese el cotidiano devenir ajetreado de Suzanne, la madre, y dispuesta a recrearse en aquellos instantes que otra gente lo que procura es quitárselos de encima cuanto antes y a otra cosa. Para ellos se hizo 'El viaje del globo rojo'. Benditos sean.
La película podría haber durado media hora y podría seguir, sigue ahora mismo en una casa u otra, en cada casa.
De 'El globo rojo' (Albert Lamorisse, 1956), ese mediometraje inmisericorde con el globo y complaciente con el niño, ir al original y, sobre todo, a su fotografía.
Valoración: 7/10
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