'A ciegas', que es, también, "por intuición", "a ver si sale", tal vez no sea un título tan desafortunado como apunta Saramago. Al fin y al cabo, en el mundo real, todos vamos a tientas. Una parábola sobre la realidad de que los últimos se ponen invariablemente los primeros.
'A ciegas' tiene lugar nuestra cita diaria con el destino. Es casi un tópico: todos somos un poco ciegos, aunque no sepamos en qué somos tuertos. La potente base literaria de este drama apocalíptico se torna un desafío a la hora de llevarlo a la pantalla por más que José Saramago haya dado libertad absoluta a Fernando Meirelles. O quizá precisamente esa generosa libertad del Premio Nobel ha hecho más ardua la elección formal de la realización. Para colmo el director de esta co-producción (Japón, Brasil y Canadá) confiesa haber querido ser fiel al texto, y eso es imposible. La epidemia de ceguera que desata la tragedia confiere múltiples lecturas a los diversos planos del relato. En consecuencia, la mirada 'A ciegas' de Meirelles no puede ser más que parcial. El problema es, una vez más, el complicado maridaje del cine con la literatura.
Aunque sea difícil, intentamos olvidar 'Ensayo sobre la cegura'. Nuestra mirada virgen nos coloca ante una película inquietante, claustrofóbica y con buenas interpretaciones de Julianne Moore, Mark Ruffalo y Gael García Bernal. La alianza del personaje que interpreta el actor mexicano con un ciego de nacimiento le lleva a asumir con habilidad el rol de Rey tirano y corrupto. Gran parte de su eficacia narrativa se la debe en 'A ciegas' a esa luz deslumbrante de la ceguera blanca en la que se van sumergiendo los habitantes de una urbe cosmopolita y caótica. Como los espantosos niños de 'El señor de las moscas', los hombres y mujeres sumidos en esa luz tenebrosa que todo lo esconde, se vuelven seres ansiosos. Lo de siempre, para mal—sobrevivir la bestia humana es capaz de matar toda esperanza. Es una película desalentadora cuyos recursos la devoran en el núcleo a fuerza de repetición. El efecto que provoca en el espectador es una sensación incómoda que no va mal con los postulados de 'A ciegas'. Lo malo es que la incomodidad es en parte indefinición. La película se deja ver pero tendrá muchos detractores. Yo le doy un aprobado aunque me falta sustancia para un tema tan evocador y me sobra algo de acción.
Valoración: 5/10
Julianne Moore avanza por el pasillo. Su semblante encendido, que contrasta con la burlona sonrisa de Gael García Bernal, revela, sobre todo, que estamos viendo una película. Si leyésemos un libro la secuencia sería: "Despacio, la mujer del médico se aproximó, dio la vuelta a la cama y se colocó detrás de él", e iría entre comillas al citarla. De la mujer del médico en el cine Julianne Moore es un elemento imprescindible. Sin embargo, Julianne Moore en 'Blindness' es 'la mujer del médico' en 'Ensayo sobre la ceguera'. Pasa mucho. Como cuando te hablan de una misma persona dos personas distintas: esa misma persona es dos personas, aunque las dos personas que la describen describan a una sola y tú la veas, con lo que son ya tres sin dejar de ser una.
Una película no es una novela. Por ejemplo, en una puedes volver sobre tus pasos, detenerte, verificar, y en la otra no. El cine, aquí, es más como la vida, donde volver atrás sólo es posible si empiezas otra vez y, si eso ocurre, la película es otra. Indefectiblemente. En tanto reflexionas sobre ella, te has perdido tu vida. Como esto no es verdad, habrá que concluir que la novela, el cine y la vida son tres cosas distintas que, sin embargo, se parecen. Con la salvedad de que, cuando una o uno se pregunta: "¿A qué me suena esto?", mala cosa si está hablando de la suya. Meirelles ha hecho una película y Saramago escribió una novela. Como con 'El jardinero fiel', como con 'El nombre de la rosa' (en ésta no 'salen' ni Saramago ni Meirelles), como con, pongamos, 'Los duelistas', he disfrutado ambas. Si yo fuese 'la mujer del médico', los demás, además, los que me conociesen, habrían disfrutado de mi vida.
(Es curioso que quienes se obstinan en restarle mérito a Saramago desde su ideología no se ensañen ahora —una vez más— con 'Ensayo sobre la ceguera' como parábola del comunismo: el ser benévolo que en su clarividencia guía a la masa ciega).
Valoración: 8/10
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Saramago juego mucho con la atmósfera, el estilo... habría que ser un genio para que no resulte un bodrio +
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