Día 3: que la diosa Cibeles obre el milagro

La moda española necesita un milagro. Durante esta semana los medios y el público miramos a Cibeles. Los diseñadores de casa protagonizan reportajes, las famosas se plantan el vestido made in Spain que tienen en el armario para sentarse en primera fila, los telediarios repasan las tendencias de la pasarela. Ya, pero ¿qué pasa la semana que viene? "Tienes que pelearte para que te saquen en una revista al lado de un diseñador internacional, o simplemente para que te saquen", cuenta Ana Locking antes de presentar su colección 'Miracle'.

(REUTERS)

No se puede repetir más veces. Se necesita un cambio en Cibeles, un cambio estructural en una institución que lleva 25 años sin apenas variaciones, aunque no parece que va a ocurrir. Sobran muchas cosas, pero, ¿qué hay de lo bueno? El aire fresco es escaso y preciado y está empezando a rebelarse en serio.

Prêt-á-porter, ropa para la calle, que no cueste un riñón, que no sea una pieza de museo, que esté bien hecha, que pueda producirse, que sea bonita, interesante, fresca, imaginativa, que siga las tendencias, que no sea marciana. ¿Es tanto pedir? No, y así lo ha hecho saber esta tarde Ana Locking. "Somo diseñadores de moda y la moda siempre ha reflejado el momento económico, social y cultural". Por eso su colección ha sido sofisticada, pero no hay en ella vestidos de 8.000 euros, porque si ya es difícil pagar ese dineral por una prenda, lo es mucho más hacerlo por la de un diseñador español. "Cuesta mucho posicionar la ropa en las tiendas. Te dicen que no compran moda española "por principios" cuando vas a mostrar la colección", explica la diseñadora que quiere reivindicar el milagro de que se deje de asimilar la etiqueta de 'español' como algo negativo.

Mucho negro y gris, raso rojo, volúmenes, volantes, pliegues, juegos geométricos. Mucho de Ana Locking pero sin olvidar la tendencia: color berenjena, pantalones pitillo tobilleros para ellos, leggins brillantes y monos, porque vivir ajeno a la calle no sólo no es moda, sino que no da dinero.

Y Miriam Ocáriz, que puede correr el riesgo de empezar a repetirse demasiado, también ha presentado una colección para ponérsela y salir a pasear. Sus fijos: mangas abullonadas, estampados vegetales, faldas con volumen, todo cuidado al detalle pero dando paso a algunas de las líneas de las próximas temporadas como el bustier, las faldas tubo de talle alto y el color mostaza. Prendas que si se posicionan bien pueden acabar en cualquier armario. Porque según explica Ana Locking, "el público está empezando a reconocer el valor de la moda española. Veo que a la gente le apetece llevar algo hecho por un diseñador de casa". La modista que aboga por el milagro tiene claro que mucho debe cambiar para que éste ocurra y pega un tirón de orejas a "parte de la prensa que entiende que la moda española no vale nada" y a los propios creadores "debemos hacer ropa asequible y salir fuera".

Eso es justo lo que ha hecho David Delfín, que desembarcó con Cibeles en Nueva York hace una semana para mostrar una colección que también se ajusta a las tendencias: harem pants, brillos, transparencias, berenjena, chaquetas cortas y pitillos tobilleros. Ropa austera, sin provocación frívola, para darse a conocer fuera. Ropa fácil de llevar. Hoy presenta en Madrid el desfile de Nueva York.

Un día, en definitiva, en que algunos sacan la cabeza, hartos de ir en el furgón de cola porque sean españoles. "En Cibeles no todo el mundo es bueno, ni mucho menos, pero hay algunos que sí lo son, que hacen cosas interesantes, que ponen ilusión, que trabajan duro. En Nueva York desfilan muchísimas firmas y sólo 10 son importantes, aquí pasa igual pero no se reconoce", remata Ana Locking. En la parte de atrás de su desfile unas bombillas: "no esperéis milagros aquí". El 'no' se apaga...